Carolina Borracchia es
la CEO de Combo Employer Branding, una empresa que cuenta con 3 unidades de
negocio -Combo Academy, Consulting y Agency-, además de especialista en Marca
Empleadora, Speaker, docente universitaria y autora de 3 libros. Sin embargo,
su bagaje en el mundo profesional no empezó desde el sector empresarial sino en
el del diseño gráfico, especialidad que estudió en la Universidad de Buenos
Aires. Esta profesional argentina, que también se interesó por el campo del
marketing (programa que realizó a través del IAE Business School) y de los
recursos humanos (el cual desarrolló en la Universidad Torcuato Di Tella), nos
habla de la cómo han evolucionado las prioridades y deseos de los más jóvenes a
la hora de proyectar su futuro. De hecho, la experta desvela como estas
generaciones están desechando la idea de incorporarse a una gran empresa por la
de innovar y crear sus propios proyectos. Y precisamente de estas y otras
cuestiones hablará Borracchia en su próxima visita a España para dar una
formación en Alicante.
Casi la mitad de los jóvenes no sueña con ninguna empresa,
devela el valioso estudio de Compañía de
Talentos. Esto es tanto o más revelador que conocer cuál es ese puñado de repetidas compañías que cada año
lidera los rankings de empleadores favoritos.
La mayor oportunidad está en la conquista de esos jóvenes que no sueñan con el modelo de
éxito que proponen las grandes compañías admiradas. La pregunta para ellos
es: ¿con qué carrera sueñan? y la respuesta está en la noción de autoridad y de
éxito que se han ido armando al crecer.
Estos jóvenes han crecido admirando otras cosas. ¿Por qué
entonces esperamos que admiren lo que sus antecesores esperaban del mundo del
trabajo? La noción de autoridad ha
cambiado, estos jóvenes valoran a quienes no imponen su autoridad sino a quien
se la gana. Admiran la humildad por sobre cualquier título, pero no son
sumisos. Son personas que cuestionan lo
que otras generaciones no se atrevían siquiera a pensar. Su relación con
sus padres y profesores es ligeramente diferente a la de quienes los
antecedieron. Ellos admiran la capacidad, no los altos cargos. Predican el
altruismo en todas sus formas (solidaridad, medio ambiente, véganismo,
justicia…) y rezan el claim "las cosas como son"
antes que cualquier promesa de perfección que quiera venderles el marketing,
al que saben desenmascarar más que cualquier otra generación. Tienen mayor acceso a la información que sus
antecesores y pueden desasnarse sin la ayuda de los mismos, por sí solos,
lo cual les hizo menos inocentes. Y no
conciben procesos en donde se pierda el tiempo porque han crecido rodeados
de tecnología capaz de reducirlos.
Las grandes compañías no los seducen, son el paraíso soñado
de sus padres, no de ellos. Y de ellos mismos y de sus profesores se han armado
su propia noción de autoridad y éxito. Para ellos, los profesores y docentes
tienen sentido del humor, un espíritu jovial y proyectan cercanía, y en su
imaginario las compañías son serias,
estrictas, lejanas y viejas.
La gran oportunidad escondida no tiene un nombre popular ni
aparece en el corte comercial: son los
start-ups y las pequeñas empresas. Al ser ámbitos pequeños, se experimenta
una mayor cercanía y la formalidad tiene menos espacio. Son espacios
divertidos. Está más visible el propósito y el altruismo
se vive lejos de la definición de la misión, visión y valores de las grandes
compañías.
Del mismo modo, esta visión generacional explica por qué crece tanto el emprendedurismo y el
crowdfunding, como respuesta a esa inexistencia de la compañía soñada. Si
la sueñan, la crean: porque además son autodidactas,
basta con ver cómo aprenden con YouTube. Y la empresa propia es claramente
copada.
¿Por qué “no se ponen la camiseta” de una gran compañía? Porque se ponen su propia camiseta y su carrera es de ellos, no de la
compañía.
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