Desde mi perspectiva, cada uno de nosotros tiene un acuerdo
con el “misterio” para ser. Venimos a este nivel de realidad con un conjunto de
regalos, talentos únicos, que nadie más tiene. Esto no solo es válido para los
seres humanos, sino para todos los seres que existen en nuestra Madre Tierra.
Llevamos una historia dentro de nosotros, una historia original que está
plenamente alineada con la Vida y con su juego de amor.
Hay una gran diferencia entre otros seres y los seres
humanos, nosotros vamos al “colegio”. Mediante la “educación” (o
domesticación), aunque está cambiando, aprendemos a ponernos máscaras para
sentirnos seguros, protegidos y valiosos. La mayoría de nosotros llegamos
incluso a creer que el “amor” que experimentamos y recibimos de los demás, depende
en gran medida de cómo de “bien” llevamos la máscara, y de qué máscara
llevamos. Y con todas las máscaras, olvidamos nuestra historia original y
comenzamos a contar una historia que “encaja” en lo que se espera.
La semilla de un árbol contiene también su historia
original. Una diferencia es que el árbol sigue yendo cada año, durante el
invierno, de vuelta al origen para recordar la historia que lleva dentro. Una
vez que recuerda su historia (si es que en algún momento ha llegado a
olvidarla), sueña nuevas posibilidades, que manifiesta con fuerza y
determinación a partir de la primavera. Por supuesto, las condiciones
meteorológicas y otras circunstancias tienen un impacto en la manifestación del
sueño sagrado del árbol, pero, aun así, el árbol sigue usando todo el
“alimento” para crecer y cambiar, de acuerdo a su historia original.
Nosotros, como humanos, tenemos nuestra propia historia
original, y somos parte de la red de la Vida.
Todo lo que pensamos, decimos o hacemos, impacta dicha red.
Somos sagrados en este sentido también, y ahora es el tiempo de, una vez más,
abrazar la responsabilidad de nuestro impacto en toda la red que conforma la
Vida, y crecer en nuestra habilidad de responder a los retos que afrontamos de
tal forma que afirmemos la Vida, y recordar que la medición es “no hacer daño”.
En este viaje de aprendizaje, mi (nuestro) trabajo o
propósito es el de contar mi (nuestra) historia original, aquella que sólo yo
(nosotros) puedo cantar y contar. Soy parte del “coro de storytellers” de la
Tierra (como tú), y debo ser original si quiero estar en armonía con la vida.
Desde esta perspectiva, el trabajo personal es para mí en primer lugar reconectar con mi historia original y, en segundo lugar, sacar mi
ego de en medio del camino de mi propia historia, de forma que pueda ser
contada. Así, el trabajo personal, surge
del despliegue de la historia original.
De ahí que el punto de partida en un proceso de desarrollo
de un liderazgo más consciente, sea revisitar nuestra identidad y anclar nuestro
pensamiento, comunicación y acción en el Ser.
Sólo desde una expresión genuina y original, auténtica,
podremos relacionarnos con los demás de forma íntegra y valiente, sin miedos y
desde el amor y la compasión.
Ser desde la unicidad, desde contribuir siendo originales y
aportando nuestra experiencia única y subjetiva de la realidad, al tiempo que
respetamos la experiencia única y subjetiva del otro. Así, diversidad y
subjetividad dan paso a un espacio de comunión en el que cada persona sabe y
siente que está contribuyendo al sueño colectivo, a la historia original
colectiva, desde la armonía, el aprendizaje y el amor.
Descubrir nuestro Ser más profundo, pasa por remover todas
las máscaras que hemos adoptado, para recordar nuestra esencia genuina y contar
nuestra historia original. En este proceso, descubrir nuestros valores más
profundos es imprescindible. ¿Qué es aquello que nos inspira? ¿De dónde sale
nuestro anhelo más vital?
Junto con dichos valores, explorar la vida en cada situación
hasta los límites, hasta la zona de aparente peligro, nos lleva a integrar cada
vez más nuestros talentos y regalos, nuestro poder personal. Un poder que
alimenta nuestra capacidad de responder de forma consciente para afirmar la
vida.
Nuestros valores y nuestros talentos están al servicio de un
propósito único para cada persona, un papel que nadie más puede representar. Es
nuestra intención más auténtica, nuestro propósito, la que ilumina con claridad
la dirección a seguir en cada momento.
A lo largo de este viaje de descubrimiento personal que
proponemos en Leading for Vitality, conectamos cada vez más con nuestra
historia original, y nos abrimos a contarla con mayor coraje y determinación,
sin hacer concesiones a las circunstancias ni a los desafíos.
Ser es una competencia esencial del liderazgo consciente,
pues la identidad que sostenemos para nosotros mismos, determina en qué medida
honramos nuestra posición en la red relacional de la Vida.
Cuando estamos en contacto con nuestro Ser original y
auténtico, reconocemos que somos parte de la Vida, y que formamos parte de esa
dinámica de continuas interacciones, ya que sabemos que todo está
interconectado. Integramos entonces que no estamos “al mando” y que al mismo
tiempo somos agentes co-creadores de la realidad.
Ello nos aporta dos elementos fundamentales para crecer y
cambiar individual y colectivamente: libertad y responsabilidad. Somos libres
de elegir nuestros pensamientos, palabras y acciones, pero también responsables
de nuestro impacto. De ahí que la confianza sea el mejor regalo que los demás
nos pueden dar. Al confiar en que el otro hará un uso adecuado de su libertad y
responsabilidad, en realidad estamos honrando el poder personal del otro. De
esta manera se crea un contexto en el que cada persona se siente evocada a
contribuir con aquello que nadie más puede aportar, con su singularidad.
Y tú, ¿estás contando tu historia original?
Visita: www.leadingforvitality.org
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