Hay estudios que demuestran que en un futuro el género femenino se adaptará mejor a la irrupción de las máquinas en el mundo laboral, por lo que serán menos reemplazables que los varones.
De todos los sesgos y errores sistemáticos que estudia la
economía del comportamiento, la rama que toma enseñanzas de la psicología, tal
vez el más analizado hasta ahora sea el del exceso de confianza en uno mismo.
Decenas de investigaciones académicas muestran que tomamos decisiones desde la
cima de una montaña de ego: entre un 70% y un 85% de las personas están seguras
de que son más inteligentes que el promedio de la población, algo altamente
improbable desde un punto de vista estadístico. El sesgo se acentúa cuando se
pregunta por las habilidades de manejo: Richard Thaler, maestro de la economía
del comportamiento de la Universidad de Chicago, precisa que un 90% de sus
alumnos se califica como mejor conductor o conductora de autos que el promedio.
Y un 95% estamos convencidos de que tenemos mejor sentido del humor que la
media.
¿Cómo influirá este sesgo cuando se trata de imaginar el
futuro del mercado laboral? El debate por la automatización de puestos de
trabajo es uno de los más interesantes en la agenda del "futuro
cercano" de la economía. Hay desde estimaciones de un 60% de reemplazo
potencial de la fuerza laboral argentina por máquinas en 15 años (Banco
Mundial) hasta proyecciones de un proceso más lento y menos dramático. En
cualquier escenario se trata de una discusión crucial: aun con los supuestos
más conservadores, un desempleo tecnológico del 10%-20% en el corto o mediano
plazo tiene una relevancia fenomenal en términos sociales y políticos.
Con los avances registrados este año en algunos campos de la
inteligencia artificial, como el deep learning (aprendizaje profundo), el
debate sumó otro condimento: ahora hasta las profesiones "no
rutinarias", un motor del mercado laboral que se creía relativamente a
salvo, pasaron a estar bajo riesgo. El poder de esta revolución reside en que
alimentando a las computadoras con cantidades masivas de datos, éstas pueden
aprender sin recibir instrucciones precisas de funcionamiento. La derrota del
campeón europeo de go este año en manos de un algoritmo (Alpha Go), algo que se
esperaba ocurriera en 2020, encendió las alarmas en este sentido.
Si se corrige esta discusión por el sesgo de exceso de
autoconfianza, los resultados podrían llegar a ser distintos. Gustavo Aguirre,
un ingeniero aeronáutico que pasó por empresas como Osde y Globant, y
actualmente dirige la consultora BeLiquid, tiene una hipótesis interesante al
respecto: "A menudo cuando hablamos de inteligencia artificial, por un
tema de ego, los seres humanos tendemos a dar por descontado que el proceso se
agota cuando las máquinas «hagan algo tan bien como nosotros». Ahí se ve el
final del camino, cuando la realidad es que van a hacer todo infinitamente
mejor", cuenta Aguirre.
Para el experto en procesos de innovación, "de todas
las tecnologías exponenciales, la de la inteligencia artificial es la que va a
tener un impacto más masivo en los negocios. Hay otras líneas de avance, como
la impresión 3D, que afectan más a un rubro que a otros. Pero es imposible
pensar en un producto o servicio que no vaya a cambiar drásticamente con las
posibilidades de la computación cognitiva".
Un refinamiento adicional de la economía del comportamiento:
el exceso de confianza tiende a ser más agudo entre los hombres que entre las
mujeres. Un economista de la Universidad de California, Brad Barber, demostró
que las inversiones en acciones de los hombres tienden a ser peores que las de
las mujeres porque el bando masculino tenía más confianza en sí mismo,
realizaba más movimientos y terminaba cometiendo más errores.
En un libro que editará Planeta a fin de año, la economista
Mercedes D'Alessandro abordó este tema desde una perspectiva de economía de
género. Aquí el sesgo de autoconfianza y mercado de trabajo opera de la
siguiente manera: se analiza la dinámica del avance de las mujeres en el campo
laboral "hasta igualar a los hombres". Como los robots, ese es el
final del camino. "¿Pero si la igualdad no es el mundo final? ¿Y si la
sociedad posmoderna simplemente se adapta mejor a las mujeres?
"El argumento central es que a la economía del futuro
no le interesan las características que tradicionalmente portan los
trabajadores varones: tamaño y fuerza; éstas pueden ser fácilmente reemplazadas
por una grúa mecánica, una pala, una máquina genérica. Los atributos más difíciles
de reemplazar son la comunicación, inteligencia social, empatía y ninguno de
ellos es especialmente masculino", plantea D'Alessandro, que en octubre
participará del panel de género del coloquio de IDEA en Mar del Plata y que
junto a otras economistas lleva adelante el blog Ecofemini(s)ta.
El nuevo escenario laboral no tendrá efectos parejos sobre
la población. Una investigación de Accenture, que dirigió el CEO de la firma,
Sergio Kaufman, en 2015, sostuvo que las mujeres, al ocupar mayormente puestos
donde se requieren "habilidades blandas", serán las grandes ganadoras
en términos netos del proceso que se avecina. Así, el cambio tecnológico
operará como "fuerza igualadora": 16% más de mujeres tienen trabajos
con habilidades que son altamente potenciadas en la era digital y un 15% menos
de mujeres se desenvuelve en empleos con posibilidades de ser automatizados.
Hanna Rosin, escritora y editora de la revista Slate,
escribió en 2010 un artículo paraThe Atlantic en que auguraba el "ocaso de
los hombres". En él mencionaba muchos de los datos que ya conocemos: que
las mujeres hoy están más educadas que los varones y que esa tendencia está
creciendo; que en Estados Unidos ellas ya constituyen la mitad de la fuerza de
trabajo; que de a poco están ocupando lugares antes imposibles siquiera de
imaginar para una mujer, y que, finalmente, esta tendencia no sólo es
irreversible, sino que en el camino se fortalecen cada vez más.
"En este mundo futurista de empleos que desaparecen y
nuevas ocupaciones emergentes, al parecer, las mujeres llevan ventaja",
dice D'Alessandro. Como explica Heather Boushey, economista y director del
Washington Center for Equitable Growth, de las quince categorías laborales que
se proyectan que tendrán más crecimiento en la próxima década, sólo dos están
dominadas por varones: encargados de edificios e ingenieros en computación.
"Las chicas, en cambio, lideran en enfermería, asistencia de médica,
cuidado de niños. No son trabajos con un alto salario, pero estas trabajadoras
tienen mejores perspectivas que sus pares", agrega la economista.
¿Replicarán los robots los estereotipos de género?
D'Alessandro remarca que científicos de Boston University y Microsoft
publicaron un paper en el que cuentan la experiencia de una red neuronal
artificial que leía el sitio de noticias de Google News para construir un
espacio de significados. El resultado de este experimento fue que la máquina
reproducía estereotipos de género. Las mujeres eran enfermeras mientras que los
hombres médicos, ellas eran amas de casa y ellos trabajaban.
En un futuro laboral dominado por mujeres, máquinas e
inteligencia artificial, los hombres se quedarán en sus casas, tal vez mirando
por horas y horas clasificatorias de ping pong o lanzamiento de jabalina en los
Juegos Olímpicos de 2030, a realizarse en alguna ciudad emergente que hoy
todavía ni existe.
Sebastián Campanario
Sebastián Campanario
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