Según el coach Syms Wyeth, romper las reglas no siempre es
contraproducente.
Para
empezar, los grandes líderes no se centran en lo que marcha bien y es que la
mente humana tiende a fijarse en los problemas. Los grandes líderes centran su
tiempo, pensamiento y esfuerzos en los problemas a los que ellos y sus equipos
se enfrentan. Después, se dedican a buscar posibles soluciones. ¿Por qué? En
palabras de Syms Wyeth, "porque la definición del problema provoca
sentimientos, y esos sentimientos dan lugar, a su vez, a un pensamiento
creativo y a la resolución de problemas, pero... ya que no podemos evitar los
problemas, ¿por qué no evitamos hablar demasiado de ellos?".
Los grandes líderes tampoco se preocupan por ser demasiado cuidadosos
Las personas que nos rodean no son esponjas deseosas de empaparse de los datos y detalles. Los grandes líderes saben que cuanto más se habla, menos gente escucha. O, como apunta el refrán, "La mente no puede absorber lo que el trasero no puede soportar."
Los grandes líderes no andan serios todo el tiempo
Es más fácil persuadir e influenciar a otros si escucharte resulta agradable y divertido, así que los grandes líderes condimentan cualquier revisión seria de las cuestiones con las historias de su propia experiencia. Esto revela la experiencia acumulada por cada uno. Las historias son las mejores herramientas para quitar hierro al asunto, vincular temas de actualidad con la experiencia personal y las tendencias futuras y explorar la emoción y el significado que se halla detrás de los datos.
Los grandes líderes no se centran en el contenido
Winston Churchill, no se queda atrás como orador y afirmó que, para dar una buena conversación, uno debe tener una apertura dinámica y un cierre de gran alcance. "Trabajar en su apertura y cierre, por lo que los grandes líderes no se centran en el contenido, sino en lo que significa el contenido para la audiencia", matiza Wyeth. Los grandes líderes saben que sus emociones son contagiosas.
Los grandes líderes se quedan cerca de casa
"He visto a muchas personas tratar de inflar su reputación en algún gran evento tratando abordar un tema fuera de su alcance profesional; lo he intentado yo y he fracasado", confiesa Wyeth, quien recomienda "hablar sobre lo que uno sabe por su propia experiencia".
Los grandes líderes no son tan poderosos y omniscientes
"Al abrir su bandeja de entrada, haga clic en mensajes de personas que conoces o de confianza. El mismo principio es válido para altavoces: escuchar y responder a las conversaciones provenientes de personas que conoces y te gustan, que se han ganado tu confianza por la forma en que se presentan y sus ideas", afirma Wyeth. Cuando un discurso es honesto y sincero, y resuelve un problema importante para sus oyentes, uno tiene éxito: al final, uno lo hace bien por ser real y hacer el bien.
Los grandes líderes tampoco se preocupan por ser demasiado cuidadosos
Las personas que nos rodean no son esponjas deseosas de empaparse de los datos y detalles. Los grandes líderes saben que cuanto más se habla, menos gente escucha. O, como apunta el refrán, "La mente no puede absorber lo que el trasero no puede soportar."
Los grandes líderes no andan serios todo el tiempo
Es más fácil persuadir e influenciar a otros si escucharte resulta agradable y divertido, así que los grandes líderes condimentan cualquier revisión seria de las cuestiones con las historias de su propia experiencia. Esto revela la experiencia acumulada por cada uno. Las historias son las mejores herramientas para quitar hierro al asunto, vincular temas de actualidad con la experiencia personal y las tendencias futuras y explorar la emoción y el significado que se halla detrás de los datos.
Los grandes líderes no se centran en el contenido
Winston Churchill, no se queda atrás como orador y afirmó que, para dar una buena conversación, uno debe tener una apertura dinámica y un cierre de gran alcance. "Trabajar en su apertura y cierre, por lo que los grandes líderes no se centran en el contenido, sino en lo que significa el contenido para la audiencia", matiza Wyeth. Los grandes líderes saben que sus emociones son contagiosas.
Los grandes líderes se quedan cerca de casa
"He visto a muchas personas tratar de inflar su reputación en algún gran evento tratando abordar un tema fuera de su alcance profesional; lo he intentado yo y he fracasado", confiesa Wyeth, quien recomienda "hablar sobre lo que uno sabe por su propia experiencia".
Los grandes líderes no son tan poderosos y omniscientes
"Al abrir su bandeja de entrada, haga clic en mensajes de personas que conoces o de confianza. El mismo principio es válido para altavoces: escuchar y responder a las conversaciones provenientes de personas que conoces y te gustan, que se han ganado tu confianza por la forma en que se presentan y sus ideas", afirma Wyeth. Cuando un discurso es honesto y sincero, y resuelve un problema importante para sus oyentes, uno tiene éxito: al final, uno lo hace bien por ser real y hacer el bien.
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