El liderazgo es un concepto que está de plena
actualidad, libros de management, RRSS, prensa especializada, etc., no hay más
que repasar el catálogo de los centros formativos, independientemente de su
naturaleza, para constatar el interés que hay por aprender a ser un líder.
En un encuentro con el Dr. Rafael Bisquerra (@RafaelBisquerra), quien es uno de los
principales referentes en Inteligencia Emocional, exponía cómo cuando en el
transcurso de algunas de sus dinámicas pedía ejemplos de líderes,
generalmente los primeros en ser mencionados correspondían a figuras militares
y políticas del siglo XX, las cuales han pasado a la historia por su carácter
autocrático y en algunos casos por sus desmanes, algo que resulta tan
inquietante, como revelador.
Inquietante, por la imagen o el significado
que tiene para algunas Personas el liderazgo. Puesto que ello implica
que, aún hoy día, se identifican una serie de características asociadas a
ese estilo autocrático y de poder como referentes para ser un buen
líder. Estilo que en su momento y en sintonía con la Gestión científica creada por el ingeniero Frederick Winslow Taylor propició el auge de la
producción en el siglo pasado, cuando las Organizaciones contaban con una
férrea estructura, un general al mando, una serie de oficiales y una masa de
soldados, cuya única misión era cumplir las órdenes sin cuestionarlas.
Revelador, porque pone de manifiesto el
estilo de liderazgo con el que es posible encontrarnos todavía en algunas
Organizaciones. Pretender ser un referente y obtener resultados sostenibles en la actualidad, pero con
un estilo y unas herramientas de gestión propias del siglo pasado, supone uno
de los principales factores que propician la resistencia a cualquier cambio.
Resistencia que tiene sentido cuando se refiere al esfuerzo que tenemos que hacer si queremos modificar alguno de nuestros hábitos, ahora bien, referido a otros aspectos ya no se trata de una resistencia al cambio, sino resistencia al líder o siendo precisos a un estilo de liderazgo. Ese estilo que considera que “para que el cambio sea efectivo ha de ser traumático” lo cual lo pone al nivel de “la letra con sangre entra”.
A estas alturas no cabe duda de que algunas
fórmulas aún vigentes de liderazgo resultan contraproducentes para la
adaptación de las Organizaciones a la sociedad del conocimiento, puesto que chocan frontalmente
con la autonomía requerida para ello.
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