Estar especializado en un ámbito concreto no
te exime de asumir ciertas tareas complementarias. Pero ser flexible a los
cambios y dinámico no debería convertirte en un profesional orquesta, sino en
el director de la banda.
Hazte esta pregunta: ¿eres de los que lleva la
batuta en tu evolución profesional y asumes ciertas responsabilidades más allá
de tus tareas diarias, o tocas todos los instrumentos sin especializarte en
ninguno? Elige con cuidado la respuesta, pues de ella dependerá considerarte un
profesional orquesta especializado o un apagafuegos.
Para Begoña Puente, profesora de dirección de
personas y organización de Esade, "un director de orquesta es aquel perfil
cualificado en un aspecto, por titulación o experiencia, pero con una serie de
aptitudes que van más allá de lo ‘suyo’. Estas habilidades están en línea con
las necesidades actuales de las organizaciones: visión global, flexibilidad a
los cambios y dinamismo en las respuestas". En otras palabras, es aquel
profesional que no se limita a sus propias tareas. Como señala Noelia de Lucas,
directora comercial de Hays España, "si te contratan para hacerte cargo de
una serie de funciones va a llegar un momento en que tu empleabilidad se
reduzca si no aspiras a ir más allá". El peligro, sin embargo, es
convertirse en un apagafuegos profesional. Algo que depende, según De Lucas,
del autoanálisis y de no perder de vista tus objetivos profesionales.
Cómo identificarlos
Montse Ventosa, presidenta de Truthmark, describe
al profesional orquesta especializado como "aquella persona dispuesta y
proactiva a llenar los vacíos de responsabilidad que suelen quedar tras las
reestructuraciones o reorganizaciones.
Es alguien que, en lugar de esconderse, destaca por
estar presente allí donde se le necesita. Es algo así como un emprendedor
interno". Una figura que ejerce un doble impacto sobre el equipo. Al
menos, esto es lo que defiende la presidenta de Truthmark, quien cree que
"por un lado aumenta el listón y hace que el rendimiento del resto deba
incrementarse para ponerse a su nivel, aunque también puede despertar envidias
sobre todo cuando se producen confluencias y roces entre esferas de
responsabilidad". Pero estos celos sólo los sufrirán aquellos que no sepan
seguirle el ritmo a ese profesional orquesta ni entrar en la dinámica que
marca. Un trabajador que cuenta con una visión muy amplia y global, lo que le
permite, según Ventosa, "crear conexiones, sinergias internas,
colaboraciones, optimizar recursos, etcétera. En definitiva, son profesionales
con un mayor rendimiento". Algo con lo que está de acuerdo Puente, quien asegura
que su productividad se mide en su contribución al avance del equipo: "Es
capaz de hacer, de ver y de hacer hacer".
Lo cierto es que este tipo de profesionales siempre
ha existido, pero su presencia en estos últimos años en los que hay que hacer
más con menos recursos se ha visto impulsada y ha proliferado en la mayoría de
las empresas.
No te conformes o perderás tu hueco
El mercado de trabajo es muy cambiante y
conformarse en un puesto o con unas funciones determinadas y no evolucionar
profesionalmente no es la respuesta. "Si te conformas puedes quedarte
fuera del mercado", advierte Noelia de Lucas, directora comercial de Hays
España, quien cree, además, que un buen profesional se enriquece con funciones
añadidas si sabe gestionar su tiempo y cuenta con una comunicación fluida y
formal con su superior y con el resto del equipo para alinear los objetivos y
recibir feedback.
No se trata, por tanto, de asumir sin más todas las
tareas que surjan porque, en ese caso, acabarías convirtiéndote en un apagafuegos,
es decir, en alguien a quien le puede la operativa diaria y se orienta a
tareas, pero no desarrolla la parte estratégica y "su evolución como
profesional puede verse resentida", sostiene De Lucas.
La línea que separa ambos
perfiles es muy delgada, pero lo que diferencia a uno de otro es la motivación
y la confianza. Cuando un profesional quiere seguir avanzando en su carrera no
se limita a repetir tareas rutinarias para las que fue contratado, sino que se
arriesga en aprender nuevas funciones.
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