Gafas de realidad aumentada, smartwatches y, próximamente,
prendas conectadas. Laswearable
technologies pronto integrarán nuestra vida cotidiana, incluyendo
nuestro lugar de trabajo.
Imaginemos el día en que las wearable
technologies (o tecnologías de vestir) integren nuestra vida
cotidiana, igual que hoy lo hacen los móviles, los ordenadores portátiles o las
tabletas. Esto se producirá en un plazo no superior a cinco años, según los
analistas. Incluso antes, dada la creciente velocidad con la que evoluciona el
uso de las nuevas tecnologías –hace cinco años, Facebook acababa de cruzar el
Atlántico y el iPad no existía–. En Reino Unido, el 21% de la población activa
ya tiene algún tipo de dispositivo de vestir, según Vision Critical.
Un reciente estudio de la compañía de softwareRackspace,
elaborado a partir de una investigación de dos años, concluye que las Google
Glass, los relojes inteligentes (o smartwatches), las pulseras
deportivas o las próximas prendas conectadas podrían traer cuantiosas ventajas
a las empresas, principalmente en lo que respecta a la productividad y la
satisfacción de sus trabajadores.
Según el profesor Chris Brauer, del Instituto de
Estudios de Gestión de la Universidad de Londres, la productividad de los
empleados que usan sensores de actividad y movimiento es un 8,5% superior, y su
satisfacción laboral, un 3,5% mayor.
Posibles usos
En febrero, Financial Times publicó un artículo
titulado El empleado digitalizado: ¿puede la tecnología de vestir crear una
fuerza laboral más sana y productiva? El diario proponía el uso de estas
herramientas –algunas de las cuales incorporan sensores del ritmo cardiaco, la
respiración o el movimiento– para la mejora de la salud de los trabajadores. En
teoría, esto reduciría el número de bajas laborales y mejoraría el rendimiento
de los empleados. Además, permitiría a las empresas racionalizar sus costes en
seguros médicos, una modalidad de pago en especie muy común en EEUU.
Estos dispositivos podrían jugar un papel relevante
en la mejora de la productividad
No se trata sólo de salud. Para
determinados puestos de trabajo no tecnológicos o creativos, como la asistencia
en carretera, peones de construcción, técnicos de instalaciones eléctricas o personal
sanitario de urgencias, este tipo de dispositivos podrían ayudarles a actuar
más rápidamente o de manera más efectiva.
Ciertas industrias
manufactureras, asimismo, pueden sacar partido de unos dispositivos que
permiten el uso de las dos manos. En España existe ya un inspirador caso de uso
de las Google Glass en un quirófano, con un fin educativo. El pasado junio, el
doctor Pedro Guillén, fundador de la clínica Cemtro de Madrid, empleó las
Google Glass para retransmitir en directo una intervención quirúrgica ante un
grupo de médicos e investigadores de la Universidad de Stanford. Tres meses
después, repitieron la experiencia ante más de 300 universidades y hospitales
todo del mundo. "El próximo paso será poder pedir ayuda a otros cirujanos
desde el mismo quirófano, en caso de una emergencia. Con las Google Glass,
otros pueden ver lo que estás haciendo y orientarte. Estos dispositivos pueden
ayudar a salvar vidas", expuso Isabel Guillén, hija del doctor Guillén y
miembro de su equipo, en una reciente conferencia.
¿Nos van a espiar?
Ahora bien, todo avance
tecnológico implica riesgos. Porque la tecnología no es buena o mala en sí
misma, todo depende del uso que se haga de ella.
La principal preocupación estriba
en torno a la privacidad de los usuarios. Un mayor número de dispositivos
conlleva compartir más datos personales. "Los directivos deben entender
que las nuevas tecnologías pueden ayudar a que sus equipos sean más
productivos. Eso significa hacer las cosas mejor, no necesariamente hacer más
cosas. La tecnología no tiene por qué convertirse en un arma para espiar o
explotar a los trabajadores", opina Enrique Gonzalo, cofundador de
Hightrack, una app de productividad personal.
A corto plazo, estos 'gadgets' se emplearán para
mejorar la salud de los trabajadores
Pese a todo, sectores como el financiero –que trata
información especialmente sensible– se muestran reticentes a la incorporación
de estos gadgets, tanto por motivos de privacidad y seguridad, como
por la inversión necesaria en infraestructura tecnológica. Rackspace discrepa:
"Muchos empleados están ya familiarizados con herramientas de
monitorización, pues ya las tienen en sus smartphones. Las
compañías serán probablemente transparentes en cuanto al tipo de información
que recogerán y cómo la usarán", opina su director de tecnología, Nigel
Beighton. La ciencia-ficción ya está aquí Sensores de reconocimiento gestual
como los de Minority Report, coches voladores como los de Blade
Runner o gafas de realidad aumentada como las de Robocop.
La tecnología que los hará posibles ya está disponible aunque, como en el caso
de los coches voladores, no se venda comercialmente.
Cada innovación debe encontrar su hueco en el
mercado. En el caso de las Google Glass, a la venta desde el mes pasado, no
está claro cuál sería su utilidad para el gran público. Mayor potencial parece
tener en ámbitos profesionales como la telemedicina, la cirugía, la decoración,
el ocio, el marketing o la educación. En cuanto a los smartwatches,
su principal barrera radica en que no son autónomos, sino que dependen de un smartphone.
Las pulseras inteligentes, por su parte, se han posicionado por ahora en los
campos de la salud y el deporte.
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