Sin embargo, al mismo tiempo, se
requiere no perder de vista el largo plazo, crear entornos donde las personas
innoven y haya posibilidades para explorar otras alternativas. Las dos
aparentes contradicciones han de ser gestionadas a la vez, y resulta tan
peligroso decantarse por el corto plazo como no conversar con el futuro. No obstante,
en una época tan compleja como la actual corremos el riesgo de quedar atrapados
por una parte de la realidad y olvidarnos de aquella que aporta oxígeno: poner
énfasis sólo en reducir costes, sin construir un futuro, es asfixiar la
esperanza y la ilusión de los equipos.
Lo reconocemos: gestionar las
polaridades no es fácil. Nos molesta la contradicción interna e inventamos todo
cuanto se nos ocurre para creernos que estamos en lo cierto, seguir haciendo lo
que nos gusta o evitar algo que nos molesta.
En 1957 Leon Festinger, psicólogo social estadounidense, denominó a este
mecanismo disonancia cognitiva, que ocurre cuando tenemos dos conceptos que
están en contradicción como fumar es malo asociado a me gusta fumar.
Para evitar la dualidad, intentamos
justificarnos con cualquier argumento y los hay de todo tipo y color: "Los
estudios sobre el cáncer de pulmón por fumar no están científicamente
comprobados", por ejemplo. Pues bien, algo similar puede ocurrir con los
líderes. Podemos desatender otras perspectivas con excusas bien distintas, “el
objetivo ahora son los costes” cuando, en realidad, necesitamos habitar ambas
polaridades y evitar justificaciones que nos desgastan a nosotros y a nuestros
equipos.
Para ello, requerimos nuevas
habilidades en el liderazgo basadas en la capacidad de adaptación, de ampliar
nuestro punto de vista y de insistir con la realidad desde la prueba y el
error. Necesitamos desarrollar una actitud más curiosa hacia lo que emerge en
nuestras decisiones, más allá de verificar continuamente si tenemos razón.
En el fondo, gestionar las polaridades
del entorno pasa por aceptar nuestras propias contradicciones y reconocer que,
tanto la vida como la empresa, no son problemas que haya que resolver, sino
misterios que experimentar más allá de nuestras creencias iniciales.
Como diría Scott Fitzgerald, "la inteligencia es la habilidad para
sostener dos ideas contradictorias en la cabeza al mismo tiempo y es posible
que este tipo de inteligencia sea la que más necesitemos ahora".
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