En MuyPymes siempre hemos
ensalzado las bondades del
teletrabajo, cómo se
va a convertir en una de las tendencias más
interesantes en el
mundo corporativo o cómo podemos motivarnos a
la hora de trabajar en casa y “librarnos” de las “garras” de nuestra empresa.
Sin embargo, acudir a diario a
nuestro centro de trabajo también tiene sus ventajas, unas que resultan
evidentes y otras que son más difíciles de ver. Nuestro objetivo en este
artículo es mostraros por qué a veces, ir a trabajar a una oficina puede ser
mucho mejor que apostar por el trabajo a distancia.
Es
difícil encontrar la motivación necesaria
Aunque trabajar en nuestra casa
puede parecer mucho más interesante que acudir a diario a una oficina, lo
cierto es que a menos que no seamos realmente disciplinados, es complicado ser
productivos.
Nuestro hogar es una gran fuente
de distracciones que tenemos al alcance de la mano. El sofá, la televisión, la
nevera, o incluso el jardín, pueden distraernos de nuestro trabajo mucho más de
lo que nos gustaría. En cambio, cuando estamos en la oficina en teoría solo
podemos hacer una cosa: trabajar.
Estamos
rodeados de personas con las que compartir nuestras ideas
De acuerdo. En muchas ocasiones
nuestro jefe puede ser una persona incompetente y nuestros compañeros ser
envidiosos, trepas o personas sencillamente desagradables. El no tener que
lidiar con ellos a diario es desde luego, una de las grandes ventajas de
trabajar en nuestra casa pero a la vez, puede ser uno de los grandes inconvenientes.
Porque lo normal es que junto a
esas personas a las que no podemos ver, haya muchas otras interesantes,
brillantes, con ideas propias que pueden ayudarnos a progresar en nuestro
trabajo, que nos pueden ayudar a enfocar nuestros problemas desde otro punto de
vista, con las que podemos compartir muchas cosas.
El
transporte público como fuente de inspiración
Otra de las grandes ventajas de
trabajar en casa es que el tiempo que tardamos en llegar a nuestro trabajo
es…0. Sin embargo, si lo pensamos bien, tomar el transporte público todas las
mañanas para acudir a nuestro centro de trabajo (siempre que sea un trayecto de
menos de media hora) tiene sus ventajas.
De la misma forma que muchas de
nuestras mejores ideas se nos pueden ocurrir
en la ducha, ese
breve intervalo de tiempo que pasamos en el metro o el autobús puede ayudarnos
a ordenar nuestras ideas antes del inicio de nuestra jornada laboral,
determinar nuestras prioridades, etc.
Cosas
gratis
Cuando trabajamos en casa tenemos
que pagar por todo. Ahorramos porque no tenemos que pagar por ese abono
transporte o esa gasolina que no vamos a utilizar pero a cambio, consumimos más
electricidad, más gas, más agua, etc.
Al trabajar en una oficina, si la
empresa es más o menos razonable, tenemos acceso a un buen número de recursos
gratuitos. Empezando por algo tan sencillo como el café, también tenemos acceso
a recursos que en nuestra casa cuestan dinero: imprimir, fotocopiar, conexión a
Internet, snacks, etc.
Por otro lado, existe la
posibilidad de que nuestra empresa tenga una política de beneficios sociales,
lo cual se puede traducir en seguro médico gratuito, coche de empresa,
descuentos en viajes o en gimnasios, etc.
No estamos
tan atrapados como antes
Hasta hace bien poco, las
empresas obligaban a sus empleados a cumplir con un estricto horario laboral y
salvo excepciones muy justificadas, no era fácil tener un mínimo margen de
flexibilidad horaria.
Aunque hoy en día sigue habiendo
un horario que cumplir, lo cierto es que cada vez más empresas dejan que sean
los empleados los que organicen su tiempo.
Se pasa del presentismo al logro
de objetivos. En este sentido, muchas empresas permiten que sus empleados
trabajen algunos días desde casa, fomentan jornadas contínuas e intentan
implantar políticas de conciliación.
Algunas
oficinas son increíbles
Atrás ha quedado la época de los
cubículos, oficinas grises y siniestras que recluían a sus trabajadores (aunque
siempre hay excepciones que confirman la regla). La mayoría de las empresas
apuestan ahora por espacios diáfanos, que fomentan la colaboración.
Son empresas que se preocupan
porque sus instalaciones además de ser “productivas”, resulten agradables para
sus propios trabajadores porque admitámoslo: un espacio con luz natural, bien
decorado, grandes mesas, sillas confortables, etc. anima a trabajar mucho más
que el pequeño caos cotidiano que podemos encontrar en nuestro propio hogar.
Cuando
salimos de la oficina, ya no tenemos que trabajar
Cuando salimos de trabajar de
nuestra empresa, sabemos exactamente cuántas horas hemos trabajado: 8,9, 10…
Sin embargo, cuando trabajamos en nuestro hogar, la frontera entre trabajo,
ocio, vida familiar, etc. se diluye peligrosamente.
Esto provoca que sepamos
exactamente cuándo hemos empezado a trabajar, pero no cuándo hemos dejado de
hacerlo. De hecho, al no existir una frontera clara, lo normal es que al final,
acabemos trabajando más horas de media cuando lo hacemos desde nuestro
domicilio.
Relaciones
sociales
Trabajar en casa tiene todas las
ventajas, pero también todos los inconvenientes de trabajar solos. No tenemos
por qué ver ni hablar con nadie en todo el día, lo cual puede ser bueno, pero
también puede ser muy malo.
Al fin y al cabo, todos somos
animales sociales. Nos gusta relacionarnos con los demás, contarnos cosas,
intercambiar experiencias… Y sí, también podemos tener una rica vida social si
trabajamos desde nuestro hogar, pero tenemos que buscarla, provocarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario