Desde hace unos años, todo ha de
medirse por el ROI (return on investment ) en
inglés; es decir, el retorno de la inversión en la lengua de Cervantes.
Hace años cuando
ibas a una empresa e intentabas hablarles de los beneficios de la Formación
para sus trabajadores, el jefe siempre te decía: Todo está muy bien, pero ¿qué
beneficio obtengo yo?
Era muy difícil explicarle que la
inversión que iba a hacer al contratar formación para sus empleados, tendría a
medio y largo plazo unos beneficios excelentes para sus trabajadores y por lo
tanto para su empresa; este tipo de empresarios solo querían que le tradujeras
eso que le acababas de decir en dinero, en los beneficios económicos tangibles
que le iba a aportar a su empresa.
Era por lo tanto casi imposible que
entendiera que esos beneficios y ese retorno de la inversión se traduciría en
primer lugar en una mayor preparación de sus trabajadores y por lo tanto en una
mayor motivación y al final en una mayor productividad; estos intangibles no le
resultaban muy convincentes y acababa casi siempre diciendo que la formación se
la buscara cada empleado fuera del horario de trabajo.
En los últimos años y no sin gran
esfuerzo, los que nos dedicamos a la formación tenemos algunos argumentos más a
favor de la formación que parece que los nuevos empresarios empiezan a
comprender mejor. Ahora a algunos empresarios podemos hablarles de que ese ROI
que tanto buscan está muy relacionado con el desarrollo de competencias
específicas en sus empleados que se van a traducir en esos beneficios
económicos que tanto anhelan.
Cada competencia que consigamos
desarrollar en sus empleados como por ejemplo el trabajo en equipo, la empatía,
la orientación al logro, la orientación a los resultados, y todas aquellas que
queramos incluir va a suponer al final del trayecto formativo un beneficio
seguro a la empresa.
Las competencias están
compuestas de tres elementos:
1) Habilidades. Es decir:
el saber hacer
2) Aptitudes. Es
decir: los conocimientos
3) Actitudes. Es
decir: los comportamientos
Si desarrollamos cada uno de estos
componentes de las competencias ¿comprenderá el empresario que eso se va a
traducir al final en mayor beneficio para su empresa?
Pongamos como ejemplo la orientación
a los resultados como competencia a desarrollar en un trabajador; si
dotamos a este de las habilidades necesarias para esa orientación, es decir, le
enseñamos el saber hacer el Know How, volviendo a la lengua de Shakespeare; ¿será
capaz ese trabajador de resolver muchas más situaciones difíciles que uno que
no lo tenga? de la misma manera, si le ayudo a desarrollar aptitudes y por lo
tanto conocimientos, ¿estará más preparado ese trabajador para entender los
objetivos estratégicos de su empresa y los objetivos operativos del día a día?
y por último si desarrollo en ese empleado una serie de actitudes, de
comportamientos ¿no estará ese trabajador mucho más motivado y por lo tanto
mucho más comprometido con la cultura y la orientación de la empresa?
Y una vez que sabemos que las
respuestas a esas tres preguntas es "si", ¿comprende usted señor
empresario que de esta forma los beneficios de su empresa van a crecer sí o sí?
Pues ya tiene usted ahí explicado cual es el ROI de la formación
en la empresa; unos elementos intangibles que se van a
traducir al final en el tan deseado tangible que es el beneficio
económico.
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