He hablado varias veces en el
Blog del género de la Autoayuda y no tengo en un principio nada personal contra
él. Yo misma en mi Blog hago posts que podríamos considerar de autoayuda y
otros que sin serlo, pueden ser usados como herramientas para el cambio o
la comprensión personal. Obviamente, en la categoría de autoayuda,
estoy incluyendo cosas con “cara y ojos” y no libros infumables sobre cambios
milagrosos o a todas luces imposibles. No seré yo quien elabore una
lista al respecto, no obstante confío en el criterio de cada cuál para
discernir qué es lo que vale la pena y qué no. Aunque reconozco que en
ocasiones peco de ingenua.
Hay buenos libros de divulgación, que incluyen
técnicas o consejos imposibles de llevarse a la práctica por uno
mismo. El libro y la teoría que lo sustenta pueden ser buenas, pero la
aplicación requiere de lo que podríamos llamar “un observador imparcial”.
Cuando realicé el post de Me conviene ir al psicólogo, ya comentaba lo importante que
era tener a una persona, de fuera de nuestro entorno, que de manera neutral,
pudiera decirnos cosas de nosotros mismos que no vemos. Porque por mucho empeño
que pongamos, es imposible verlo todo de nosotros mismos sin ayuda externa.
Estamos demasiado metidos en nuestra propia historia para ser capaces de verla
con la objetividad que requiere. Es como si quisiéramos ver nuestros propios
ojos sin un espejo.
Por eso, la autoayuda, puede ser
“peligrosa” al darnos una falsa sensación de cambio. Y esta reflexión me
ha surgido a raíz entre otras cosas de personas que me comentan que
mi Blog les ha ayudado mucho. Y es algo que me satisface muchísimo como os podéis
imaginar, pero que también me obliga a lanzar alguna advertencia,
como lo hago con respecto a la autoayuda. Cuando leemos algo que parece que nos
sirve, puede ser que realmente nos sirva, pero también puede ser que
estemos sesgando nuestra percepción, acomodándola a nuestro mapa mental.
Es posible que estemos entendiendo lo que nos es
más cómodo entender. Puede ser que estemos resolviendo nuestra disonancia cognitiva. A veces, cuando de conocernos a
nosotros mismos se trata, nos hacemos trampas al solitario. A lo mejor estamos
“pensando la experiencia” en lugar de vivirla. Y de lo que se trata es de vivir
las cosas y sobre todo, de experimentarlas emocionalmente. Y para eso a
veces nos hace falta un referente externo y lo sé por propia experiencia.
Yo he leído muchos libros de psicología y
de autoayuda como os podéis imaginar. Y he puesto cosas en práctica de esas
lecturas y con buenos resultados en algunas ocasiones. Pero no por
ello he dejado de complementar eso, con la experiencia con otras personas. Y no
hablo de amigos, pues como ya dije en otra ocasión, un amigo tiene otra función. No es alguien que tenga
la suficiente objetividad, puede ayudarte en algunas cosas, pero su función no
es ser tu terapeuta. Cuando yo he querido hacer un cambio sustancial,
he acudido a cursos en donde pudiera tener aprendizajes vivenciales o
a psicólogos y terapeutas de lo más diverso. Aunque la tentación, teniendo
conocimientos y muchas herramientas, era hacerlo yo sola. Pero no he querido
autoguiarme en los momentos transcendentales. Y en esa combinación, entre
lecturas y la mirada del otro, es en dónde he obtenido los mejores resultados.
La ayuda de unos guías externos sirve para empujarnos, animarnos o llegado el
caso hacernos ver que el camino elegido por nosotros no era el más
conveniente para nuestro crecimiento.
Porqué además, una de las cosas más importantes en
cualquier proceso de cambio es vivir las cosas. Vivirlas, no pensarlas. Y es
una diferencia sustancial, pues muchas veces creemos que con sólo pensar en
algo o entenderlo, ya lo hemos vivido. Y nuestro cerebro necesita
experiencias reales para aprender de verdad, no sólo pensamientos.
Necesitamos vivir las cosas con todos los sentidos, para que causen una
experiencia de referencia en nosotros. Y son esas experiencias de
referencia las que nos ayudan de verdad a crecer y avanzar.
Por eso os animo a leer y aplicar
lo leído. Las buenas lecturas ayudan a abrir la mente e incluso a preparar el
camino posterior. Pero os conmino también a experimentar. A que busquéis,
probéis, testéis…pero sobre todo a que no os quedéis
quietos, dando vueltas al pensamiento. Nunca sabemos cuál será la
técnica, metodología o persona que nos ayude a hacer el “click”. Lo que sí que
os aseguro es que cuando notéis ese click sabréis que realmente ha sucedido. Y
en ese momento, todo lo que habéis hecho hasta entonces cobrará sentido. De
repente, como dijo Jobs, veréis que los puntos se unen.
¿Crees que una mirada externa puede ayudarte a
conocerte a ti mismo? ¿Sientes que el camino del autoconocimiento merece la
pena?
Si quieres puedes escuchar el post en formato podcast.
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