David Niño, profesor en el MIT, propugna entre ingenieros y
profesionales
un modelo de liderazgo basado en el humanismo
David Niño es profesor titular del Programa de
Liderazgo en Ingeniería Bernard M. Gordon del MIT. Además, dirige el
programa de liderazgo e innovación dentro del área Professional
Education que esta institución dirige al ámbito empresarial para la
formación de directivos y profesionales de todo el mundo. Firmemente
comprometido con propagar entre los ingenieros y el resto de profesionales de
la tecnología un estilo de liderazgo vinculado con el humanismo.
David, ¿cuáles son en
tu opinión los factores principales que explican que las empresas que no son
tecnológicas en su origen fundacional les cueste tanto innovar y transformar
sus culturas pese a intentarlo con inversiones y estrategias digitales?
Es una buena pregunta. Creo que todas las empresas luchan
para mantenerse al día para que sus innovaciones tecnológicas estén en la
vanguardia del mercado, pero existen muchos ejemplos de compañías que fueron
líderes en innovación durante un tiempo pero que después no lograron mantener
su estatus. Cada éxito o fracaso se explica por un conjunto de circunstancias
que son únicas y específicas. Por eso creo que para los líderes empresariales
es importante mantener una doble visión o perspectiva desde la que operar y
tomar sus decisiones.
La primera sería la mirada hacia fuera, es
decir, captar y entender los cambios que suceden fuera de su ámbito o de su
negocio principal, atentos tanto a los cambios que son más grandes y evidentes
como a los que resultan más sutiles. Y la otra mirada funcionaría hacia
dentro, para medir con honestidad cuáles son las capacidades que realmente
tiene cada uno e identificar todas aquellas que le faltan, y desde esa toma de
conciencia anticipar acciones que sirvan para mantener las fortalezas a largo
plazo a la vez que uno se arriesga en desarrollar otras nuevas.
Si buscas entre las distintas definiciones que existen en un
diccionario del término tecnología, te darás cuenta que siempre se
enfatizan aspectos muy diversos como, por ejemplo, la utilización óptima del
conocimiento científico, el proceso y los métodos aplicados para resolver un
problema, poder disponer de un compendio de habilidades y, como no, se resalta
que al final de todo sus efectos revierten en el mejoramiento de la humanidad.
Así que, volviendo a la pregunta, creo que coincide que las compañías exitosas
lo son porque, de un modo u otro, tienen fortalezas tecnológicas. Sin embargo,
la clave es entenderlas de verdad y simultáneamente tener la voluntad de
desarrollar formas alternativas de aplicarlas o bien de producir nuevas
tecnologías que todavía no forman parte de tu negocio principal.
Luego, el aspecto cultural al que aludes es complicado. En
mi opinión, las culturas se desarrollan durante largos períodos de tiempo y
cada compañía tiene su propia trayectoria (con sus propias subculturas). Aquí
también se aplicaría la regla empírica de fuera versus dentro.
Los líderes deben mirar hacia afuera, hacia culturas e industrias que sean más
grandes, y luego girar la mirada hacia dentro. Si los líderes no entienden cómo
son las culturas que prevalecen en sus organizaciones y las causas que las
determinan, será muy difícil adaptarlas o evolucionarlas en la dirección
adecuada.
A este respecto, un profesor de MIT, Edgar Schein, ha
escrito algunos libros extraordinarios que recomiendo (entre ellos Organizational
Culture and Leadership). Harrison Trice y Janice Beyer también han
publicado un libro muy completo sobre ello (The Cultures of Work
Organizations). En ellos explican cómo entender las culturas y cómo
adaptarlas. En pocas palabras, rodéate de líderes competentes en todas las
áreas de la organización para mover todas tus subculturas hacia nuevas
direcciones, y, algo vital, hazlo en equipo.
En los modelos de
educación de las mejores universidades y de las escuelas de negocio, ¿qué papel
crees que deberían tener en el futuro las humanidades como complemento a la
formación en tecnología? ¿Crees que es importante que los ingenieros y
matemáticos adquieran un cierto dominio de campos como la filosofía, la
antropología o la psicología?
Mi primer título universitario se centró en el estudio de la
filosofía griega. Y hasta el día de hoy (después de tres títulos más), aquella
formación en filosofía sigue siendo una de las experiencias de aprendizaje que
más valoro de mi vida.
Creo que las humanidades tienen mucho que ofrecer a los
estudiantes universitarios. En contraste con algunas áreas técnicas de
conocimiento, donde la experiencia humana aplicable tiene una vida útil corta y
que cada vez es más fácilmente obsolescente, creo que muchas de las preguntas
que se abordan en las humanidades son intemporales. ¿Quiénes somos (o, quién
soy yo)?, ¿cómo llegamos a saber?, ¿qué es el conocimiento?, ¿cómo nos
relacionamos unos con otros?, ¿qué es la moral? Son cuestiones que la esfera de
las humanidades te permite abordar desde infinitas formas y puntos de vista.
En el futuro, con los
avances en ingeniería biológica y en inteligencia artificial, tendremos que
comenzar a replantearnos cuestiones trascendentes como: ¿Qué significa ser
alguien de la especie humana? o ¿qué significa para una persona el saber? Por
ello, estoy convencido de que las humanidades terminarán por recuperar un lugar
destacado en nuestras escuelas y, lo que es más importante, en el transcurso de
toda nuestra vida.
Uno de mis mentores personales, Paul Woodruff, de la
Universidad de Texas en Austin, recientemente escribió la obra The
Garden of Leaders: Revolutionalizing Higher Education. En él alude al hecho
de que las humanidades no solo continúan desempeñando un papel relevante en la
educación de nuestros estudiantes universitarios, sino también en el desarrollo
de nuestros futuros líderes. Woodruff me enseñó a saber leer libros escritos
por filósofos griegos desde la mentalidad que estos tenían cuando fueron
redactados.
¿Por qué crees que el
pensamiento teórico está tan estigmatizado o devaluado en los últimos 30 años
en el terreno empresarial frente al pensamiento aplicado y prioritariamente
práctico? ¿Cuál debe ser el equilibrio ideal y qué papel debe desempeñar la
universidad para
Me formé como científico social para apreciar que la teoría
y la práctica no tienen que ser formas de conocimiento opuestas. La buena
teoría puede ser práctica y la buena práctica puede ser documentada por la
teoría.
El MIT tiene un lema en latín, Mens et manus (algo
así como mente y mano), que representa la aspiración de nuestra
institución de educar a los estudiantes para aplicar lo que aprenden.
Recientemente, el MIT ha llevado a cabo la campaña Un mundo mejor,
que eleva esta aspiración un paso más hacia el ideal de educar a la juventud
para que apliquen lo que aprendan con la meta superior de buscar la mejora de la
sociedad. Representa un bonito ejemplo de lo que enseño: el liderazgo.
Si te autoanalizaras
a ti mismo, ¿cuáles crees que son tus mejores fortalezas, destrezas o
actitudes? ¿Coinciden con las que más te valoran en el mercado de trabajo?
He realizado conmigo mismo múltiples autoevaluaciones y creo
tener cierto criterio objetivo sobre cuáles son mis puntos fuertes. Básicamente
son dos: el amor por el aprendizaje y estar siempre
motivado para realizar un impacto positivo. Dado que mi trabajo en este
momento es ser un educador en liderazgo, mis fortalezas coinciden con las
propias demandas que tengo que ser capaz de suministrar.
En general, cualquiera de nosotros se beneficiaría de
pararse a entender el contenido y alcance de las fortalezas que poseemos y evaluar
si estas cumplen con nuestras demandas actuales. De la misma forma, creo que es
importante considerar lo que nuestro Yo del futuro podría
exigirnos y preocuparnos en desarrollar otras fortalezas.
Actualmente, estoy tratando de aprender cómo ofrecer conocimientos
de modo efectivo a través de los cursos online en los que participo, y esto me
está obligando a ser creativo y tener que desarrollar nuevas habilidades que no
tengo tan experimentadas. Crear nuevos puntos fuertes es un trabajo duro, pero
eso es lo que se necesita para crecer en nuevas áreas de contribución.
¿La inteligencia
artificial fuerte y la potencial superinteligencia transformarán
para siempre el papel de las universidades, y especialmente el rol del profesor
o educador?
No soy un experto en la materia pero creo que cambiará la
forma en que los estudiantes universitarios aprenderán en el futuro. Las
tecnologías basadas en la IA van a permitir el aprendizaje personalizado para
cada alumno. El próximo semestre desarrollaré una inmersión sobre este tema
porque comienzo a impartir una nueva clase bajo el título Engineering
Leadership in the Age of AI. Así que podemos retomar esta pregunta al año
que viene ya que espero estar mejor informado para entonces y con alguna
valoración crítica que aportar.
¿Cuál crees que será
el perfil de competencias más importantes del profesor de secundaria y
universitario en los próximos quince o veinte años? ¿Cómo repercutirá este
cambio en la práctica del liderazgo en los futuros empresarios y directivos?
El 13 de julio llevé a cabo una consulta de búsqueda
para educador del futuro en Google y obtuve 217 millones de
resultados. Volví a hacer otra consulta de búsqueda para líder del
futuro y obtuve 928 millones de resultados. Estas cifras ya dan una
idea clara sobre nuestros intereses colectivos.
Esta pregunta podría convertirse en una de las más
importantes para nuestra historia compartida. Para los educadores, así como
para los líderes, es probable que haya un conjunto básico de habilidades que
perdurarán siempre con el tiempo (por ejemplo, cómo desafiar la capacidad de
comprender lo desconocido, o cómo facilitar el aprendizaje y crecimiento de la
inteligencia de una manera positiva). Pero creo que los avances en tecnología
(especialmente en inteligencia artificial) darán forma al futuro de estos dos
roles, de mismo modo que también determinarán la dirección que toman otros
problemas globales, especialmente el cambio climático, las diferencias
económicas y las inestabilidades políticas.
La Cuarta Revolución
Industrial está provocando que, desde ciertos ámbitos económicos y culturales,
se esté considerando que en el largo plazo (hacia el último cuarto de este
siglo XXI) un porcentaje creciente de la población mundial es posible que no
tenga la posibilidad de trabajar en toda su vida. Si este escenario radical se
cumpliera, ¿cuál podría ser la misión de la tecnología para suavizar las
consecuencias sociales? ¿Es importante prodigar una identidad ética en el
progreso tecnológico (y las empresas que lo representan) para responsabilizarse
de las consecuencias que suponen sus hallazgos en las sociedades?
Existe una gran preocupación acerca de si las tecnologías
habilitadas por la IA eliminarán o crearán más empleos en el futuro. El MIT se
toma muy en serio este tipo de preocupaciones éticas y sociales, y tenemos
varios comités de profesores que recientemente han sido convocados para
comenzar a abordarlos. También estamos viendo que se forman foros y comités
éticos para gestionar la IA. Pero un aspecto que no podemos obviar es que los
códigos éticos no afectan necesariamente a los comportamientos ni las acciones
reales.
Hace dos décadas fui coautor, junto con Janice Beyer, de un
artículo académico titulado Ethics and Cultures in International
Business. En él, instamos a los líderes empresariales a estudiar
cuidadosamente cómo se implementan los códigos éticos en sus organizaciones y a
que ellos mismos debían ser la herramienta principal para que estos pasen a
formar parte del mundo real, dicho de otro modo, ellos deben ser los modelos
a seguir. Hoy sigo pensando lo mismo.
La mejor formación de
MIT Professional Education ahora está disponible en español y en versión
online, como el programa Liderazgo en la Innovación que has
venido a presentar a España a través de un workshop sobre la
materia. ¿Esta eliminación de barreras geográficas e idiomáticas en la formación
puede contribuir a mitigar las desigualdades de la revolución digital?
El aprendizaje digital ciertamente ha permitido que
bastantes más personas de lo que era habitual tengan acceso a educadores
procedentes de universidades de otros países. Me encanta que mi clase en
español del MIT haya formado a tantas personas de habla hispana por todo el
mundo. Un hecho que me hace corroborar que el aprendizaje digital está
proporcionando un acceso a una educación de calidad rompiendo con algunas de
las tradicionales barreras sociales, especialmente las que forman parte de los
propios modelos de las universidades más selectivas. Ahora bien, como enfatizo
en mis propias clases de liderazgo, el aprendizaje es solo una
parte de la ecuación a la hora de tener un impacto positivo en las vidas de
otros.
El aspecto diferencial es lo que a los estadounidenses nos
gusta decir de pasar a la acción, es decir, reunir a las personas
en torno a un propósito común para que hagan algo que sea significativo y que
nos enriquezca a todos. No siempre funcionan las herramientas digitales para
hacer el trabajo duro del liderazgo. Se podrían incluso dejar de lado todas
esas herramientas y enfocarnos en practicarlo entre nosotros de una manera
esencialmente social y, por ello, más natural y directa.
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