Las rutinas desaparecen o, en el peor de los casos, cambian,
y esto nos obliga a dejar de conducir por la vida con el piloto automático, a mirar
las cosas desde otra óptica, y con menos prisas. Es el momento para percibir lo
que pasaba desapercibido.
El verano es contraste. Es sol y sombra. El momento de abrir
el abanico… de posibilidades. Es época de revelaciones y revoluciones, de
revelar y de rebelarse. Un tiempo para abrir los ojos tras las gafas de sol.
Para dormir más, pero también para despertarse.
Un libro, una conferencia, una buena charla con amigos sin
la presión de tener que madrugar al día siguiente, esos son mis despertadores preferidos.
Este verano he seguido surfeando en la ola ágil (o agile)
que estamos viviendo condicionada por una sociedad (y mercado) donde la
innovación (y el riesgo controlado) se ha convertido en requisito indispensable
para aquellos que pretenden ser referencia en algún campo.
Son varias las personas que me recomendaron el libro “Reinventar
las organizaciones” de Frédéric Laloux, que ahora reposa en mi lista de
próximas lecturas. Había leído artículos sobre sus ideas, pero me faltaba
profundizar en ellas. De primeras me sorprendió gratamente que tiene el mismo
prologuista (Ken Wilber) que otro gran libro “Conscious Business” de
alguien a quién siempre cito como mi referente: Fred Kofman.
Me decidí, mientras llega el turno de lectura del libro, a
ver una conferencia de Laloux, aprovechando las vacaciones, y mis sospechas se
hicieron realidad. Es otra vuelta de tuerca a algunas ideas que van en
consonancia con las de otros autores que cito de vez en cuando escribo sobre
motivación (Daniel Pink) o liderazgo (Joiner & Josephs). Se
vuelve a hablar de autogestión y propósito. Se vuelve a hablar de valores. Y no
puedo negar que me alegra.
Pero, bueno, dejando esta bibliografía y el academicismo a
una lado, que estamos en Agosto, esta conferencia me sirvió de excusa para
llevar a esos foros dónde se resuelve el mundo la pregunta que da título al
post de hoy.
Los foros de los que hablo son, por supuesto, esas charlas
en una terraza que se dan en vacaciones, en compañía de amigos y un tinto de
verano.
¿Podría funcionar vuestra empresa sin jefes?
Huelga decir que yo creo que sí. Que no creo que sea una
tarea fácil, que implica paciencia y fe, pero que sin duda es el lugar al que
debemos dirigirnos. Ojo, la ausencia de jerarquía, no implica la
ausencia de reglas, ni tampoco la de referentes. No hablamos de anarquía
hablamos de autogestión, responsabilidad y propósito compartido.
Dicho esto lo que quería compartir con vosotros son las
reacciones comunes a la pregunta que formulaba. La primera respuesta siempre es
la risa jovial (¿estás de broma?), que se vuelve nerviosa cuando digo que esto
va en serio y que las empresas más innovadoras se están subiendo a este carro.
Después llega el momento de echar balones fuera: sería
bonito pero no estamos preparados, hay mucha gente que se escaquearía, nos han
enseñado así desde la escuela…
Sin embargo, cuando llevo la cuestión al plano
individual, ¿podrías hacer tu trabajo sin la necesidad de un jefe?, la cosa
cambia. Todo el mundo piensa que un plazo razonable de tiempo podría asumir
esa responsabilidad. Ya no es algo tan utópico o irreal.
Y aquí me quedo por hoy, quizás deje para otro día, fuera
del horario infantil, las reacciones que escuché cuando se me ocurrió hablar de
un sistema de retribución y reconocimiento trasparente, donde cada uno decide
su propia subida salarial, sin más condición que tener que justificarlo con
datos ante los demás.
Mi conclusión es que ese último paradigma evolutivo
que propone Laloux es posible y deseable, pero que implica un duro trabajo de
desaprendizaje, construido desde lo individual y enfocado a la creación de
nuevos principios que nos permitan trabajar como una colectividad inteligente y
autogestionada.
Y vosotros, ¿qué opináis?
fired by Creative Stall from the Noun Project
No hay comentarios:
Publicar un comentario