En una era de contantes cambios las empresas están buscando
incorporar nuevos modelos de organización que les permita ser
más agiles y solventes a la hora de dar respuesta a los retos que la era
digital plantea. Uno de esos nuevos sistemas que se están introduciendo se
llama holocracia, un concepto creado en 2007 por Brian Robertson, fundador de
Ternary Software.
Este modelo organizativo se basa en la experimentación y la
democracia, pues implica un incremento de la autogestión de los propios
profesionales, que trabajan sin jerarquías, pero que también necesita de un
consenso que da unidad y cohesión a todas las decisiones particulares que se
toman.
“Una de sus virtudes es que los jefes ya no asumen y
responden por todo y por todos, dejan de ser omnipotentes, hay cada vez más
líderes y menos jefes”. Así lo destaca un artículo publicado por el diario El Deber, que añade: “A
su vez, cada trabajador asume la responsabilidad y la competencia según
su rol asignado y el objetivo común de la organización. El poder que
tenían los jefes se distribuye entre cada uno de los empleados”.
Sin embargo, este modelo también plantea dudas,
especialmente después de que grandes empresas como Google, Netflix o Zappos lo
hayan tratado de incorporar sin mucho éxito. Hasta su propio autor dice de él
que “no es la fórmula perfecta” y que “tampoco resolverá todos los dilemas de
una organización”. Pero entonces, ¿por qué instaurar una holocracia? Según el
artículo, la respuesta a esta pregunta se encuentra en la necesidad de una
mayor agilidad que buscan obtener las compañías hoy día.
Este modelo “permite superar el sistema jerarquizado
de autoridad -enraizado en la nuestra cultura organizacional actual-
que conduce a una relación entre el jefe y el subordinado casi paterno-filial,
en la que el subordinado, pudiendo contar con autonomía de decisión, debe
consultar y someter todo a criterio del jefe”, destaca. Este sistema de
jerarquías es, precisamente el que desafía, la holocracia, donde cada
profesional tiene el poder para dirigir su propia función al servicio del
propósito de la organización.
De este modo, este sistema organizacional da cabida, según el diario El Deber, a “las teorías del liderazgo
compartido, liderazgo colectivo, liderazgo lateral, liderazgo participativo
abogan por que el proceso de toma de decisiones en las organizaciones no sea
siempre de arriba hacia abajo, sino también pueda ser al revés”.
“Lo más virtuoso de la holacracia es que empodera a las
personas para tomar decisiones significativas en la búsqueda del propósito de
su organización, pero también, para muchos, hace parte de su salario emocional,
el que no se toca, no se ve, pero se siente”, concluye el artículo.
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