Dan Levy, profesor e investigador de Políticas Públicas en la
Universidad de Harvard. Tengo 46
años y he dedicado 20 a investigar qué políticas públicas funcionan y cuáles
no. Nací en Venezuela: cuando la ideología sustituye al conocimiento, los
países fracasan. Cientos de universidades no existirán dentro de 20 años,
porque ya no ofrecen nada que no puedas aprender sin ellas.
Algo más que cercanía
Hasta ahora no era necesario ser el mejor profesor: bastaba
con ser el más cercano. Por eso, muchas universidades no se esforzaban en ser
las primeras: tenían suficiente con ser las primeras a las que podías ir. Levy,
asesor de la Fundació La Caixa, advierte de que el coste cero digital en la
copia y transmisión de contenidos liquida esa ventaja. Cuando la mejor clase de
cualquier asignatura está al alcance de cualquiera en cualquier momento y
lugar, los docentes y las universidades tienen que replantearse qué están
aportando. Levy también explica que los países, como Venezuela, que anteponen la
ideología al conocimiento, reducen la complejidad de la realidad a su catecismo
populista, y acaban pagando las consecuencias.
¿Va a enseñar usted
algo nuevo este curso?
La pregunta que todos los profesores nos estamos haciendo en
Harvard ahora es: ¿qué puedo enseñar yo mejor que nadie?
Y cada maestrillo
tiene su librillo.
Pero los maestrillos que no sean los mejores en algo, como
las universidades que no sean las primeras en un segmento, desaparecerán. Van a
cerrar muchísimas en todo el mundo.
¿Por qué?
Porque esas ya no hacen falta.
Hay otras muchas
cosas que cerrar antes que universidades.
Seguirán funcionando las que se repiensen a sí mismas en la
sociedad digital. Ya no tiene sentido que miles de universidades en todo el
planeta tengan a sus profesores dando la misma clase de cálculo infinitesimal,
por ejemplo, cuando hay uno que es el mejor.
Bueno, pero el mío es
el que está aquí.
Ya no: la clase del mejor se puede grabar, editar, subir y
repetir un número infinito de veces en cualquier soporte en cualquier sitio.
¿Y las barreras del
idioma, la cultura...?
Habrá un profesor de referencia en cada segmento; en cada
especialidad y en cada línea.
Pero no es lo mismo
ver una clase en vídeo que tener al profesor delante.
El profesor de referencia en cada materia grabará sus clases
y serán el punto de partida para todos. Esa dinámica acabará por imponerse y
pondrá en crisis a las universidades que no se adapten y no creen valor.
¿Cómo pueden
adaptarse?
Personalizando mucho más la enseñanza, para empezar, y la
investigación. Ya no tiene sentido dar la misma clase año tras año para un
montón de alumnos que apenas conoces.
Usted es de referencia:
¿ya lo hace?
Yo he descubierto, como muchos de mis colegas en Harvard,
que los alumnos deben de llegar a clase con los contenidos ya trabajados, por
ejemplo con esas clases a distancia. Luego los personalizamos. Los profesores
que sólo suelten su discurso están perdidos.
¿Es una dinámica a
largo plazo o es ya?
Una prestigiosa universidad californiana anunció hace poco a
sus profesores de filosofía que podían irse a casa, porque su seminario lo
impartiría desde Harvard un filósofo de referencia, Michael Sandel.
Como si fuera una
estrella del rock.
Por supuesto que eso no va a pasar sin la resistencia de los
demás profesores a ser subordinados al de referencia. Éstos le enviaron una
carta al propio Sandel quejándose.
Pobres: qué mal rato.
Veremos situaciones así en todo el mundo.
¿Por qué nos suena ya
tan familiar?
Porque la sociedad digital y su coste cero para la copia y
transmisión de contenidos está generando a diario esas dinámicas de “el ganador
se lo lleva todo” en todos los sectores.
Por ejemplo.
Los periodistas que repiten como loros lo que pasa también
van a desaparecer. Sólo quedarán los que aporten valor. Dar la noticia y
redactarla ya lo pueden hacer los robots.
¡Qué nos va a contar!
El Pulitzer Thomas Friedman nos lo ha explicado con detalle
en Harvard: sólo quedarán los actores de referencia –diarios y periodistas– en
cada segmento de la información y la opinión de los contenidos de actualidad.
De nuevo el ganador
se lo llevará todo.
Y el ganador será quien aparezca ante la audiencia como
único, porque ofrece el mejor valor en su segmento.
¿Y si eres de los
buenos, pero nadie sabe quién es el mejor?
El desafío está en encontrar el segmento en el que eres
único y perfeccionarte hasta ser el mejor, porque ofreces algo genuino.
Usted nació en
Venezuela...
Soy de familia judía sefardí y ahora vivo en Boston, pero
nací allí, sí. Y me doctoré allí.
¿Cómo un país tan
rico llega a tan pobre?
La pregunta sería: ¿por qué Venezuela tiene las
instituciones, tan débiles, que tiene?
¿Por qué le pasa eso
a Sudamérica? ¿Hay algún país allí que no las tenga?
Chile, porque no se atreve a hacer con su economía los
experimentos ideológicos que otros países no dejan de ensayar. Y de sufrir.
¿Por qué los chilenos
no arriesgan en utopías las cosas de comer?
Porque tiene un cuerpo de técnicos sólidos formados en
universidades de prestigio y en su Banco Central y saben de qué hablan cuando
hablan de economía y de lo importante que es para el bienestar de la gente.
Por ejemplo.
Tuve un profesor allí, Andrés Velasco, que fue ministro
cuando el cobre estaba caro y todos los partidos le pedían que gastara ya en
necesidades inmediatas de los chilenos el dinero del fondo del cobre...
Un fondo que instituyó
el estado chileno y que pertenece a todos los ciudadanos.
Pero él aguantó las presiones y lo ahorró. Y fue lo mejor
para todos, porque dio fiabilidad a la economía chilena. Chile salió
fortalecido y hoy los chilenos viven mejor que si se lo hubieran gastado en ese
momento.
Supongo que nadie se
lo agradeció.
Pero como economista hizo lo correcto. Mire a Trump: no es
lo mejor para el país, pero es popular y ha ganado las elecciones.
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