Ante los desastres
climáticos, hay quienes plantean la necesidad de estudiar, por ejemplo, cómo
transformarla fuerza de los huracanes en energía eléctrica; una pregunta que
flota: ¿puede la Tierra llegar a ser como Venus?
Entre tanta noticia trágica con los efectos de los recientes
huracanes en el Caribe, la publicación satírica The Onion se tomó el tema, días
atrás, con humor: "Los climatólogos
dicen que la mejor esperanza para la humanidad es que los huracanes empiecen a
girar en dirección opuesta y se cancelen entre ellos". El artículo
citaba a una fuente ficticia de la Oficina Nacional de Meteorología de EE.UU.
que sostenía: "A esta altura, creemos que la última y mejor chance de
supervivencia de la especie humana es que dos megahuracanes giren en dirección
opuesta, a exactamente la misma velocidad, y se cancelen entre ellos".
Los vientos de intensidad récord recientemente registrados
(hubo hasta ahora, en lo que va del año, 13 gigantescas tormentas en el
Atlántico, con nombre propio) pusieron de nuevo en el centro de la escena de
debate al cambio climático: si bien está en discusión el hecho de que el
aumento de catástrofes naturales esté relacionado con la contaminación, de lo
que no hay dudas es de que las modificaciones medioambientales contribuyen de
manera directa a que los efectos de estos desastres sean mucho más dramáticos,
en costos materiales y en vidas humanas. La agenda de la
"exponencialidad" en el avance de la ciencia y la tecnología aquí
tiene algo para decir: como la velocidad de deterioro es mucho mayor que la de
reemplazo gradual de combustibles fósiles, se necesitarán ideas muy originales
y disruptivas para poder llegar a "tacklear" el problema a tiempo. No
tan alocadas como la de la nota humorística de The Onion (los huracanes, por
motivos del funcionamiento de la atmósfera, siempre giran en la misma
dirección). Pero casi: esta semana el astrofísico Neil deGrasse Tyson -el
presentador de la renovada serie Cosmos- sostuvo que la ciencia y la ingeniería
deberían descubrir pronto cómo convertir la fuerza de los huracanes en energía
eléctrica. "Creo que ésta sería una actitud mucho más constructiva que
salir huyendo en auto y gritar que hay que comprar agua y papel
higiénico", dijo el heredero de Carl Sagan en Cosmos.
Se estima que un tifón tropical promedio libera unos 600
terawatts de energía, una cantidad enorme, pero mucho más difícil de
"domar" que otras fuentes naturales (energía solar, eólica,
represas), debido al carácter móvil de los huracanes. A pesar de todo, en Japón
y Miami ya hay prototipos construidos de turbinas para capturar una parte de la
energía involucrada en estos fenómenos naturales.
El experto en energías renovables Alexis Caporale remarca
que las noticias que vienen apareciendo este año dan cuenta de un abaratamiento
y demanda de energías alternativas mucho más pronunciado que el que se había
pronosticado. "En este campo no tenemos ni idea de las proyecciones y
siempre la realidad supera lo que los expertos vaticinan. Pero en lo que es
renovables y autos eléctricos te diría que la tendencia ya es irreversible. No
porque sea fácil sino porque ya el combo «tecnología más infraestructura más
decisiones macro más impacto económico» está resuelto", explica.
A pesar de los pedidos de Donald Trump para revivir la
extracción de carbón, en los últimos doce meses -por primera vez en la
historia- la energía solar fue la opción de mayor crecimiento en el mundo, y
dos tercios de la energía agregada en el último año corresponden a fuentes
alternativas, sostuvo el miércoles un reporte de la Agencia Internacional de
Energía citado por The Guardian.
"Seguro van a aparecer disrupciones que nos sorprenderán
(por suerte)", dice Caporale, que también es miembro del Instituto Baikal.
"Las grandes incógnitas siguen siendo el almacenamiento que termine siendo
ganador (hoy litio, mañana litio, pasado no sé), un posible resurgimiento de
energía nuclear a baja escala, el reordenamiento de muchas industrias (y
ciudades) a partir de que el transporte sea autónomo, y otras avenidas de
impacto. Lo que toca ahora es hablar de deforestación vs. regeneración de
ecosistemas, ganadería vs. carne sintética, penalidades a la ineficiencia
energética, este tipo de cuestiones".
Entre las turbinas para huracanes de DeGrasse Tyson y la
llegada de nuevas disrupciones que permitan desacelerar y revertir el proceso
de degradación del medio ambiente se cuela una disciplina que parece sacada de
novelas futuristas: la "geo-ingeniería", que promueve intervenciones
humanas a escala enorme para influir en el clima.
El astrofísico David Grinspoon sostuvo la semana pasada que
la geoingeniería podría ser el camino de salvación frente al deterioro
ambiental y al efecto invernadero, por el cual se prevé que -en un escenario
optimista- para fin de siglo la Tierra tendría una temperatura promedio por lo
menos dos grados Celsius más elevada que la actual. Grinspoon es un experto en
planetas del sistema solar, que han cambiado drásticamente sus condiciones
climáticas en períodos largos, como Venus y Marte, y cree que allí hay pistas
para prever las modificaciones que ocurrirán con el clima en la Tierra, más
allá de los efectos del hombre. El astrofísico conversó sobre estos temas con
el medio digital Futurism, que tituló a esta producción: "La
«venusificación» de la Tierra: ¿El
cambio climático nos terminará convirtiendo en un planeta como Venus?".
Uno de los centros de geoingeniería más renombrados a nivel
académico es la Universidad de Oxford, en Inglaterra, donde hay varias líneas
de investigación y propuestas que se engloban en dos categorías: tratar de que
una parte de la energía solar no llegue a la Tierra (solar radiation management o SRM), colocando reflectores
gigantescos en el espacio, por ejemplo; y por otro lado esfuerzos de distinto
tipo para remover dióxido de carbono de la atmósfera.
¿Será la
geoingeniería una de las carreras con demanda caliente en un futuro cercano?
Esta semana, en Twitter, Daniel Molina (@rayovirtual)
dudaba de este tipo de pronósticos y recordaba cómo en los 60 se impulsaba a
seguir la carrera de "Perfoverificador": una especialidad muy
requerida para las computadoras de empresas y del gobierno por entonces, que
usaban los sistemas de tarjetas perforadas. La geoingeniería hoy remite más a
las películas de cine catástrofe, donde hay que modificar el eje de rotación
terrestre o frenar el impacto de un megameteorito. Pero tal vez pronto
escuchemos más de ella, con posgrados en domesticación de huracanes, espejos
espaciales y otras técnicas que hoy parecen de ciencia ficción.
Sebastián Campanario
Sebastián Campanario
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