Reflexionando sobre el último libro de Simon Sinek (“Los
líderes comen al final”), un optimista a prueba de todo cuya conferencia
(‘start with why’) es la segunda más vista en TED, comparto una idea poderosa
que se puede aplicar tanto a los equipos de alto rendimiento (EAR) en el
deporte como, por supuesto, en la empresa. Me refiero al concepto de ‘círculo de seguridad’ como la
responsabilidad que tiene el líder de crear un espacio privilegiado en el que
sus colaboradores se sientan a salvo, importantes, reconocidos y valiosos, de
manera que puedan enfocarse en el ‘nosotros, juntos, nuestro’ en lugar de en el
‘yo, mío, mi’.
Recoge el libro una historia de Esopo (s. VI A.C.) en la que
cuenta cómo un león solía acechar en un campo en el que pastaban cuatro bueyes.
Muchas veces intentaba atacarlos, pero siempre que se aproximaba, los bueyes se
ponían rabo con rabo, de manera que, independientemente de por donde se
aproximara el león, se encontraba con los cuernos de uno de ellos. Sin embargo,
al final acabaron peleándose entre ellos, y cada uno se fue a pastar a solar en
una esquina del campo. Entonces el león los atacó uno por uno y pronto dio
buena cuenta de todos.
Lo cierto es que el mundo que nos rodea está lleno de
peligros acechándonos. No es nada personal, así son las cosas. En todo momento
hay fuerzas incontroladas que, incluso de forma inconsciente, actúan para
obstaculizar nuestro éxito y desarrollo. Lo realmente preocupante para un líder
es que dentro de su propia organización también existen fuerzas muy peligrosas
y amenazadoras que, a diferencia de las externas, sí debería controlar.
Cuenta también en el libro que, según afirma Steven Pressfield
en su relato de la batalla de las Termópilas (en la que se basa la película
300), el crimen más grave que podía cometer un espartano durante una batalla
era la pérdida de su escudo. “Los espartanos perdonan sin castigo alguno al
guerrero que pierde su casco o su coraza en la batalla, pero castigan con la
pérdida de sus derechos de ciudadanía al hombre que pierde el escudo”. El
motivo era sencillo: “Un guerrero lleva el casco y la coraza para su
protección, pero lleva su escudo para proteger a toda su cohorte.”
De igual manera, la fortaleza, la productividad y la
sostenibilidad de una compañía no depende exclusivamente de la calidad de sus productos o servicios,
sino del grado de cohesión, cooperación y compromiso que muestran sus
integrantes. El ‘círculo de seguridad’ resulta imprescindible para poder
defendernos juntos ante los desafíos y los peligros externos que muchas veces
no podemos controlar, confiando cien por cien en que disponemos de los escudos
de nuestros compañeros para protegernos en la batalla, que nadie nos apuñalará
por la espalda ni nos abandonará indefensos ante la adversidad o frente al
enemigo.
Los líderes necesitan co-crear dentro de sus organizaciones
una cultura sólida basada en un conjunto de valores, principios y creencias
compartidas que proteja a sus integrantes de los peligros internos, tales como
humillaciones, intimidaciones, faltas de respeto, abusos, aislamiento o la
generación de sentimientos de incompetencia, estupidez o inutilidad, ya que,
sin un ‘círculo de seguridad’ poderoso, las personas se ven obligadas a dedicar
demasiado tiempo, recursos y energía a defenderse de sus propios compañeros, en
lugar de atender a los retos y amenazas externas.
Necesitamos líderes
capaces de crear ‘círculos de seguridad’ que cuiden de todos los miembros de la
Organización, no únicamente de los más cercanos o de unos pocos elegidos,
sino de todos pues, sin la protección del ‘círculo’, aquellos que estén
alejados del líder se ven obligados a trabajar solos y abandonados a su suerte
o en pequeñas tribus, y así se van formando camarillas, deja de fluir la
información, la comunicación se hace inexistente y aparecen las relaciones y
conversaciones tóxicas, la desconfianza y la inseguridad, todos ellos síntomas
evidentes de la falta de compromiso. Como los bueyes de Esopo, condenados al
desastre.
Entiendo que las empresas que están afrontando grandes
dificultades o que únicamente aspiran a cumplir con unos objetivos anuales o,
sencillamente, a mantenerse vivas, no vean como una prioridad anteponer el
cuidado de las personas a los resultados económicos, pues las amenazas que
vienen de afuera son demasiado grandes para preocuparse por cómo se sienten los
de adentro… pero se equivocan.
Los líderes
transformadores saben que las personas merecen ser tratadas como seres humanos
a los que hay que proteger, en lugar de como recursos a los que hay que
explotar, y son muy conscientes de que, como los espartanos, la fuerza de sus
equipos no proviene únicamente de la agudeza de sus lanzas sino, sobre todo, de
la voluntad de sus integrantes para ofrecer a sus compañeros la protección de
sus escudos, de crear ‘círculos de seguridad’ poderosos que les ayuden a
afrontar juntos, como un verdadero Equipo
de Alto Rendimiento, los complejos y exigentes retos a los que deberán
enfrentarse.
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