El pasado mes de febrero unos hackers se infiltraron en la
red informática de la aseguradora sanitaria Anthem, la segunda más grande de
Estados Unidos, y accedieron a datos de ingresos, números de seguridad social o
direcciones postales y de correo electrónico de unos 80 millones de sus
clientes. Nada nuevo, simplemente un día normal en Internet.
El incidente es uno más de la lista de ataques informáticos
que vemos en las noticias con relativa frecuencia. Después de un ataque como
ese, surgen docenas de informes que nos avisan de la seriedad de la amenaza y
que se cuestionan la capacidad de las empresas de Tecnologías de la Información
(TI) para custodiar los datos de los clientes y actuar rápidamente en caso de
sufrir algún tipo de robo de datos o
ataque informático.
Muchos clientes se preocupan seriamente ante esas noticias,
protestan y exigen que se tomen las máximas medidas de protección de datos, y
muchos otros simplemente se encogen de hombros. Personalmente, en los días
posteriores a que leyera la noticia del ataque a Anthem, me conecté a mi banco
desde el portátil, compartí información confidencial sobre los resultados de
mis análisis médicos en la web teóricamente segura de mi médico, reservé unas
entradas de cine desde el iPad y compré un juego para mi smartphone y lo pagué
desde el dispositivo. Nada nuevo, simplemente un día normal usando servicios
alojados en la nube.
Esta proliferación de ataques informáticos tienen una causa:
la nube. Debido a ella, las empresas
han elegido alojar sus datos en todo tipo de lugares, con todo tipo de
proveedores, y han prometido ponerlos a la disposición de sus clientes de todas
las maneras posibles. Así que la nube proporciona a los hackers una forma de
acceder a datos e información que robar y de la que aprovecharse. Pero aún así,
no deberíamos dejar de usar la cloud, porque de hecho cada vez tiene más
utilidad para todos nosotros.
Es cierto que la nube tiene sus inconvenientes: La
preocupación inevitable por la seguridad, el coste de migrar los antiguos
sistemas a la nube, la necesidad de cambiar procedimientos internos, y también
el coste mensual de los servicios cloud, que puede ser significativo para
algunas empresas. Pero, sin duda, son más las razones que aconsejan contratar
servicios cloud: Permite a las empresas recoger y procesar enormes cantidades
de datos, ahorrar dinero adaptando los recursos técnicos de los que pueden
disponer a sus picos de demanda; también proporciona a clientes y empleados
acceso rápido y permanente a cualquier operación y a cualquier dato, que están
disponibles 24/7 y que algún otro opera y mantiene, alguien que muy
probablemente cuesta menos y es más competente y experto que el tradicional
informático de la empresa.
Además, los servicios en la nube están perfectamente
adaptados para poder ser usados desde el móvil. En 2014 el 25% del tráfico de
Internet se generó desde un móvil, cuando hace sólo cinco años ese porcentaje
no era más que del 1%. El coste medio de un smartphone pasó de 430 dólares en
2008 a 335 dólares en 2013, con modelos cada vez más potentes y más baratos
cada día. Todo esto hace que en España en torno al 70% de los teléfonos móviles
que tenemos ya sean inteligentes, con lo que es de prever que en un futuro nada
lejano se genere más tráfico de Internet desde el móvil que desde el ordenador
convencional. Hay que estar preparados para ello, y los servicios en la nube nos serán de gran ayuda.
Además, el coste de la nube también está cayendo. Si medimos
la capacidad de procesamiento de un servidor en función del número de
transistores que lo componen, un millón de transistores cuesta hoy cinco
céntimos de dólar cuando en 1990 costaban 527 dólares. Y los costes de
almacenamiento de 1Gb de datos han pasado en el mismo periodo de 569 dólares a
solo dos céntimos de dólar. Es decir, que el mismo servicio cloud cuesta hoy
unas mil veces menos que lo que podía costar hace 25 años.
La nube ha ganado.
Hoy en día hay 2.600 millones de usuarios de Internet, la mayoría de los cuales
usa algún tipo de servicio en la nube. Y aunque las empresas y los clientes
finales están preocupados por la seguridad de sus datos, los beneficios de los
servicios cloud compensan con creces sus problemas. Seguro que en el futuro
veremos otros incidentes como el de Anthem, que pondrán en peligro información
confidencial y que, por qué no decirlo, constituirán una amenaza para nuestra
intimidad y privacidad. Es el inevitable precio que pagamos a cambio de ser
mucho más eficientes y competitivos al utilizar soluciones en la nube.
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