Estos tiempos de cambio, convulsión y ebullición social,
económica y tecnológica han puesto del revés la situación de falsa estabilidad
en la que muchos profesionales y organizaciones vivían. Los cimientos y pilares que sostenían los
paradigmas de unos y otros se han tambaleado de forma sobresaliente, y, en
muchos casos, se han venido abajo literalmente.
Hemos vivido la
tormenta perfecta que ha arrasado el atrezzo que decoraba nuestra comodidad y
tranquilidad profesional y personal. Aunque se ha convertido en un tópico,
lo cierto es que la debacle económica se ha llevado por delante sin
contemplaciones (entre otros…) el paradigma de la seguridad profesional y el
del empleo para toda la vida.
Aunque resulte una
paradoja, aquellos profesionales que vivieron en primera persona los efectos de
la riada cuentan hoy con una ventaja competitiva frente a aquellos que
consiguieron sobrevivir agazapados a los efectos devastadores de la
“des-coyuntura” económica.
Los primeros, tuvieron que enfrentarse al día después, al
encogerse del hombros, al preguntarse ¿y ahora qué?, a la reconstrucción de su identidad
profesionalmente y a la reparación de su auto-estima emocional, a la incómoda
pero necesaria conversación(es) con su ego, y finamente a la desconcertante
pero apasionante aventura de aprender a caminar de nuevo…
Aunque muchas personas siguen sumidas en ese proceso de
rehabilitación y reconstrucción, para muchas otras, la crecida que les llevó
por delante les ha permitido resurgir como el ave fénix o, en el mejor de los
casos, darse una segunda oportunidad en su vida profesional, y, sobretodo, ser
conscientes de que su zona de confort,
la que les protegió durante años, resultó ser un espejismo, un falso
llano, una, paradójicamente, incómoda ilusión…
Los segundos, son todos los demás, los que consiguieron
agarrarse al proyecto estratégico de turno, los que no tenían su función
duplicada, a los que alguien les tendió la mano in extremis, los testigos de la
riada que siguieron acudiendo a su trabajo cada mañana, quizás con algo menos
de ilusión y más dudas, quizás con menos expectativas y más temor del
necesario…
Ahora que el mercado se despereza es tiempo de hacer
balance, pero sobretodo es tiempo de aprendizaje. Da igual que sea un tópico, también es una incómoda verdad: La
incertidumbre es la nueva zona de confort. Una verdad que descubrieron en
primera persona aquellos a los que se llevó la corriente y que deberían haber
aprendido aquellos que la resistieron a duras penas…
Si sabemos que los ciclos económicos cada vez serán más
frecuentes y probablemente más agudos e intensos; si sabemos que los cambios
son cada vez más rápidos y menos previsibles, entonces también sabemos que la supervivencia profesional en
el S.XXI pasa obligatoriamente por hacer de la incertidumbre la nueva zona de
confort.
No te preguntes ¿por qué?, sencillamente pregúntate ¿cómo?
Cualquier profesional tiene capacidad para hacer de la incertidumbre su
particular zona de confort. Pero para ello es preciso huir de la comodidad y
estar dispuesto a vivir situaciones no confortables. No existen fórmulas mágicas…
estas son tan solo algunas incomodas sugerencias…
- Dibuja tu perímetro de comodidad; ¿qué te resulta sencillo?, ¿qué disciplinas, materias y conocimientos dominas?; para romper la comodidad es primordial delimitarla adecuadamente.
- Muestra tu vulnerabilidad; si te acostumbras a vivir protegido en un búnker no sabrás como buscar apoyos… pero en la era de la incertidumbre no podrás vivir sin ellos.
- Trata de alcanzar tus objetivos con menos recursos aunque a priori cuentes con ellos; entrena tu habilidad para hacer más con menos aunque te resulte más complicado; precisamente, se trata de eso…
- Relaciónate con personas y comunidades donde no seas la fuente de conocimiento. Te servirá para desarrollar tu capacidad de aprendizaje, una característica esencial para sobrevivir en la era de la incertidumbre.
- Dí más veces SÍ a lo que te incomoda y renuncia con más frecuencia a lo que no te genere cierta tensión… puede que no sea agradable, precisamente por eso será más efectivo.
- Di más veces NO a lo que te resulta conocido y confortable, cada oportunidad para estar cómodo es un coste de oportunidad para desarrollar la resiliencia que necesitarás para sobrevivir en un contexto donde la certeza es una quimera.
- Mira la incertidumbre desde otras perspectivas. Cuestiona más la realidad actual y no des las cosas por sentadas. Cuanto más desarrollada esté nuestra capacidad para entender la ausencia de certezas mayor será la probabilidad de que sobrevivamos sin ellas.
- Chequea tu nivel de resistencia a la frustración a través de la opinión de personas que te ofrezcan una crítica constructiva. Permite que otros te indiquen cómo evoluciona tu habilidad para sobreponerte a situaciones complicadas e inesperadas.
De ahora en adelante
nuestro entorno profesional siempre estará repleto de interrogantes y vacío de
certezas. En los próximos años viviremos una realidad económica más favorable
tras la que sin duda habrá nuevas tormentas perfectas. Sería un error
reconstruir el espejismo del paradigma de la seguridad, olvidarnos de la necesidad de aprender a
aprender y dejarnos atrapar en la jaula de oro que representa nuestra zona de
confort.
La incertidumbre y el cambio serán nuestro hábitat natural,
esa es la única certeza, cualquier
profesional tiene en su mano la capacidad de cortar los hilos que nos
convierten en marionetas de la incertidumbre, y, en su lugar, desarrollar la
habilidad para habitar en ella con absoluta incomodidad…
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