Julian Birkinshaw, profesor en la London
Business School, en el boletín del 16 de agosto de Harvard Business Review, analiza
los que considera son los siete pecados capitales del management. Comienza
planteando que todos conocemos a malos directivos, ya sean ambiciosos,
agresivos, “trepas” o incapaces, lo que llama la atención, puesto
que durante décadas se ha estudiado lo que caracteriza a los buenos directivos
y se han dedicado ingentes recursos a transmitir estos conocimientos a los
directivos. En un reciente estudio realizado por el autor menos de la cuarta
parte de los que participaron en el mismo animarían a otros
profesionales a trabajar con sus jefes. El origen de esta situación
podría encontrarse en que la formación se ha centrado en las buenas prácticas,
en lugar de en las malas prácticas que deben eliminarse.
Julian Birkinshaw
propone definir en qué consiste un mal management utilizando los siete pecados
capitales.
1.- AVARICIA. En este caso el
directivo persigue conseguir riqueza, status y protagonismo. Suelen ser los
constructores de imperios.
2.- LUJURIA. Se caracteriza
porque el directivo se ocupa de promover proyectos en los que su vanidad se vea
satisfecha aunque no tengan un sentido racional.
3.- IRA. El directivo no
ejerce ningún control sobre sus emociones y descarga su cólera sobre sus
colaboradores.
4.- GULA. Se origina
cuando el directivo intenta acaparar todas las funciones. Necesita estar
involucrado en todas las decisiones y estar continuamente informado de todo lo
que ocurre, por lo que nunca descansa ni desconecta. Se considera que en estos
casos lo que el directivo está haciendo es micromanagement, teniendo tendencia
a apropiarse de las ideas de sus colaboradores y a paralizar la toma de
decisiones.
5.- ORGULLO. En los altos
directivos ocurre con frecuencia que el orgullo sano se convierte en soberbia, con
los riesgos que conlleva, al considerarse por encima de los demás y no querer
aceptar opiniones ajenas, como se ha podido apreciar en los últimos desastres
financieros.
6.- ENVIDIA. Se manifiesta
especialmente cuando un directivo recibe el reconocimiento por los méritos de
otros. También cuando no promocionan a los profesionales brillantes para evitar
que sus limitaciones sean más evidentes u oculta información importante en
lugar de compartirla con su equipo.
7.- PEREZA. En este caso
los directivos se muestran apáticos y no hacen su trabajo. No prestan atención,
no comunican, ni manifiestan ningún interés por conocer las necesidades de su
equipo. Se centran en sus intereses personales y con frecuencia en intereses
fuera del ámbito laboral.
El autor finaliza
presentando un breve cuestionario para ayudar a los profesionales a evaluar si
sus directivos muestran algunos de estos “pecados”. Sugiere contestar a las
preguntas utilizando una escala de 1 a 5, en la que el 1 corresponde a “no lo
manifiesta” y el 5 a “lo manifiesta en gran medida”.
1.- ¿En qué medida mi
jefe o yo buscamos el crecimiento exclusivamente por el crecimiento?
2.- ¿En qué medida mi
jefe o yo nos dedicamos a proyectos personales en los que estamos
interesados independientemente de que encajen en los objetivos de la
organización?
3.- ¿En qué medida mi
jefe o yo nos enfadamos violentamente cuando se cometen pequeños errores?
4.- ¿En qué medida mi
jefe o yo nos involucramos profundamente en los detalles de todos
los proyectos de los que somos responsables?
5.- ¿En qué medida mi
jefe o yo buscamos reconocimientos y aplausos por lo que
conseguimos?
6.- ¿En qué medida mi
jefe o yo tratamos de recibir reconocimiento por el buen trabajo
realizado por otros?
7.- ¿En qué medida mi
jefe o yo organizamos el trabajo de acuerdo con nuestros intereses
sin considerar las necesidades e intereses del resto de colaboradores?
Una vez finalizado el
cuestionario el número de cuatros o cincos indicarán los “pecados” que nosotros
o nuestros jefes tendemos a cometer.
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