Sin
embargo, cuando pensamos así, estamos negando la posibilidad. La palabra
imposible es eso, la negación de lo posible. Y quien niega la posibilidad,
niega el cambio en si mismo. Volvemos, en esas, a pensar que la “realidad” es
única, determinada exclusivamente por nuestra acción o gestión. Una perspectiva
válida, y al mismo tiempo limitadora, pues está anclada en el pasado, ignorando
que el presente es fuente y oportunidad para lo nuevo. Anclada en un paradigma
heredado, y que solo permite determinados movimientos, ya que el paradigma lo
que hace es delimitar. En este sentido, vale la pena “observar” y “observarnos”
desde la mirada que se ofrece en Scale of The Universe.
Si al
observar la “realidad”, observamos límites, tal vez el paradigma que nos
sostiene, haya comenzado a ser un obstáculo en nuestro avance personal o
colectivo. Y cuando hay límites, hay separación. Ocurre así que, cuando se
abren nuevas ideas o conceptos, planteados desde el exterior del límite del
paradigma predominante, aparecen fuerzas reactivas que emanan desde dentro de
los límites. La reacción no es algo aislado, independiente, separada. La
reacción forma parte solidaria e integral de la tensión necesaria para que lo
“nuevo” avance, para la creación, y para que lo “viejo” sea apreciado.
Tanto si
nos encontramos “resistiendo” a lo nuevo como “empujándolo”, lo más probable es
que nuestra forma de observar la realidad sea egocéntrica. Y siendo así,
nuestra mirada será parcial e incompleta, pues aunque la realidad fuese única,
no lo sería ni la percepción ni la interpretación que cada cual haga desde su
perspectiva. Con ello, con la toma de posición dentro o fuera de los límites,
estaremos enfrentándonos al otro, intentando convencer sin considerar siquiera
la posibilidad de co-crear.
De alguna
forma, es así cuando el debate se centra entre lo que se cree posible y aquello
que se considera imposible. Quien mire desde dentro, verá imposibilidad. Quien
lo haga desde fuera, verá posibilidad.
En el
momento actual, somos testigos de muchos y graves síntomas, que afectan tanto a
los seres humanos como al planeta. Como evidencia, basta con recordar la
declaración del Informe Brundtland: “El desarrollo sostenible es un
desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer las
posibilidades de las futuras generaciones de satisfacer sus propias
necesidades”, sentir y reconocer que no estamos, como especie,
siendo capaces de satisfacer ni siquiera las de las generaciones presentes. ¿Es
posible un desarrollo sostenible?
Tal vez
no tengamos claro lo que son necesidades, o nos hayamos excedido en su
satisfacción en el pasado, o tal vez simplemente “no haya más ciego que quien
no quiere ver”. En cualquier caso parece que los paradigmas predominantes han
llegado a sus límites.
Podemos
seguir centrando el debate en si lo mío o lo tuyo, en si tengo razón yo o la
tienes tu, y en alimentar la tensión entre “ellos y nosotros” o, en su lugar,
podemos abrazar la tensión entre “lo viejo y lo nuevo” abriendo el espacio a la
co-creación. Un primer paso podría ser conversar sobre los paradigmas que nos
mueven, a unos y a otros y que nos separan, cuestionarlos y adoptar unos nuevos
que realmente permitan, desde la integridad, el cambio y el crecimiento del ser
humano como especie. ¿Imposible? ¡Tal vez!
Los retos
que afrontamos son innumerables y complejos. Sin embargo no es la primera
ocasión, ni será la última, en que el ser humano se enfrenta a situaciones tan
complejas. Son muchos los “imposibles” que tenemos delante. Son muchos los
límites que hemos alcanzado. Son muchos los paradigmas que nos frenan. Al mismo
tiempo, y con todo ello, crece la “tensión creativa”. Una tensión que nos
impulsa a ir más allá de los límites, abrazando nuevos paradigmas, abrazando lo
nuevo. Es tiempo de innovar, pero no en tecnología sino en consciencia.
¿Y
si hubiese llegado el momento de hacer posible lo imposible?
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