Si hablamos en términos de liderazgo es
importante desgranar bien la perspectiva del directivo-coach, aclarando con este término extendido que el profesional
incorpora en sus habilidades directivas la técnica del coaching para desempeñar
un cargo más cercano y de acompañamiento para la consecución de los objetivos
de los que es responsable ante la organización.
El directivo-coach, y permíteme seguir con este término para hablar de los líderes de hoy y el futuro, debe disponer de un alto nivel de excelencia e inteligencia social emocional para crear equipos de alto rendimiento, flexibles y con capacidad de superación, preparados para desarrollarse en entornos cambiantes y llenos de incertidumbre.
Esto lleva a pensar que este directivo-coach ha de tener una claridad de visión sobre el equipo y la organización, capacidad de alinearse con todo su entorno y de implantar una cultura empática positiva con los demás, que impulse a resultados significativos.
A mi entender, es caminar hacia una nueva perspectiva y esa es la del directivo-coach relacional, la perspectiva del liderazgo orientado al sistema organizacional. En la que este directivo-coach relacional cataliza la capacidad del equipo de moverse más allá de lo personal hacia una identidad de grupo potentemente generativa, como un sistema integrado y completo, que va más allá de la simple conexión efectiva entre ellos.
Es verdaderamente el reto del líder de hoy y del futuro donde su proceso de transformación maneja la inteligencia social emocional -en uno mismo, el otro y el grupo- y métodos de aprovechamiento del equipo para gestionar los procesos de cambio y las diferencias individuales, para desmontar los silos organizacionales y para desvelar el significado profundo del equipo en cuanto a su poder y potencial.
El desarrollo de competencias de liderazgo propias del directivo-coach relacional facilita enormemente a identificar en su equipo o sistema relacional:
•
Patrones
de comunicación pobres y/o tóxicos.
•
Comunicación
confusa o inefectiva.
•
Moral
del equipo baja.
•
Elusión
de problemas o una pobre resolución de conflictos.
•
Baja
creatividad, productividad o sinergia del equipo.
•
Confusión
de roles o roles mal llevados.
Al incorporar las habilidades del
coaching relacional es cuando conseguirá el directivo paliar las disfunciones
arriba indicadas, pero también estará mejor preparado para gestionar la
diversidad si está en una compañía globalizada, integrarse mucho mejor a una
nueva cultura organizacional como alinear verdaderamente a su equipo.
En tatum estamos en constante investigación y aprendizaje para que nuestros programas de liderazgo sean innovadores, lleven a los participantes a una apertura de perspectivas y se mantengan alineados con el nuevo paradigma empresarial.
Nuestro escalado de programas para el desarrollo del liderazgo están orientados a la acción y en los que perseguimos al final el alineamiento de equipos flexibles y resilientes frente a entornos incierto, de permanentes cambios, diversos y complejos.
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