El concepto vive un furor desde el anuncio de Facebook de septiembre, pero hay también otras empresas invirtiendo miles de millones de dólares en este campo
Mark Zuckerberg, CEO de Facebook,
hizo su apuesta por metaverso
La pieza de humor gráfico está incluida en Déjenme
inventar (Ediciones de la Flor, 1983), un libro de Quino: un señor en
malla practica ejercicios de natación fuera del agua, con la panza apoyada sobre
un banquito. Sobre el final aparece otro hombre, con sobretodo y sombrero, que
lo saluda, acomoda un banquito cerca y se pone a hacer un simulacro de
pesca. El nadador queda absorto y descorazonado.
Déjenme inventar está lleno de humor sobre lo
que pensamos, sobre las abstracciones y las validaciones sociales. Con el
debate por el (supuesto) inminente boom del metaverso pasa algo parecido: buena
parte de la historia se juega en consensos colectivos, hábitos, costumbres y
relatos que se terminan imponiendo. Y no deja de haber humor: el medio
satírico The Onion se hizo un festival con el anuncio de
Facebook de su cambio de nombre a “Meta”, dos meses atrás, publicando títulos
como “El CEO de Bounty (una marca de productos de limpieza) re-bautiza
su negocio como ‘el metaverso de las servilletas”. La oficina de
turismo de Islandia promueve el “Islandverse” para “conectarse con un nuevo
mundo sin parecer super raro”. Y así, infinidad de bromas.
Si para algunos el metaverso es una oportunidad para la
ironía, para otros se trata de un campo con potencial disruptivo
similar o más grande que el de la Internet móvil. Y aunque todavía se
trata de una idea muy incipiente, ya hay algunos consensos básicos
establecidos: las tecnologías de “realidad extendida” (una combinación
de realidad aumentada, virtual y mixta) permitirán una experiencia online mucho
más rica que la actual, con reuniones sociales, negocios, juegos,
etcétera, en una dinámica en la cual la línea entre lo real y lo virtual se irá
haciendo cada vez más difusa, como en la película Ready Player One.
Aunque el concepto vive un furor desde el anuncio de
Facebook de septiembre, hay otras empresas invirtiendo miles de millones de
dólares en este campo, como Microsoft, Nvidia, Globant, Epic o
Descentraland, por mencionar distintos abordajes. Para los más
escépticos se trata de una movida de relaciones públicas de la empresa de Mark
Zuckerberg, para correr el foco de lo que anda mal y tiene que arreglar (la red
social), a la construcción de algo nuevo. El inversor Matthew Ball identificó
siete atributos de este nuevo mundo, que incluyen la persistencia (no hay una
función obvia de “prendido” o “apagado”), la sincronicidad con el mundo real y
la interoperabilidad.
Planteado de esta forma, el metaverso requerirá mucho
trabajo de una tribu que, por ahora, se asomó poco a este fenómeno: la de los
economistas. Para que todo funcione fluidamente se necesitarán buenos
esquemas de incentivos y reglas de juego que retribuyan de manera justa a los
creadores de valor y se eviten los errores de la Web2, con grandes plataformas
que lentifican la innovación por sus costos y comisiones gigantescas. La
profusión este año de los NFT (tokens no fungibles), que permiten crear escasez
en el mundo digital y que son una prueba de propiedad casi in-hackeable,
constituye un primer “bloque de Lego” muy importante en la economía del
metaverso, pero no el único. Van algunos de ellos.
“El
metaverso requerirá mucho trabajo de una tribu que, por ahora, se asomó poco a
este fenómeno: la de los economistas”
Sustentabilidad. En la película American
Graffiti, George Lucas recorre su juventud en los años 50 de los
Estados Unidos, cuando la diversión de los jóvenes pasaba por ir de un lado al
otro en autos enormes y quemar combustible. Para el economista Noah Smith,
juntarse a jugar Fortnite es mucho más sustentable, y en la medida en que más
entretenimiento se pase al metaverso, menos recursos de consumirán. Por
supuesto que hay servidores que alimentar con energía, pero en el neto esta
“desmaterialización” será carbono-negativa, según Smith.
Tamaño. “El meta universo confirma la ley de la
micro que indica que la generación de valor está dada por demanda subjetiva por
bienes y servicios, en este caso digitales. Se creará un mercado virtual
potencial de varios billones de dólares”, cuenta a la nacion el economista
Lucio Castro, que llegó a interesarse en este terreno luego de pasar horas
jugando con su hijo Joaquín, de 12 años, en Minecraft, Roblox, Fortnite “y
otros proto-metaversos”.
Tensión. Con arquitectura de blockchain, los NFT
y los juegos como Axie Infinity conformaron la avanzada de la Web3
(descentralización) este año en este campo. “Un debate fundamental del
metaverso es quién será el ‘dueño’ de esta nueva plataforma. Si tendremos un
mundo ‘Truman show’ dominado por las economías de red de los incumbentes
tecnológicos, o si estamos en la víspera de una nueva disrupción creativa
descentralizada”, agrega Castro.
Relatos. A tono con las “narrativas económicas”
que estudia el Nobel Robert Shiller, la batalla del metaverso también se define
en las historias que se cuentan (y se terminan imponiendo). De hecho, el
término original surgió de la mente del escritor de ciencia ficción ciber-punk
Neil Stephenson, con su novela Snow Crash de 1992. Hay quienes afirman que hoy
se están llenando los espacios en blanco de esta literatura, con el interés de
esta industria incipiente de dejar de lado los ribetes de tecno-distopía.
Borrador. Los juegos de dinámica descentralizada
como Axie, donde los buenos jugadores pueden ganar mucho dinero real, son una
buena “prueba de concepto” de lo que puede llegar a pasar con la economía del
metaverso. Una lección de 2021 es que las criptotecnologías pueden tener mucho
más atractivo en economías con instituciones muy débiles y con mala calidad de
vida, porque ahí la brecha con las ventajas de este nuevo mundo es mayor. Por
eso, no sorprende que dos de los países con mayor cantidad de jugadores en esta
modalidad sean Venezuela y Filipinas.
“El año
pandémico puso quinta a fondo en la velocidad hacia el metaverso, porque hizo
que se naturalizaran muchas actividades virtuales”
Obstáculos. En las crónicas en primera persona
de usuarios que pasaron horas en las versiones actuales, encarando algo más que
juegos, hay reportes de incomodidad: luego de un tiempo empiezan a sentir
mareos, dolores de cabeza y el peso del dispositivo en la cabeza se vuelve
molesto. Hay dudas en cuanto a los tiempos en los que esta experiencia se
volverá más amigable.
Sectores. Los dos segmentos estrellas en 2021 en
cotizaciones para bienes digitales fueron el arte y, más recientemente, las
tierras y las propiedades. El mes pasado Republic Realm pagó US$4,3 millones
por un terreno de 24 x 24 parcelas, y antes otra empresa pagó US$2,42 millones
por un terreno en Descentraland. Lorne Sugarman, el CEO de la firma que hizo la
adquisición, le dijo a Insider que “es como comprar propiedades en la 5ta
avenida (de Nueva York) en el 1800″.
Aceleración. Para Ball, el año pandémico puso
quinta a fondo en la velocidad hacia el metaverso, porque hizo que se
naturalizaran muchas actividades virtuales. Una forma muy simple de definir el
metaverso: es el punto en un continuo a partir del cual, para una sociedad, los
activos digitales pasan a ser más importantes que los físicos. Si se llega a
esa instancia, se podrá decir que se trata de “un chiste que quedó”.
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