Ben Lyttleton en strategy+business del pasado 29 de noviembre plantea que el “funcionamiento colectivo” es el núcleo de cómo operan los equipos modernos y los individuos con el mejor desempeño, tanto a nivel deportivo como en el resto de entornos.
El papel de la superestrella dentro de un equipo deportivo,
y hasta en deportes individuales tales como el tenis o el golf, está sufriendo
un cambio interesante. Por ejemplo, el equipo italiano de futbol, sin estrellas
destacadas, ganó la copa de la UEFA. El capitán del equipo atribuyó el éxito a
que todos pusieron los intereses del equipo antes de los individuales.
Si observamos dos traspasos de jugadores que se han
producido, también, este verano, vemos que en el caso de Cristiano Ronaldo: en
2018 fichó por el club italiano Juventus y ayudó al equipo a incrementar sus
beneficios comerciales y a ganar la liga italiana durante dos años
consecutivos, pero no consiguió que su equipo ganase la liga de campeones
europea. Este verano se ha incorporado al Manchester United y los
comentarios sobre su estancia en el equipo italiano destacaban que no había establecido
lazos con sus compañeros ni coaches y que el resto de jugadores sentían que
tenían que jugar no como un equipo sino para que Ronaldo marcase goles. Un caso
un poco distinto es el de Lionel Messi en el Barcelona CF; según Simon Kuper, autor de “The
Barcelona Complex”, el equipo parasitó A Messi hasta que éste empezó a
comerse el equipo. Sin Messi, en la actualidad, el Barcelona languidece.
La visión actual del trabajo en equipo ha cambiado desde un
sistema que giraba en torno a un individuo a un sistema que gira en torno a
todos sus miembros trabajando juntos. El “funcionamiento colectivo” se centra
en lo que se puede lograr y crear de las interacciones entre las habilidades y
emociones de las personas.
Las condiciones necesarias para un desempeño óptimo de un
equipo, según mantenía J.
Richard Hackman, autor de “Leading
teams: setting the stage for great performances” no tiene nada que ver con
el talento de la estrella del equipo. Los equipos que comparten recursos y
ofrecen oportunidades para el aprendizaje colectivo pueden, a pesar de todo, no
tener un excelente desempeño si su estructura y liderazgo son equivocados, pero
si se corrigen esos elementos el equipo florecerá.
Independientemente de lo bien que las superestrellas como
Ronaldo o Messi puedan jugar el éxito del equipo dependerá de su eslabón más
débil, no del más fuerte. Como ejemplo tenemos la teoría de la junta tórica,
llamada así por el fallo de la junta tórica del transbordador Challenger
durante su despegue, se refiere en economía a la teoría de que los más pequeños
componentes de un proceso complejo deben funcionar todos si se quiere conseguir
un resultado eficaz. Por lo que, si el valor en una organización se basa en la
combinación de las contribuciones de cada empleado, su éxito vendrá determinado
por el más débil de éstos, no por el más talentoso.
El debate que puede surgir, según Stefan Szymanski, coautor
de “Soccernomics” junto
a Simon Kuper, se produce a la hora del reclutamiento. Por ejemplo, en el caso
del fútbol si el valor de un jugador va a depender de sus compañeros de equipo,
por qué razón los equipos de futbol “compran” a los jugadores
individualmente y no a un conjunto de jugadores. La clave estaría en descubrir
quién trabaja mejor con quién y quién saca lo mejor de los demás.
Por tanto, como conclusión, los equipos que reconocen el
poder del “funcionamiento colectivo” y cuentan con líderes que crean entornos
en dónde estas relaciones pueden florecer son los que cosecharán los beneficios
y éxitos.
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