Monique Maley en SmartBrief on Leadership del pasado 8 de noviembre plantea cómo dedicar tiempo a la actuación puede enseñarnos mucho de cómo comunicarnos con los demás y lograr.
Loa actores deben dominar los textos (lo que dicen) y
subtextos (el tono y la comunicación no su atención utilizando nuestra voz,
lenguaje corporal, palabras y tono verbal) si quieren que sus actuaciones sean
auténticas y enganchen, por lo que la comunicación es tan importante.
En las organizaciones, sin embargo, las personas suelen
intercambiar información en lugar de comunicarse, por lo que la autora propone
utilizar el “kit” de herramientas empleado en la formación de actores para dar
a los profesionales las claves que necesitan para empezar a conectar con y a
escuchar a los demás.
Una de las primeras cosas que aprende un actor es que
siempre estamos inmersos en un diálogo, tanto con el resto de actores como con
la audiencia. Es una experiencia comunitaria. Esto quiere decir, en
parte, que debemos aprender a leer y a responder a lo que los demás actores y
la audiencia están haciendo. Hay que identificar su energía, si están
distraídos, serios, aburridos o desinteresados. Debemos ser capaces de
interpretar las señales que nos están enviando y responder de forma que les
llevemos hacia nuestra experiencia y hacia dónde queremos que vayan.
En la comunicación en el mundo de las
organizaciones ocurre lo mismo. La comunicación siempre empieza con
la otra persona y en lugar de pensar en lo que queremos decir podemos pensar en
la situación de la otra persona y de lo que necesita escuchar. Maley se refiere
a ello como el DNA (demografía, necesidades y actitudes) y de esta forma
adaptaremos el mensaje, el tono, las palabras de modo que la persona pueda
recibir lo que queremos comunicar y así tener el resultado deseado de la
conversación.
Comenzar por la persona es un buen primer paso pero el mero
acto de comunicar implica la necesidad de estar presente., algo de lo que
muchos de nosotros no dominamos. No consiste solo en una habilidad, sino
que es como un músculo que debe ser ejercitado y construido. Estamos
sometidos constantemente a distracciones, especialmente en el entorno laboral,
ya que entre correos, llamadas y mensajes el mantenerse presente y concentrado
puede ser muy complicado. Pero si no estamos presentes durante todo el diálogo
habremos perdido nuestro tiempo porque los resultados no serán eficaces ni
productivos.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la comunicación verbal
y la no verbal deben estar alineadas. Los actores tienen que aprender a ser
conscientes de su comunicación verbal y no verbal. No solo deben decir un
texto, deben hacerlo de forma que parezca auténtica. Ésta es una habilidad que
las personas deben desarrollar en la comunicación en las organizaciones. Para
comunicar eficazmente con las personas tenemos que encajar nuestra comunicación
verbal y no verbal y debemos, también, prestar atención a ambas cosas cuando
nos respondan.
Dominar esta habilidad nos ayuda a no poner de forma
inintencionada a los demás a la defensiva, a no destruir nuestra credibilidad o
a no dañar la percepción que puedan tener de nosotros. Cuando nuestra
comunicación hablada y no hablada están alineadas entre sí las personas
confiarán más en nosotros y tendremos más oportunidades de alcanzar las metas
que pretendemos con la comunicación.
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