Rasmus
Hougaard y Jacqueline
Carter en hbr.org del pasado 23 de noviembre plantean que la mayoría
de las personas piensan que deben optar por una complicada elección binaria:
ser una buena persona o ser un líder duro y efectivo. Esta es una dicotomía
falsa ya que mostrarnos humanos y tomar decisiones de liderazgo complicadas no son
mutuamente excluyentes. En realidad hacer las cosas que son duras con
frecuencia es lo más humano que podemos hacer. Para ello existen dos ingredientes clave. Sabiduría
y compasión, entendiendo por sabiduría la comprensión profunda de lo que
motiva a las personas y el coraje para ser transparentes y para hacer lo que se
tiene que hacer, aunque sea incómodo. La compasión es la cualidad de
mostrar genuina preocupación e interés por los demás, acompañada por la
intención positiva de apoyar y ayudar.
El estudio realizado por los autores sobre líderes y
profesionales de más de 5.000 organizaciones en casi 100 países ha mostrado el
extraordinario poder de la sabiduría y la compasión. Los empleados que cuentan
con líderes que muestran sabiduría o compasión tienen más experiencias
positivas, disfrutan, se sienten comprometidos con su trabajo y sufren menos
burnout. Pero cuando un líder demuestra sabiduría y compasión el
impacto sobre el bienestar de los trabajadores y sobre la productividad es sorprendente:
la satisfacción en el trabajo es un 86% superior en este caso.
Liderar con una combinación de sabiduría y compasión no es
sencillo, necesita práctica y aprendizaje. El primer paso puede ser desaprender
lo que podemos pensar que es el ser líder y volver a aprender lo que significa
ser humano.
Para promover este enfoque de liderazgo es crítico reconocer
que no somos el nombre que tenga nuestro puesto de trabajo, somos seres
humanos queriendo conectar a un nivel humano con otras personas.
Los autores proponen las siguientes recomendaciones para
incorporar más humanidad a nuestro liderazgo:
1.- Recordar la regla de oro
La compasión en su raíz consiste en el deseo de que los
demás sean felices y la disposición para actuar para ayudar a que esto ocurra.
Esto es básicamente la expresión de la regla de oro: “Haz a los demás
lo que deseas que los demás hagan por ti”. Es un paso para actuar con
sabiduría y compasión ya que requiere la consideración de los puntos de vista
de los demás, sin olvidar que aunque ponernos en el lugar de los demás es bueno
para la reflexión debemos evitar pensar que sabemos lo que la otra persona está
pensando o experimentando.
2.-
Escuchar con atención
Tenemos dos orejas pero solo una boca. Esto significa que
podemos y debemos escuchar el doble de lo que hablamos. Cuando realmente
escuchamos a los demás, éstos sienten que son oídos y visibles, lo que
satisface una de nuestras necesidades primarias como seres humanos. Si
escuchamos con atención, con la mente abierta y la disposición para aprender no
solo seremos más sabios sino que podremos verdaderamente ayudar a los demás.
3.- Preguntarnos cómo podemos ser de ayuda
Un proverbio chino dice: “No existe un camino hacia la
compasión, la compasión es el camino”. Preguntarnos si existe alguna forma en
que podamos beneficiar a los demás es un camino hacia la compasión. Siempre que
vayamos a interactuar con alguien dedicar un momento para reflexionar sobre lo
que puede estar viviendo esa persona, sobre los retos a los que se enfrenta y
sobre lo que le va bien. Luego podemos preguntarnos qué apoyo pueden necesitar
para superar sus problemas y qué estímulo pueden necesitar para ser más
conscientes de los puntos ciegos que les están creando dificultades.
Reflexionar sobre estas cuestiones antes de encontrarnos con alguien puede
ayudar a crear una interacción más humana centrada en el desarrollo y
crecimiento.
4.- Ayudar a desarrollar el potencial de los
profesionales
Todos queremos que nuestro desempeño sea apreciado. Un buen
líder valora quiénes somos ahora pero también nos impulsa para que lo hagamos
mejor y saquemos todo nuestro potencial. Esto no es fácil ya que, por ejemplo,
cuando alguien está haciendo las cosas bien el insistir para que lo haga mejor
puede resultar descorazonador y desmotivador. Pero el liderazgo no consiste en
agradar a las personas y hacer que se sientan contentas y cómodas. El liderazgo
trata de apoyar a las personas mostrando facetas a las personas a las que puede
que quieran abordar. En lugar de apartarse de estas conversaciones complicadas
el líder debe procurar que las personas logren desarrollar todo su
potencial como un indicador de su verdadera preocupación por ellas.
Cuando practicamos la compasión sabia al incorporar
humanidad a nuestro liderazgo podemos crear una cultura en que todos los
profesionales se centren más en establecer verdaderas conexiones humanas. Como
líderes no debemos subestimar nunca el impacto que tenemos sobre los demás:
tenemos poder sobre parte de sus vidas, sobre el trabajo que realizan y sobre
cómo se sienten tratados. Esto hace que sea muy importante el abordar la parte
dura del trabajo de liderazgo de una forma humana para que logremos tener más
éxito en la forma en que impactamos positivamente en la experiencia de trabajo
de los demás, en su sentido de compromiso y en su desempeño profesional.
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