Hay un salto de productividad que experimenta la economía
mundial en la etapa post-pandemia, que implica un vuelco cualitativo en
las perspectivas globales de los próximos 5/10 años.
TheConferenceBoard – el principal centro de investigaciones
del alto empresariado norteamericano – señaló que la productividad de todos los
factores (PTF), que es la medida de la eficiencia y la innovación, crecería
2,4% en EE.UU. en 2021, acompañada de un alza global de 0,3% en este mismo
periodo; y que ello ocurre tras sufrir contracciones de 1,9% y 0,8% en 2020 (la
etapa de despliegue de la pandemia del coronavirus).
Esto sucede cuando la fuerza de trabajo mundial se
ha reducido más de 15% en los últimos 20 meses, debido al cierre de la
economía y al consiguiente desempleo, que ha provocado la pandemia del coronavirus.
Lo notable es que ha sido la propia pandemia, incluyendo sus
efectos más profundamente disruptivos, lo que ha desencadenado el nuevo salto
de productividad, especialmente a través del fenómeno del teletrabajo,
o trabajo digital a distancia, que ha abarcado en EE.UU. a más de 150
millones de trabajadores, caracterizados por su alto contenido en “capital
humano”, con una aptitud excepcional para el desarrollo de sus tareas con total
autonomía.
Un auge de 2,4% en la productividad de todos los factores
(PTF) de EE.UU implica una mejora extraordinaria de su eficacia productiva,
lograda a través de un explosivo proceso de innovación.
Esta novedad histórica ha ocurrido después de que en el
periodo 2009-2016 la economía estadounidense sufrió casi una década de
completo estancamiento, ante todo en materia de incremento de la
productividad.
Entre el cuarto trimestre de 2019 e igual periodo de
2021 – según la OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económico) -, la
productividad del trabajo (alza del producto por hora trabajada) en EE.UU.
habría crecido 6,7%. Esta fue la etapa en que se ha desplegado con enorme
virulencia la pandemia y sus consecuencias.
Esta elevación de la productividad del trabajo es
prácticamente el doble que la que experimentó la economía norteamericana en los
3 años previos al estallido de la pandemia, y que ascendió a +3.3% en ese
periodo. Lo mismo ha ocurrido con el resto de los países avanzados integrantes
del G-7.
Así, en Japón - la tercera economía del mundo (U$S5.08
billones/6,5% del PBI global) – la productividad del trabajo crecería 2% anual
en los 3 años previos al cuarto trimestre de 2021, tras haberse contraído
casi 5% en el periodo trienal precedente. Y en Alemania, el mayor
exportador del mundo en relación a su producto y a su población, la
productividad se expandió de 1,1% a 2,6% anual.
La causa fundamental de este crucial salto de productividad
lo constituye la digitalización prácticamente completa que ha desatado la
pandemia en los países avanzados; y este es un fenómeno de tal magnitud que lo
cuantitativo ha devenido cualitativo, y ha acarreado un adelantamiento de
entre 6 y 8 años de la Cuarta Revolución Industrial (CRI), que implica la
fusión de la manufactura y los servicios en una sola realidad de carácter
virtual.
El rasgo esencial de la nueva revolución industrial es
que se guía por el criterio de instantaneidad, que es la vocación
profunda del capitalismo, que ha aspirado siempre a que el tiempo le ganara la
carrera al espacio.
El comercio internacional chino aumentó 28,8% anual en
agosto (U$S530.300 millones).
Es el resultado de la superior productividad de las
exportaciones chinas, que provienen en más de 60% de la economía digital,
por donde tramita la CRI; y cuya PTF ha aumentado más de 15% en los últimos 2 años.
Esto asegura un alza del producto de 9% anual, o
más, en 2021.
Lo que despierta el asombro es que este fenómeno
generalizado de aumento de la productividad de sus exportaciones se manifiesta
ante todo en la relación con EE.UU., donde el comercio bilateral ha crecido
36,6% anual en los primeros 8 meses de este año, hasta alcanzar a
U$S470.320 millones en ese periodo.
A este ritmo, el intercambio bilateral China/EE.UU superaría
en 2021 el récord histórico de 2019, cuando alcanzó a U$S530.400 millones, con
un superávit comercial favorable a la República Popular de U$S320.000 millones.
La contrapartida de esta extraordinaria alza de la
productividad es que la carencia de personal suficientemente calificado se
ha convertido en la principal restricción de la economía norteamericana; y la
respuesta del capitalismo estadounidense, plenamente sumergido en la 4ta
revolución industrial, ha sido cubrir esa brecha con un salto de innovación que
es el más elevado de su historia.
Los fenómenos históricos no tienen contenido “positivo o
negativo”. Son una totalidad de sentido, que es la orientación de la energía
que surge de los acontecimientos.
Entre EE.UU. y China responden por más del 50% del
crecimiento de la economía mundial; y en materia de incremento de la productividad
de todos los factores, ese porcentaje es todavía superior, entre 10% y 15% más.
Lo esencial siempre está a la vista, nunca oculto. Lo único difícil es descubrir
sus claves y explorarlas.
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