Diseño Mario Pereda
Para entender por qué vamos hacia dónde vamos, necesitamos
mirar a la historia. Nos encontramos en una trayectoria que nos lleva a “algún”
destino incierto que comienza a insinuarse y evidenciarse con cierta crudeza.
Una trayectoria actual que está informada por lo que hicimos, pensamos y dijimos,
o dejamos de hacer, de pensar o de decir, en el pasado. Cuando miramos atrás,
podemos ver cómo los eventos y circunstancias nos gritan una y otra vez:
“¡cooperad!”.
Hace unos 1000 años comenzamos a dejar atrás la organización
Roja, basada en el poder y el miedo, en la autoridad y el dominio, para iniciar
una transición lenta hacia la organización Ambar, la jerarquía. Un mito que
prometía estabilidad a largo plazo mediante el control emanado de los roles
formales situados en la cúspide de la pirámide. Una forma organizativa que
probablemente fuese la necesaria en un sistema humano que en esos 1000 años
pasó de 200 a 800 millones de personas.
En el año 1750 se inicia la Revolución Industrial, y con
ella un crecimiento de la población que, en tan solo 250 años, pasa
aproximadamente de 800 a 7,500 millones de personas. Este crecimiento
exponencial de la población trae consigo un sinfín de desequilibrios en todos
los órdenes, siendo muchas las evidencias. Probablemente, asistir al mismo
tiempo a los movimientos migratorios masivos y al reconocimiento de que en 2013
ya necesitábamos 1,7 planetas para sostener nuestro consumo, sea una evidencia
clara de que la trayectoria en la que nos encontramos actualmente nos lleva a
un “destino” al que seguramente nadie quiere ir.
Todo sistema busca permanentemente el equilibrio. Por ello,
cuando se producen fuertes desequilibrios, el sistema induce nuevas acciones
que buscan compensar el desequilibrio.
El mito de la estabilidad que alimenta la jerarquía comienza
a desvanecerse con la explosión demográfica y la manifestación de la creciente
diversidad. Con ello los modelos organizativos mayoritariamente pivotan hacia
las organizaciones Naranja. Este nuevo mito organizativo adopta como paradigma
el de la rentabilidad, la competencia, el crecimiento y la eficiencia. Además
traslada un mensaje claro: “eres parte del sistema o estás contra el sistema”.
En mi opinión no se trata tanto de una transformación o
cambio, sino de un pivote, pues la base jerárquica sigue presente. Al mismo
tiempo, los desequilibrios siguen creciendo y comienzan a informar de que el
modelo jerárquico aniquila la cooperación, característica intrínseca del ser
humano, y con ello se apaga la vitalidad de muchas personas en el trabajo,
traducida en falta de compromiso y felicidad.
De ahí, tal vez, que las
organizaciones Naranja, primero, y las Verdes después, busquen recuperar la
participación y el “engagement” de las personas. Las primeras lo hacen con la
“meritocracia” y la “zanahoria”, las segundas con los valores y el empowerment.
Ni las organizaciones Naranja, ni las Verdes, han sido
capaces de compensar los desequilibrios, aunque ciertos aspectos hayan
mejorado. Definitivamente, ambas formas organizativas han sido innovadoras y
han permitido avanzar, aunque las hemos tratado probablemente como meras
innovaciones organizativas. No ha habido una apuesta clara por el desarrollo
humano como prioridad máxima, pues la única prioridad en la mayoría de
organizaciones, es el desarrollo de la organización para mejorar la
rentabilidad.
¿Para qué dar prioridad al desarrollo humano? Porque somos
parte de un Sistema mayor, la Vida, con el que debemos alinear nuestra acción y
para ello manifestar equilibrio a través de la forma (organizativa o de
cualquier tipo. Estamos aquí para equilibrar, no para desequilibrar. Para ello,
probablemente necesitemos pasar primero por la generación de desequilibrios y
aprender de ellos.
Es cierto que hemos modificado algunos de nuestros
comportamientos y con ello la trayectoria se ha desplazado un poco, pero no lo
suficiente. Tal vez por ello se esté acelerando cada vez más la transformación
hacia las organizaciones Teal. La urgencia en corregir los desequilibrios es
cada vez mayor, tanto para el sistema humano como para el planeta.
Tenemos, como especie, una gran
oportunidad
de aprender, crecer y cambiar.
Con esa urgencia, me atrevo a decir que lo que en realidad
está sucediendo es que el ser humano está siendo “estirado” y “retado” como
nunca antes en sus capacidades, para que evolucione su forma de pensar y su
consciencia.
Si no cambiamos nuestra forma de pensar y elevamos nuestra
consciencia, ¿qué nos hace pensar que innovar mediante la adopción generalizada
de Agile o de la forma organizativa Teal nos hará más efectivos frente a los
retos gigantes que afrontamos? Necesitamos un nuevo mito que trascienda el mito
de la rentabilidad, basado a su vez en la ilusión de la separación.
Parece que la trayectoria actual nos lleva a un “destino” al
que nadie quiere ir. Pero si queremos alterar nuestra trayectoria,
necesitaremos hacer cambios en nuestros pensamientos, palabras y acciones. En
definitiva en nuestro mindset y consciencia, además de en nuestros
comportamientos. Finalmente, tal vez, este proceso nos lleve a trascender el
paradigma de la “separación”. Solamente así, creo que podremos corregir dichos
desequilibrios. La ilusión de la “separación” está en la raíz del entramado de
desequilibrios.
Para ello, necesitaremos abordar un cambio integral en los cuatro cuadrantes definidos por Ken Wilber.
En mi opinión, es necesario que el enfoque “Agile” vaya
asociado a la forma organizativa “Teal” (ambas ideas fundamentadas en la ”auto-organización”).
En caso contrario existe el riesgo de que sea simplemente una nueva práctica
del cuadrante Q4 (procesos). Para ello sería más que recomendable completar la
adopción de Agile/Teal con un trabajo en todos los cuadrantes
(interior-exterior, individual-colectivo).
¿Qué se necesita para
que esta nueva transformación individual y colectiva sea efectiva?
Liberto Pereda,
fundador de Kanvio y socio de The Leadership Circle Iberia, ha recorrido el
mundo de la empresa familiar y multinacional durante 30 años. Desde hace 10
años se dedica a acompañar a equipos y organizaciones hacia un liderazgo más
consciente y la auto-organización en círculo. Es impulsor también de Leading
For Vitality, un programa de desarrollo de liderazgo que se desarrolla en un
ciclo de 13 lunas, y que combina metodologías de vanguardia en desarrollo del
liderazgo, con enseñanzas indígenas ancestrales basadas en la sabiduría de la
Tierra.
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