Los investigadores afirman que los líderes y defensores de
las escuelas de negocios seguirán presentándose como la solución a los
problemas que ellos han ayudado a crear. BLOOMBERG NEWS
Tras las críticas a
las escuelas de negocio por su papel en la formación de líderes que no han
estado a la altura durante la crisis, hay quien pide ahora revisar ciertos
métodos para revolucionar estas instituciones.
A menudo tengo la sensación de que todos los caminos llevan
a la Harvard Business School (HBS). Es tal el tirón gravitacional de la
institución, que incluso la idea de un artículo que comienza con una
trayectoria bastante diferente se ve arrastrado hacia su órbita. La
investigación lleva inexorablemente a un miembro del claustro de la HBS; a un
blog de la Harvard Business Review; a un libro publicado por Harvard Business
Publishing; o -más probablemente- a un ejecutivo, un banquero o un consultor
con un MBA por Harvard.
Los rankings dirigiendo
los estudiantes a los MBAs,
que llevan a los sueldos altos
que llevan a los sueldos altos
A finales de la década de 1970, uno de cada cinco de los
tres primeros ejecutivos de las empresas del Fortune 500 había estudiado en la HBS. La ola teñida de carmesí de
los líderes empresariales formados en la HBS ha retrocedido un poco desde
entonces, diluyéndose también por el ascenso de otras escuelas. Sin embargo,
cuando el año pasado Financial Times(FT) contó el número de MBA entre los
consejeros delegados de las 500 mayores empresas del mundo, los exalumnos de la
HBS encabezaban la lista. Un título de la Harvard Business School es un
"pasaporte de oro" a una "vida de clase alta", podía leerse
en The New York Times en 1978. Ése es el título de un potente libro escrito por
Duff McDonald, que pone el foco en
el magro objetivo planteado por la escuela y lo golpea, repetidamente.
La rivalidad
McDonald asegura
que no fue escuchado por la HBS cuando presentó su proyecto, y que además
recibió una reprimenda posterior por parte de Nitin Nohria, director de la escuela. El decano aseguró en Harvard
Crimson, el periódico de la Universidad, que "afirmar que todos los males
de la sociedad pueden achacarse a la HBS me parece un poco exagerado".
Cualquier institución tan petulante y exitosa como la HBS incita a la envidia y
las críticas. Pero las escuelas de negocios rivales deberían guardar en un
cajón su intento de regodearse: la acusación central de McDonald -que la HBS ha
perseguido repetidamente el dinero en lugar de intentar "dar forma y
mejorar el estado de los negocios"- también puede aplicarse a ellos. Los
ránking de las escuelas de negocios, como el que publica FT, engrasan el
sistema al dirigir a los estudiantes hacia los MBA que llevan hacia los más
altos salarios.
El método del caso que apuntala la enseñanza en la HBS y le
reporta sustanciales ingresos adicionales es un objetivo obvio. Un problema es
que los exhaustivos análisis de los dilemas de las empresas en la vida real son
por definición históricos, empujando a los estudiantes hacia soluciones convencionales.
Los casos exageran el papel de los líderes, el 62%
describe a
directivos que actúan solos
Otro es que en ellos se exagera el papel de los líderes
individuales: el 62% de los casos describe a directivos heroicos que actúan
solos, según un análisis de los académicos de la HBS sobre sus propios
estudios.
La maldición del
'caso'
La investigación de los casos prácticos une a la HBS y a su
profesorado con las compañías que analizan. Sus casos incluyen un descargo de
responsabilidad que dice que no pretenden ser refrendados. La escuela también
ha dicho que a través de la investigación basada en casos, sus académicos
adquieren un respeto dominante por los hechos".
McDonald señala
que sólo estudian "aquellos hechos a los que sus patrocinadores corporativos
les dan acceso". Sin embargo, muchos maldicen el método del caso.
John Rogers,
cofundador de Local Motors, un fabricante de vehículos que imprime algunos de
sus componentes en 3D, es un fan. No obstante, me dijo que es realista sobre lo
que la HBS le dio: tenía unos 35 años cuando entró en la HBS tras pasar siete
años en la Marina estadounidense. Se benefició de "volver a la
escuela" para aprender los entresijos de fundar una empresa, y conseguir
un pasaporte auténtico.
La fábrica de líderes
En cuanto a los que presumen de que Harvard -y las otras
escuelas- moldean a los futuros líderes, Rogers
afirma: "En realidad no enseñan liderazgo, es lo que hacen los Marines.
Ellos enseñan administración".
Los críticos aseguran que las escuelas de negocios ni siquiera hacen eso. Henry
Mintzberg -principal defensor de la idea de que se aprende a dirigir sobre todo
dirigiendo- dijo a McDonald que la HBS "no está formando a las personas
para dirigir algo, y les están colocando en una autopista en la que no merecen
estar".
Los ejemplos prácticos unen al profesorado con las empresas que
analizan
Mintzberg cree
que la influencia de la HBS en otras escuelas de negocios ha menguado. No estoy
seguro. Aunque muchas intentan destacar por diferentes, el campo magnético de
la formación empresarial en EEUU -los periódicos especializados en empresas y
los consabidos casos en los que otras escuelas se basan- es fuerte.
Una posibilidad es que las escuelas de India y China, donde
los estudiantes podrían estar ya protestando por estudiar casos
"extranjeros" impartidos por profesores extranjeros, desarrollen
nuevos modelos. Otra es que las multinacionales que eligen los mejores docentes
de las escuelas para cursos de liderazgo personalizados consigan que los MBA acaben
siendo inútiles. Los cursos online acabarán socavando el producto desde el otro
extremo.
La propia HBS no se está yendo. Sus líderes y defensores
continuarán, según McDonald "presentándose
como la solución a los problemas que ellos han ayudado a crear". Ellos y
otras escuelas deberían considerar el reajuste de sus grandiosas ambiciones
para cambiar el mundo. Para el resto del siglo XXI, sugiero un objetivo más
mundano: formar a la gente para hacer lo
correcto en las empresas, y hacerlo bien.
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