La resiliencia es la
capacidad de una persona de superar un problema, un mal momento o una crisis,
ya sea personal o profesional. Esta habilidad resolutiva puede ser natural de
la persona, quien a través de su personalidad sabe ver las opciones de las que
dispone ante una situación adversa, o puede ser aprendida. De hecho, las
empresas pueden ayudar a que sus empleados sepan aumentar esta capacidad y,
hoy, descubrimos algunos de esos trucos.
La vida está llena de
adversidades, situaciones inesperadas que, a menudo, podemos no llegar a saber
cómo resolver en una primera instancia. El problema llega cuando ese
periodo de observación y evaluación se alarga, al punto de generar un bloqueo
en la persona.
La resiliencia nace
de la capacidad que tienen algunas personas, casi de forma innata, de no alargar
los plazos y enfrentar los retos de forma positiva. Una habilidad buscada
por las empresas que enfrentan un sector altamente competitivo y donde las
crisis forman parte de su día a día.
Tanto si se trata de problemas menores como de grandes
dificultades, esta habilidad es una clara ayuda a la hora de salir de los
mismos. Además, supone una facultad que permite avanzar, tanto en la vida
profesional como en la personal de una persona, como para las empresas.
Ser una compañía
resiliente es lo que ha permitido que muchas empresas afronten la crisis
económica desde una perspectiva de soluciones y no de estancamiento. Es
aquella capacidad que permite acudir a las redes de apoyo y pedir ayuda, con el
fin de aunar sinergias que permitan localizar la clave del asunto y disponer de
un camino que haga salir a la organización del atolladero.
Sin embargo, uno de los mitos que se vinculan a esta actitud
es la de ‘aguantar todo lo que venga’, sin quejas. Un enfoque incorrecto dado
que la resistencia está ligada a la capacidad de soportar una determinada
sobrecarga de forma sostenida y extraer algo enriquecedor de la misma.
Para ello es
importante medir los tiempos, darse un espacio para analizar la cuestión,
asimilarla y recuperarse del ‘golpe’ para, después, empezar a pensar soluciones
y fórmulas de pensamiento que impidan el bloqueo mental.
Asimismo, otra de las claves es anticiparse a las crisis, aunque no siempre sea posible. No
obstante, una fórmula que permite hacerlo es estar actualizado, tener toda información posible sobre la
situación personal de cada empleado, de la posición global del negocio y sus
competidores, de las tendencias que pueden impactar en el mismo etc. Todo ello
con el fin de establecer un plan de contingencia que permita actuar ante
situaciones previstas.
“Definir el rumbo de la compañía en situaciones concretas, evitar los sesgos a la hora de valorar las
amenazas y compartir información son acciones a través de las cuales se puede
mejorar la resiliencia”, asegura Victoria
S. Nadal en el diario El País.
Finalmente, contar
con una plantilla diversificada permite aumentar el volumen de la variedad
de ideas y visiones que pueden proporcionar ese camino de salida. Una red de apoyo, tanto a nivel de
trabajador a trabajador, como a nivel de empresa, que puede conformarse a
través de los proveedores o compañías amigas de la organización en cuestión.
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