Los altos directivos tienen la responsabilidad de saber en
qué manos ponen los distintos departamentos de la empresa, las grandes
responsabilidades, los equipos de trabajo... etc. Por ello, tan importante es
conocer cómo detectar las características que harán de un trabajador un gran
director o líder en el futuro, como saber gestionar su ascenso y acompañarle en
los primeros momentos.
Según explica Gonzalo
Martínez de Miguel, director de INFOVA, si se tuviera que elegir una sola
cualidad para detectar a un líder entre los diferentes empleados, esta sería la madurez. Se trata de buscar a una persona que acepte su responsabilidad sin
poner excusas ni echar balones fuera. Alguien con capacidad para tomar
decisiones sin dejarse llevar por los nervios y que sepa aceptar los
inconvenientes sin perder el entusiasmo, ni buscar culpables en los fracasos.
En segundo lugar, hay
que observar la capacidad de influencia del trabajador en sus compañeros,
puesto que hay empleados que son más escuchados que otros, personas cuyas
opiniones son más valoradas por sus compañeros con independencia del puesto que
ocupen.
Otra serie de cualidades
esenciales para liderar, fácilmente detectables, son la energía, no se puede liderar con niveles bajos de energía, la vocación de servicio, la honestidad, el
compromiso con las personas y con el proyecto, la inteligencia relacional, para
moverse con soltura dentro de la organización y el establecer buenos vínculos
con personas relevantes en los distintos departamentos. También es importante
observar la ambición por alcanzar los objetivos y el inconformismo con
resultados por debajo de lo que el equipo puede hacer.
Todas estas aptitudes, sumadas a un rendimiento excepcional, el conocimiento
profundo de su área y la posibilidad
de ascenso, serían los requisitos para poder ofrecer un puesto de mayor
responsabilidad a un empleado.
Muchas personas piensan que el requisito principal para
ganar mayor responsabilidad es un excelente rendimiento de trabajo, pero
Gonzalo Martínez de Miguel discrepa, ya que ello no implica necesariamente
capacidad de liderazgo. “Hay personas que son magníficos jugadores de equipo
pero no buenos líderes, por ello no tiene sentido perder un gran trabajador
para ganar un mal líder; más aun teniendo en cuenta que en España nos cuesta
deshacer el camino andado en nuestra carrera profesional y tenemos poca
costumbre de ceder un puesto de más responsabilidad, que nos ha venido grande,
para volver a ocupar uno en la segunda línea del equipo” afirma.
Una vez elegido el candidato es importante que entienda que
la confianza dada es una oportunidad de demostrar que realmente estaba
preparado para asumir una nueva responsabilidad. El ascenso no es el final de
nada, sino el principio. Para ello el requisito fundamental del que hay que
dotarles es la formación. “Hay que darle las herramientas y el apoyo que
necesita para poder a hacer su trabajo. Es la responsabilidad de su jefe
acompañarle hasta que se asiente en su nueva responsabilidad, darle feedback
con frecuencia y acelerar el proceso de adaptación al nuevo puesto”, explica el
director de INFOVA.
Otro punto, que hay que saber manejar muy bien, sería el que
tiene que ver con los demás integrantes del equipo, sobre todo con aquellos que
pudieran haber sido posibles candidatos al mismo puesto. A juicio de Gonzalo
Martínez de Miguel, merece la pena ser honesto con todo el equipo y explicar
que quien ha tomado la decisión ha creído que la persona ascendida es la más
adecuada, en este momento, por determinadas razones. “Lo importante es que el
mensaje que se manda al resto del grupo esté claro, de ahí la importancia de
acertar con la persona ascendida. Si, por ejemplo, ascendemos al que hace la
guerra por su cuenta, o al que más se queja, o al que amenaza con irse… el
grupo entiende el mensaje de cómo deben actuar para ser ellos también
premiados” explica.
Por último, añade que todos los directivos con cierta responsabilidad deberían tener previsto su
plan de sucesión. Saber qué persona del equipo puede desempeñar su cargo en
el caso de que sean promocionados o ascendidos, pues en muchas ocasiones la
imposibilidad de sustituir a un profesional en su puesto laboral impide moverlo
para ocupar otro cargo superior.
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