Fue monje budista y
ahora es asesor de empresas, a las que les propone una cultura basada en la
sabiduría oriental.
Nithya Shanti, ex monje budista y actual asesor de empresas,
regala una piedra ónix y un consejo a quien se cruza en su camino. Francisco
Cherny, CEO de Axialent -la consultora de la que Shanti es asesor y lo trajo
por primera vez al país-, eligió una azul verdosa, la fotógrafa de LA NACION
una ambarina y la periodista, una aguamarina. La recomendación es siempre la
misma: "Una vez por día tenés que tomarla y agradecer por algo". Es
que este bostoniano criado en la India asegura que ser agradecido y vivir el
presente es parte del camino a la felicidad. Dice también que cada vez más
empresas se enfocan en hacer negocios de manera consciente, una actitud que
empieza por un cambio personal y que en el mundo de los negocios redunda en
mejores resultados.
Shanti tiene un MBA de la Xavier School of Management, de la
India. En 2002 se ordenó como monje budista. Después de seis años de vivir en
los monasterios de meditación forestales en Tailandia, Sri Lanka y varias
regiones de la India y Estados Unidos, con la bendición de sus maestros,
decidió dedicarse a compartir enseñanzas en programas para jóvenes, cursos de
formación a nivel corporativo y retiros de meditación en todo el planeta.
El mundo corporativo no le es lejano. Antes de ordenarse
monje budista trabajó en áreas de Recursos Humanos y estrategia corporativa.
"No veía cómo mis acciones mejoraban la vida de otros, sí a la compañía,
pero los seres humanos queremos hacer la diferencia", expresó. Hoy su
principal tarea es "ayudar a la gente a ser consciente".
-¿Hay un lugar para
los gurús espirituales en organizaciones? ¿Cuál es?
-Gu es oscuridad y ru es luz. El sentido es ir de la
oscuridad a la luz. El propósito del gurú es ir hacia un insight (N. de la R.:
en este caso, introspección), introducirte en tu propia intuición o guía
interna. Cuando lo logras, el real propósito del gurú es hacerse obsoleto.
-¿Por qué las
compañías están interesadas en ellos?
-Una vez que solucionamos las necesidades básicas de
supervivencia y socialización, y contribuimos a cierto nivel, la pregunta que
sigue es por qué lo hacemos. Ya no se trata sólo de hacer dinero, sino cuál es
el sentido. En la era industrial las personas eran vistas como manos y piernas
que servían para crear algo, hacían un trabajo. Con el tiempo se agregó la
mente, es decir ser inteligente y eficiente. El objetivo era tener una carrera.
Pero la gente también tiene corazón, afecto, confianza y amor por lo que hace.
Y a eso denomino llamada. Se pasó del trabajo para hacer dinero a la carrera
para desarrollarse, a la llamada, que se refiere a quiénes somos. Cuando se
quiere acceder al potencial total de una organización hay que interesar a la
gente en una visión, un propósito, algo de lo que puedan depender. No se trata
de hacer un producto, sino una diferencia en la vida. Por ejemplo, una
cementera produce cemento o puede construir un hospital o ayudar al desarrollo
de su país. La visión es diferente.
-¿Sus charlas están
dirigidas especialmente a gerentes, al staff o los trabajadores?
-A todos los niveles. Pero me di cuenta de que si trabajo
con la gerencia media, el top management piensa que no puedo trabajar con
ellos. Entonces empecé a trabajar de arriba para abajo. Cuando los de arriba
están interesados puedo llegar a otros niveles. Lo que empieza a pasar es que
los jefes están mejor, sonríen más, se ven diferentes, no se enojan tanto,
gritan menos y son más pacientes. Se llega más por ejemplo que por fuerza. Los
demás lo ven y quieren vivir esta experiencia.
-¿Es difícil que
estos cambios permanezcan?
-Nada es permanente en este mundo. Hay que tomar un momento
para agradecer, para conectarte con alguien, para escucharlo. Es una práctica
para toda la vida, hay que seguir invirtiendo siempre. No hay magia. Lo que yo
le doy a las personas es inspiración, pero para la transformación necesitan
práctica.
-¿Cómo define la
felicidad verdadera?
-Para responder necesito hablar primero del sufrimiento, que
es pelear o discutir con la realidad. No te gusta lo que pasa, querrás
cambiarlo. Al hacer eso estás peleando con tu propia mente porque sos vos quien
ve las cosas así. Es tu mundo interno. Si sufrir es pelearse con la realidad,
la felicidad es aceptarla, darle la bienvenida y sentirse bien con ella. No ver
al mundo separado de uno, sino como una proyección de uno mismo. No nos gusta
la realidad porque tenemos una proyección de lo que debería ser.
-¿De alguna manera
propone conformarse?
-Suena como eso. Si se pincha una goma de tu auto empiezas a
pegarle y te quiebras una pierna, o puedes aceptar que pinchaste y llamar por
ayuda. Al aceptar puedes ver cosas claramente, si no estás lleno de tristeza y
enojo. Haz un cambio y que lo primero sea la aceptación y después tienes una
visión y trabajas para ella.
-No es lo mismo
cuando hay alguien más involucrado, como un compañero de trabajo o una pareja.
-No puedes cambiarlos. Puedes cambiar de quejarte más a
menos, enojarte más a menos, pasar de no cuidar tu cuerpo a ejercitar más, de
estar distraído con miles de cosas a hacer unas pocas que te gusten. Cuando haces
eso creas una atmósfera de paz alrededor. Puedes cuidar tu cuerpo y mente y,
así, automáticamente el ambiente alrededor cambia. En este mundo no se puede
cambiar a nadie, sólo trabajar con tu cuerpo y mente. Ahora parecería que vos y
yo nos estamos encontrando, pero no es así. Yo me encuentro con los
pensamientos que tengo de vos y vos con los que tienes de mí. Podríamos vivir
juntos 15 años y no conocernos. La realidad por sí misma no se puede conocer.
Al enfrentar un desafío puedo cuestionar los pensamientos que tengo y elegir
tener pensamientos de más calidad. En la mente se encuentran las verdaderas
reservas de intuición, inspiración, sabiduría. En la quietud aparecen las
buenas decisiones.
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