Enrique le aconseja que deje de autocompadecerse y tome las riendas de la situación. En las conversaciones que mantienen a lo largo de seis reuniones, se desgranan las claves para reinventarse a partir de la reflexión y el autoconocimiento.
El profesor del IESE Cosimo Chiesa y su hija Carlotta Chiesa, autores del libro Protagonista o espectador, utilizan estos encuentros para invitar a los lectores a convertirse en los protagonistas de su propia vida.
El volumen proporciona una sencilla metodología de trabajo para aprender a reinventarse en momentos de dificultades e incluye ejercicios y reflexiones que ayudan a poner en práctica lo que se explica.
Este plan de crecimiento personal se estructura en cuatro fases: el autoconocimiento, la definición de objetivos, el desarrollo de la inteligencia emocional y el momento de pasar a la acción.
Conócete a ti mismo
“Siempre eres tú el responsable de decidir qué hacer con lo que te ocurre”, le explica el profesor al directivo despedido. Normalmente no asumimos la responsabilidad de lo que nos ocurre por miedo y comodidad: es más fácil y rápido culpar a los demás. Sin embargo, es esencial tener una actitud activa para que pasen cosas, ya que, como explica Enrique, solo quien acepta la total responsabilidad sobre todos los acontecimientos de su vida, positivos o negativos, y sabe crear una visión clara de su futuro merece la pena ser llamado protagonista.
Esto es algo esencial en un momento como el actual, en el que las empresas están llenas de espectadores, se lamenta el profesor, cuando lo que de verdad necesitan son protagonistas.
Decía Confucio que lo más constante es el cambio, y las herramientas clave para gestionar esta realidad cambiante son la flexibilidad y la capacidad de aprendizaje. Pero no cualquier forma de aprendizaje, sino aquella entendida como una aventura que dura toda la vida y que no se acaba cuando finalizamos nuestros estudios.
“Sé curioso, abre tu mente”, le aconseja Enrique al directivo despedido. Es importante dejar de pensar como un empleado y verse a uno mismo como un empresario, aunque se trabaje como asalariado. Cada uno es el presidente y único accionista de la sociedad limitada ‘YO S.L.’, asegura el antiguo profesor.
Según los autores, las cosas no suceden porque sí, salvo en momentos de suerte y desgracias puntuales. En el resto de casos, cada uno es responsable de crear su futuro. “Si quieres obtener resultados diferentes, haz cosas diferentes”, recomienda Enrique. De nada sirve quejarse continuamente del trabajo que se tiene si no se hace nada por cambiar esa situación.
Para iniciar el proceso de cambio, la primera fase es la de autoconocimiento. Hay que identificar los valores, que son el motor que mueve a las personas. Solo después se pueden establecer las metas. En esta fase, es importante actuar con visión de futuro y decidir qué se quiere conseguir en la vida, analizar con qué se está satisfecho y qué se desearía cambiar.
Define tus objetivos
Los objetivos deben estar alineados con los valores y ser medibles, asumibles y realistas, porque solo de esta forma es posible diseñar un plan para lograrlos y valorar después los resultados. Por ejemplo, “quiero ganar más dinero” o “quiero adelgazar” son objetivos mal formulados; en su lugar habría que decir “en un año a partir de hoy habré incrementado mis ingresos en un 20%” o “en un mes habré perdido 2 kilos”.
Una vez definidos los objetivos, hay que revisar qué se necesita para llevarlos a cabo: qué conocimientos, qué hábitos… Y definir el plan de acción: cómo se van a lograr.
Los objetivos son importantes, pero no hay que obsesionarse con ellos. Los autores explican que tener un propósito bien definido dota de sentido a nuestra vida, no solo el hecho de verlo cumplido.
Desarrolla tu inteligencia emocional
Las emociones no se pueden controlar pero sí gestionar, y es importante aprender a hacerlo. Siendo conscientes de cómo reaccionamos ante determinados acontecimientos, podremos dar otra respuesta consciente a los mismos. Gracias al aprendizaje y la repetición, esta pasará a formar parte de nuestra identidad, explica Enrique.
Por otra parte, es necesario superar las creencias limitantes, esas afirmaciones que se dan por válidas y que a veces suponen un obstáculo para la realización de los proyectos. Por ejemplo, si un joven está pensando en dejar los estudios para montar un restaurante pero en su familia siempre ha tenido prioridad absoluta ir a la universidad, seguramente se sentirá coartado para dar ese paso.
Las creencias son el resultado de las experiencias vividas y del entorno, y solo la propia persona puede cambiarlas si se lo propone y trabaja duro. Como dice el profesor en el libro, a veces es necesario desaprender lo aprendido para poder seguir avanzando.
¡Toma las riendas de tu vida!
“La felicidad no se encuentra, ¡se crea!”. Enrique cita a Adam Jackson, autor de diversos libros sobre la felicidad, para añadir que no son las cosas las que nos hacen felices, sino que somos nosotros quienes elegimos ser felices en función de cómo procesamos las cosas.
Tras el autoconocimiento y la definición del plan, llega el momento de pasar a la acción. Los autores ofrecen algunos consejos finales:
- Disfruta con tu trabajo.
- Aprende a vivir el momento.
- Ten una actitud proactiva.
- Escúchate y escucha.
- No tengas miedo a equivocarte.
- Define tus metas a diario.
- No te rindas nunca, nunca, nunca.
No se
trata de fórmulas infalibles ni de recetas milagrosas, sino de reflexiones que
pueden ayudar a mirar las situaciones críticas desde otro punto de vista. Los
autores aseguran que “no hay crisis para quien ha logrado un equilibrio
interior y se siente al 100% responsable y protagonista de su vida”.
Diseñar una hoja de ruta es útil para navegar en las aguas turbulentas que nos rodean sin perder el rumbo. No hace falta ser unos genios: somos personas normales que poseemos una maravillosa brújula a la que hay que indicarle el rumbo. “La decisión es tuya”, dicen los autores, “¿quieres seguir siendo espectador o empezar a ser el verdadero protagonista de tu propia vida?”.
Diseñar una hoja de ruta es útil para navegar en las aguas turbulentas que nos rodean sin perder el rumbo. No hace falta ser unos genios: somos personas normales que poseemos una maravillosa brújula a la que hay que indicarle el rumbo. “La decisión es tuya”, dicen los autores, “¿quieres seguir siendo espectador o empezar a ser el verdadero protagonista de tu propia vida?”.
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