Las fórmulas de trabajo están
cambiando. Los modelos y la esencia misma de cómo actuar ante las situaciones
se está transformando rápidamente y la sociedad de la inmediatez informativa,
está acelerando cada vez más todo esto.
Ha llegado a un punto, en el que
ya no se puede hablar de ciclos. Los ciclos transformadores se han podido medir
en el tiempo, cuando se disponía de tiempo.
Ahora, los mismos “actores” de la
actualidad exigen inmediateces y eso, obliga a mejorar los procesos
transformadores, para hacerlos más rápidos y ágiles. Incluso deberíamos situar
en ciertos tramos del camino de esa inmediatez fórmulas de “prueba y error”,
para poder realizar las modificaciones oportunas que nos permitan buscar la
excelencia.
Cuando no se buscan fórmulas para
mejorar los procesos, y mejorar los que ya se usan, se entra el conformismo que
ha permitido la perpetuación de algunas que en su día fueron buenas, pero que
ya están caducas y han perdido el contacto con la realidad.
Llegados a este punto, el lector
debe preguntarse si estamos hablando de política, de economía, de ingeniería
mecánica, de nuevas aplicaciones online o de qué caramba estamos hablando.
Estamos hablando de todo. Hemos
llegado al fin de un sistema cuyos referentes son “lo que se ha hecho siempre”,
para utilizar los de “que se va a necesitar mañana, que sea para hoy y ahora
mismo”.
Mi apreciación es que es un paso más
de lo que se llamó en su día “la sociedad líquida”. Está basado en varios
puntos:
No conformarse con nada. Ser inconformista, buscar
el cambio para mejorar y entenderlo como una gran oportunidad y no como una
amenaza.
Quererlo de inmediato. Posponer los cambios,
convertirlos en largos caminos cargados de trabas para que se acabe desistiendo,
es algo a lo que no están dispuestos.
Ser persistente. No rendirse. Insistir e
insistir. Cuando se cae, levantarse de nuevo.
Sentirse parte de los cambios. Saber que se ha llegado al
final de un modelo, o que se necesita actualizarlo y formar parte de las
soluciones, es algo imprescindible para el sentimiento de pertenencia.
La fuerza del sentido común. Ser muy racionales.
Cualquier cosa que se quiere afrontar, tiene componentes de muchas clases. Es
necesario pensar desde todos los puntos de vista. La realidad de los datos, las
intuiciones, lo que puede salir mal, lo que puede salir bien. Qué cambios se
proponen. Cómo hacerlo. Estos deberían ser procesos racionales. El paso de
querer hacerlo es el único paso que es emocional.
Y curiosamente los cambios, las
transformaciones y las mejoras no tienen actores de una edad concreta. Es la
apuesta de la realidad por un estilo de vida, y eso no tiene fecha de
nacimiento en un documento de identidad, sino que forma parte de la forma de
ser y de vivir de la gente que quiere estar al día.
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