Crisis económica y caos social, escasez de alimentos, agua y
energía, pandillas que atacan y roban todo lo que pueden: el futuro que en 1979
imaginó el director de cine George Miller para Mad Max está
por llegar (al menos en términos temporales): la película transcurre en
Australia en 2021. Un año y un poco después de la distopía de Blade
Runner, ambientada en diciembre de 2019. En Soylent Green (Cuando
el destino nos alcance), estrenada en 1973, Charlton Heston hacía todo lo
posible para sobrevivir en un mundo superpoblado con 7000 millones de personas.
La historia transcurre en 2022 y hoy somos más habitantes que en aquel infierno
imaginario.
En una década que empezó con la pandemia del Covid y que
enfrenta megadesafíos de todo tipo -crisis climática, desigualdad, etcétera-,
las tres películas del primer párrafo pueden parecer no tan alejadas de la
realidad. Sin embargo, hay varios autores que pronostican exactamente lo contrario.
Creen que esta década será, en términos de avances científicos y tecnológicos,
la más disruptiva (para bien) de los últimos 10.000 años, desde que se
introdujo la agricultura. Entre estos analistas están el cofundador de
Singularity Peter Diamandis; Steven Kotler (que escribió Abundancia)
y Tony Seba, de la Universidad de Stanford y director del centro RethinkX.
Seba publicó semanas atrás un documento de 89 páginas que
está dando que hablar en círculos de emprendedores y fondos de inversión,
titulado "Repensando la humanidad", que se puede leer
gratis online. Allí, Seba y su socio James Arbib postulan que la
misma caída exponencial de costos que se dio en los últimos años en el precio
de las comunicaciones y en el de algunos rubros de energía renovable se
concretará en los próximos 10 años en alimentos, materiales y transporte.
Combinados, estos cambios radicales en cinco sectores claves de la economía
implicarán una ola disruptiva masiva que dará la posibilidad de eliminar la
pobreza, el hambre, la contaminación ambiental y otros grandes problemas.
El término más repetido en el trabajo y en el discurso en
general de Seba es "10X": en esa proporción disminuirá el costo de
los alimentos cuando la comida se haga en laboratorios y no se requieran
grandes extensiones de tierra para ganado; o el del transporte, cuando los
vehículos sean autónomos, eléctricos y compartidos. Solo estos dos vectores,
combinados, significarán un cambio masivo en el valor y la distribución del
suelo: un 40% del territorio de los Estados Unidos se dedica a la ganadería y
un tercio de las grandes urbes es espacio para autos (calles, autopistas,
estacionamientos, etcétera). Seba advierte que este futuro no está garantizado,
pero que tendremos las posibilidades tecnológicas de concretarlo.
"Coincido con el espíritu general del trabajo de que
hay cambios potenciales fuertes con potencial de impacto positivo en la calidad
de vida, con el cuello de botella actual más político que tecnológico, pero hay
muchas cosas que me hacen ruido (en el texto de Seba) si uno se lo toma en
serio", cuenta a la nación Marcelo Rinesi, tecnólogo y científico de
datos. "No sé si estoy en un momento especialmente negativo, pero el
resumen ejecutivo me habla más de un libro que tiraría por la ventana antes de
llegar a la página 15, que de uno del que tomaría notas para copiarle
ideas", sigue Rinesi.
El tecnólogo sostiene que muchas de las
"transiciones" que menciona Seba de una "economía
extractiva" a una "economía de libertad" involucran cambios
tecnológicos de los cuales no estamos ni cerca. Otra idea con la que no
coincide es con la distribución de la producción (algo que se postulaba en el
furor de la impresión 3D: que cada núcleo urbano tendría su ecosistema
industrial entero en las cercanías). "De hecho, hoy está pasando lo
contrario: los componentes críticos de la tecnología de punta requieren
recursos cada vez más sofisticados: podés imprimir la cobertura de un celular,
pero los circuitos demandan fábricas ultraespecializadas de miles de millones
de dólares, y eso se está profundizando".
Hay un peligro en el discurso de Seba y de muchos de los
tecnooptimistas, apunta Rinesi, y es el de pensar que "el hada de la
tecnología va a solucionar todo mágicamente dentro de diez años". Para el
emprendedor Carlos Miceli, el trabajo de Seba y su socio "aunque es
interesante de leer, no deja de ser un análisis de autores que rara vez
terminan siendo los protagonistas del cambio. Los que cambian las cosas son los
que se enfocan y trabajan en problemas específicos y pequeños'".
En la reacción a "Repensando la humanidad" hubo
muchas críticas, algunas de ellas despiadadas: "¿Qué se está fumando Tony
Seba?", tituló un posteo la experta en energía Loren McDonald.
Argumentos interesantes
Los defensores de la visión del cambio radical tienen
también algunos argumentos interesantes.
Para empezar, mucho de lo que viene diciendo Seba en los
últimos diez años, en particular en proyecciones de baja de costos de
producción de energía renovable, se viene cumpliendo. Seba era tildado de
"loco" y estaba en un extremo de las proyecciones, pero terminó
acertando en este campo.
Por este motivo, es un divulgador con una agenda muy nutrida
de charlas e influencia sobre los decisores de los grandes fondos de inversión,
entre ellos BlackRock (el más grande del mundo). Por eso, más allá de que esta
"hoja de ruta" se cumpla o no (en un mundo de sistemas complejos es
cada vez más difícil que esto suceda), es muy relevante la pregnancia que tenga
este relato en jugadores claves. En economía hay "profecías
autocumplidas": si los grandes inversores se convencen de que el precio
del petróleo va a seguir cayendo porque se avecina el fin de la era de los
hidrocarburos, hay más chances de que este futuro se termine dando por la
sumatoria de acciones moldeadas en las expectativas del presente.
Para la Argentina, es interesante señalar que si solo un 10%
o 20% de las proyecciones de Seba para 2030 se cumplen, eso ya implica una
reducción de precios cataclísmica para la masa de nuestra matriz de producción
(el complejo agro-ganadero, Vaca Muerta, etcétera).
El otro punto interesante es si la primera mitad de 2020
"pandémica" está coincidiendo con una aceleración importante del
proceso de cambio científico y tecnológico, que hace que relatos como el de Seba
reboten en una caja de resonancia más potente. Novedades en base semanal, como
la del modelo de lenguaje natural GPT-3 anunciada días atrás y de la cual todo
el mundo habló, abonan esta hipótesis. "Tenemos que ser cautos con la idea
de que estamos parados justo en la bisagra de cambio, que toda la historia se
divide en un antes y un después de nosotros", dice a la nación el biólogo
y divulgador Diego Golombek.
"Es una sensación que ya ocurrió muchas veces en la
historia", agrega. En economía del comportamiento se conoce como
"sesgo de bisagra" y forma parte de la familia de errores
sistemáticos del exceso de autoconfianza (la percepción de que somos más
importantes, inteligentes o capaces de lo que realmente somos).
El divulgador Enrique Dans hizo alusión recientemente a la
"cornucopia tecnológica", por el mito griego del cuerno que le
concede todo a quien lo posea. Entre este extremo y el del futuro de Mad Max
navegan las predicciones de una década turbulenta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario