Suele
pensarse que un gran líder es aquél que marca el camino que ha de seguir una
organización, una empresa, un grupo de empleados, etc. Y sin embargo cada
vez son más los que opinan que en una economía del conocimiento, el líder es un
figura distinta, es en realidad aquél que es capaz de que cada persona
encuentre su propio camino.
Esta visión nos habla de un líder
que confía en su equipo casi ciegamente, que es consciente de sus propias
limitaciones y que por lo tanto sabe delegar cualquier responsabilidad en los
mejores. Es una persona que sabe ayudar y que ejerce un liderazgo casi
invisible que es apreciado por todo su equipo. Sabe sacar lo mejor de cada uno,
alineando los objetivos de cada empleado con los objetivos de su empresa.
Algunas características nos las cuentan en Inc.com:
Capacidad
para perdonar…y para olvidar
Cuando un empleado comete un
error (especialmente un error importante), resulta habitual que a partir de ese
momento, ese empleado sea percibido en base al error cometido.
Un gran jefe es capaz de dar un
paso atrás, entender que un error aislado no define a una persona y es capaz de
ver a la persona en su conjunto, teniendo en cuenta sobre todo sus fortalezas.
Aún más, no sólo tiene la
capacidad de “perdonar” el error cometido, sino que son capaces de olvidar el
incidente por completo, haciendo “borrón y cuenta nueva”
Transforman
los objetivos de la empresa en los objetivos de sus empleados
Los grandes jefes son capaces de
inspirar a sus empleados, de forma que asuman los objetivos de la empresa como
suyos propios. Les hacen sentir que el beneficio de su empresa es su
propio beneficio, porque es una oportunidad para crecer, para destacar y
desarrollar su carrera profesional, para incluso, alcanzar objetivos vitales
que en realidad sí están alineados con los de su empresa.
Son capaces de hacer que los
empleados disfruten de forma sincera con su trabajo, viéndolo no como un lugar
del que “tienen que escapar” sino como un lugar en el que quieren estar.
Entienden
qué hay detrás de un hecho aislado
A veces los empleados cometen
errores, asumen responsabilidades que no les corresponden, se transforman en
personas arribistas, ignoran los objetivos de la empresa o buscan destacar
sobre los demás.
Cuando esto ocurre es fácil
asumir que esto pasa porque o no escuchan o no les importa la empresa. Pero a
veces los motivos son mucho más profundos. A veces son personas que se sienten
reprimidas, frustradas o marginadas en su puesto de trabajo. Puede que sientan
que han perdido el control sobre su propio trabajo o que ya no encuentren un
significado claro para lo que están haciendo.
Los grandes jefes son capaces de
pasar del hecho aislado para indagar en la causa que lo motiva. A veces una
simple conversación puede bastar, a veces es necesario un cambio de posición y
a veces es un hecho que no tiene solución.
Apoyan a
su equipo, pase lo que pase
Puede que sea un cliente
insatisfecho, un comercial que no ha vendido lo suficiente o un compañero que
se encuentra frustrado en su puesto. Cualquiera que sea el motivo, el gran jefe
apoya a su equipo. Saben que de no hacerlo, su credibilidad como líder y su
autoridad frente a su equipo de trabajo va a sufrir las consecuencias.
Los mejores, son capaces no sólo
de dar la cara por su equipo sino de asumir completamente las consecuencias de
lo que ha salido mal, sino querer arrogarse el mérito de las cosas que salen
bien.
Toman
pocas decisiones
Cuando hay que tomar una decisión
importante, muchas veces la persona más adecuada para tomarla no es el jefe. La
mayor parte de las veces, esa decisión tiene que tomarla el empleado que está
más relacionado con el hecho en sí y que por lo tanto, mejor conoce los
detalles de un proyecto.
Por supuesto, tener capacidad
para decidir y hacerlo de forma adecuada es una característica apreciada en un
buen jefe. Los grandes jefes en cambio, saben delegar la responsabilidad en las
personas capaces de tomar la mejor decisión.
No quiere decir esto que eviten
tomar decisiones, sino que saber que en determinados casos no son las personas
más adecuadas para tomarlas.
No les
importa el control
Muchos quieren ser jefes para
poder así tener todo el control. A los grandes jefes el controlar a su
plantilla no les podría importar menos. Saben que están para dirigir y para
ayudar, no para controlar.
Promueven
las ideas de sus empleados
Los grandes jefes saben del
potencial que tienen sus propios empleados. Saben por lo tanto ponerles en
situaciones en las que pueden dar rienda libre a ese potencial que puede
cristalizar en nuevas ideas que beneficien tanto al profesional como a la
organización en su conjunto.
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