A fin de ejercer de mejor manera la dirección de
una empresa, es necesario que un jefe desarrolle ciertas habilidades
gerenciales y aplique conocimientos modernos que lo conduzcan a la efectividad
gerencial. José Leñero (consultor Costarricense), en La Prensa Gráfica del
sábado 8 de agosto de 1998, citó los principios de la gerencia de la Fundación
Peter Drucker, a fin de que podamos reflexionar respecto a lo que implica
dirigir el personal de una empresa. El
autor los llama los tres principios esenciales de la gerencia:
1. La gerencia es una ciencia aplicable a los seres
humanos. El papel de quien lo ejerce es hacer que éstos trabajen juntos. La
afirmación de Drucker que la gerencia se aplica a seres humanos es una
excelente razón por la cual la psicología actual dice que el éxito en la vida
en general; y en el liderazgo de las empresas en particular, depende más de la
inteligencia emocional de quien lo ejerce que de su inteligencia racional.
2. La gerencia está inmersa en la cultura. Comprometer a todos los
trabajadores con los valores y objetivos de la empresa, es el fundamento de la
cultura organizacional. Al gerente corresponde construir el tipo de
comunicación que respalde el desarrollo de la responsabilidad individual de los
trabajadores y que le permita a cada uno estar claro de qué es lo que
verdaderamente necesitan de él otros compañeros. Este tema es muy bien expuesto
por Kenneth Blanchard en su libro titulado “Administración por Valores”.
3. No buscar resultados dentro de la Empresa. Los importantes sólo existen
fuera de ella. Se refiere a la satisfacción de los clientes que están en el
mercado, mejorar la imagen, ganar mercado, adelantarse a la competencia, etc.
Dice que cuando los gerentes o mandos medios ponen la vista únicamente en ganar
poder interno, éste es en desmedro de sus colegas o de sus subalternos y,
consecuentemente, lo que se consigue son guerras de trincheras, donde las
energías y las municiones se gastan en combates fratricidas y los resultados
son clientes insatisfechos.
EL GERENTE DEL SIGLO XXI
El referido consultor, dice que el gerente actual
está obligando a pensar rápido, afrontar los cambios y evitar la obsolescencia
que trae consigo internet, la globalización, tecnología, alianzas estratégicas,
apertura de mercado, etc. Esta modificación de la economía mundial ha hecho
crecer la competencia que exige al gerente introducir y aprovechar cambios en
la forma de administrar las empresas, tales como:
1. Estructuras organizacionales más ágiles.
2. Apalancarse por medio de un excelente servicio.
3. Aprovechar las ventajas competitivas.
4. Madurez del mercado.
5. Diversificación de productos.
Prosigue el referido consultor, diciendo que el nuevo gerente debe poseer nuevos
conocimientos y actitudes para afrontar los cambios, con un perfil como el
siguiente:
1. Poseer los conocimientos y madurez académica
para cumplir a cabalidad con todos los proyectos que se le asignen.
2. Tener habilidades en la conducción de equipos de
trabajo y convertirse en un líder.
3. Ser una persona positiva, tener carácter y
autoridad con su equipo; pero además, reconocer y felicitar cuando las cosas se
hacen bien.
4. Maximizar los valores éticos y morales, promover
el respeto por el ser humano, complementar las acciones con el buen ejemplo,
tanto en el ambiente laboral, como en el social y familiar (ser siempre la
misma persona).
Para cumplir con ese nuevo rol, el nuevo gerente debe romper tres
paradigmas de la gerencia basada en las viejas costumbres:
1. La administración de personal basada en el castigo,
la persecución, la intolerancia y el regaño constante. Eso lo llevaría a
trabajar con un equipo desmotivado que no lo apoyaría. Por el contrario, el
gerente actual tiene que contagiar a sus colaboradores de entusiasmo,
enseñarles a planificar y organizar eficientemente su trabajo y lograr que cada
día lleguen deseosos de enfrentar los nuevos retos.
2. Dedicar demasiado tiempo a pequeños detalles,
desconfiando de lo que hacen sus colaboradores. Eso le obliga a hacer el
trabajo de otras personas, dejando de lado los aspectos relevantes, creando
“estrés” en el equipo, duplicación de funciones y hasta dualidad de mando.
3. Dejar de correr ante lo urgente. La
administración fracasa cuando lo urgente no da tiempo a lo realmente
importante.
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