La pandemia generó transformaciones sustanciales en todos los ámbitos y nos empujó a reflexionar sobre aspectos de nuestras propias vidas. Cómo lograrlo.
La mediana edad se convierte en una oportunidad para
relanzar la vida y renovarse partiendo de la determinación y sirviéndose de un
método.
Muchos profesionales nos estamos replanteando nuestra
actividad laboral y el destino de nuestras trayectorias. ¿Trabajo de lo que
quiero? ¿Me apasiona mi trabajo?, preguntas que pueden presentarse con mayor
intensidad en la mediana edad, momento en que ya hemos recorrido muchos años
pero aún nos quedan otros tantos por delante y tenemos la oportunidad de
volcarlos a nuevos desafíos.
En el artículo The Covid-19 crisis as a career
shock: Implications for careers and vocational behavior los profesores
de diferentes universidades europeas Jos Akkermans, Julia Richardson y Maria L.
Kraimerc plantean que la pandemia significó un shock para la carrera de
muchas personas en todo el mundo. Según los especialistas, todos los
conocimientos ya creados en torno a los “shocks profesionales” sirven de guía
para pensar las consecuencias de la pandemia y ofrecer sugerencias para futuras
investigaciones en esta área. Mencionan tres lecciones clave:
1. Por un lado, señalan que las
implicaciones de Covid-19 reflejan la interacción dinámica entre factores
individuales y contextuales. Aquí argumentan que, aunque la pandemia
fue difícil de predecir y controlar a nivel general, ciertos recursos
psicológicos personales como las competencias profesionales y la resiliencia
pueden hacer que este impacto profesional sea más manejable.
2. La segunda lección es que la
pandemia -del mismo modo que los shocks profesionales- no impacta del mismo
modo para todos, sino que puede tener efectos diferenciales a lo largo
del tiempo y entre las etapas de la vida y la carrera.
3. La tercera lección es que,
aunque la pandemia es claramente un golpe para la mayoría de las personas, puede
generar en el largo plazo consecuencias positivas.
Un año atrás ninguno de nosotros hubiera imaginado vivir
un tiempo de estas características. Si bien son muchas las ocasiones
en las que miramos a nuestro alrededor, nos volvemos a sorprender de lo que
está pasando y elaboramos ciertas reflexiones, hay ciertos momentos vitales en
los que nos hacemos replanteos más profundos sobre cómo llegamos hasta el punto
en el que estamos y hacia dónde nos proponemos ir. Una de esas instancias en la
que este tipo de interrogantes se despliega con mayor intensidad es la
llamada “mediana edad”.
En el libro You only live twice los
israelíes Carlo Strenger y Arie Ruttenberg plantean la necesidad de un cambio
existencial cuando se llega a la mediana edad, basado en sus propias
experiencias. Según detallan, la mediana edad se manifiesta alrededor de los 53
años -más/menos 10 años-, aunque puede variar en cada caso, y se caracteriza
por dos cosas: ya transitamos muchos años, pero todavía nos quedan muchos por
recorrer. La mediana edad, entonces, se convierte en una oportunidad para
relanzar la vida y renovarse partiendo de la determinación y sirviéndose de un
método.
Por otro lado, la reconocida profesora del London Business
School y destacada como uno de los 50 gurús de negocios más influyentes del
mundo Herminia Ibarra sostiene que los acontecimientos inesperados como
los que estamos viviendo desde hace un año, que disrumpen nuestra rutina
habitual, nos sacan de nuestra zona de confort y nos llevan a hacer grandes
preguntas sobre lo que importa y lo que vale la pena hacer. No es de
extrañar, entonces, que durante la actual pandemia, muchas personas estén
reconsiderando sus trayectorias profesionales.
Ibarra se pregunta: ¿es este realmente el momento más
adecuado? Incluso para aquellos que tenemos la suerte de no estar enfermos o la
obligación de cuidar a otros, durante todo este período ha aumentado la
incertidumbre y nos toma poco preparados psicológica, financiera e
infraestructuralmente. La situación se siente amenazadora. Y, tal como han
demostrado diferentes investigaciones, las situaciones amenazadoras nos
impulsan a comportarnos de manera más conservadora, lo contrario de lo que se
requiere cuando estamos considerando un cambio profesional profundo. Es
mucho más complejo involucrarse en un proceso de reinvención si sentimos
aversión al riesgo o estamos preocupados por otros aspectos.
Luego de analizar la problemática por más de 20 años, desde
la época de la burbuja de las puntocom y pasando por la crisis financiera del
2008, la especialista sugiere algunas ideas simples y accionables para
abordar el tema:
Desarrollar múltiples y diferentes versiones de uno mismo
En lugar de restringirse a un solo camino, pensar de manera
divergente y explorar avenidas bien distintas. Cuantas más, mejor; no es un
proceso lineal. Buscar diferentes versiones posibles en distintos contextos nos
permitirá explorar escenarios potenciales no considerados previamente y
encontrar soluciones innovadoras.
Abrazar el período "liminal"
En los procesos de cambio suele haber un momento “liminal”
en el que convive un pasado en retirada con un futuro que aún es incierto.
Puede ser un estado emocionalmente desagradable e incómodo; las personas que lo
atraviesan se sienten desamparadas, pierden el rumbo y oscilan entre
"aferrarse" y "soltarse". Pero esta etapa tensa es una
parte necesaria del viaje, ya que en la actividad aparentemente sin rumbo de
nuestro tiempo a solas, estamos haciendo importantes transformaciones internas.
Emprender proyectos
El camino más común hacia la reinvención implica hacer algo
adicional: cultivar el conocimiento, las habilidades, los recursos y las
relaciones. En la investigación que la propia Herminia Ibarra hizo para su
libro Working Identity descubrió que la mayoría de la gente
trabaja en varias posibilidades a la vez, comparando y contrastando los pros y
los contras de cada una. Esta actividad es crucial. Ayuda a resolver no solo
las preguntas prácticas, sino también las existenciales que impulsan el cambio:
¿Quién soy yo? ¿En quién quiero convertirme? ¿Dónde puedo contribuir mejor? Es
aprender con la práctica, que a su vez puede ser un espacio de descubrimiento
de oportunidades impensadas.
Trabajar las conexiones "dormidas"
El networking es un “deporte de contacto”, tenemos que
acercarnos a personas para que sepan de nosotros. La regla de oro de la
creación de redes para este tipo de procesos de transición siempre ha sido
movilizar los lazos más débiles, es decir, las relaciones que tenemos con
personas que no conocemos tan bien o que no vemos con mucha frecuencia. El
problema con los amigos, la familia y los colegas más cercanos, los lazos
fuertes, es que si bien ellos querrán colaborar con nosotros es poco probable
que puedan ayudarnos a pensar de manera creativa respecto a nuestro futuro;
tienden a encasillarnos. A su vez, el inconveniente con los lazos débiles es
que están menos motivados a ayudarnos. Y es aquí donde emerge el “enigma de
lazo débil/ lazo fuerte”. Una forma de evitarlo es hacer uso de sus "lazos
dormidos": las relaciones con personas con las que alguna vez estuvieron
cerca, pero con las que en los últimos tres años o más hemos tomado
distancia.
Hablarlo
Hay una perspectiva que nos lleva a pensar que la solución
emergerá de la introspección. Sin embargo, cuando ella no se combina con la
experimentación activa es muy riesgosa, porque puede conducirnos a quedarnos
atrapados en ciertas idealizaciones poco realizables. La autorreflexión, aunque
parezca contradictorio, es una práctica que se nutre mejor al compartir con
almas gemelas que responden, simpatizan, compadecen, cuestionan, leen nuestro
lenguaje corporal y comparten sus propias experiencias. Ahí la importancia de
participar en comunidades de aprendizaje. La necesidad de elaborar una historia
para poder narrarla y contrastarla con otros nos permite refinarla,
profundizarla y desafiarla. Y en épocas como las que vivimos, la tecnología nos
permite acercarnos mucho más a diferentes alternativas. No solo eso, sino que
han emergido múltiples opciones para realizarlo virtualmente o bien en
caminatas al aire libre con distancia social. El poder encontrar compañía en el
proceso es una ayuda clave.
Para cerrar, cada uno de nosotros podría comenzar con
algunas preguntas para reflexionar:
¿Trabajo de lo que me apasiona?
¿Qué es lo que me motiva a trabajar?
¿Estoy brindando mi mejor versión?
¿Estoy feliz con mi trayectoria?
¿Dónde quisiera verme en algunos años? ¿Qué estoy haciendo
para que eso se convierta en realidad?
¿Estoy preparándome para la próxima etapa?
¿Estoy capitalizando las oportunidades que se están
presentando?
La mejor noticia es que casi todo el proceso depende -en
gran parte- de cada uno de nosotros. Por lo tanto, somos nosotros los
protagonistas de esta nueva etapa de nuestra trayectoria, donde lo mejor recién
está por comenzar y el COVID-19 se convierte en un hito clave. El momento para
reinventarnos es ahora!
No hay comentarios:
Publicar un comentario