Aportes desde la psicología y el mindfulness para las personas que deciden abandonar sus lugares de origen.
Un fenómeno ya conocido se repite en nuestro país. Ya lo experimentamos años atrás, especialmente en el 2001, pero ahora, con las inmensas dificultades socio-económicas que padecemos, vuelve a ocurrir. Se trata de la migración hacia países del exterior, especialmente Europa y Estados Unidos.
Muchos de nosotros tenemos hermanos, hijos, primos, amigos,
que se están yendo. O ya se fueron. Y junto a la esperanza que los alberga
apostamos a que puedan alcanzar una mejor calidad de vida, mayor estabilidad y
por qué no bienestar.
Pero irse a otras tierras es un inmenso desafío.
Y echar raíces aún más. Repasaremos en esta columna algunas cuestiones
significativas a considerar en esa dolorosa transición de la mano de la
licenciada Cecilia García, psicoanalista jungiana y experta en temas de
migración.
Te acompañaré a donde sea que vayas
Existe una historia del jesuita Anthony de Mello que cuenta
la partida de un meditador frustrado que no alcanzaba la paz espiritual y
estaba a punto de dejar su caverna. Mientras se ponía sus chanclos, una persona
idéntica a él hacía lo propio, justo en frente.
-¿Tú quién eres? -le preguntó.
-Soy tu yo -le respondió el otro-.Y te comento
que a donde quiera que vayas, iré contigo.
"Cambiar el país no resuelve mágicamente todo -dice
Cecilia-. Dejando de lado la migración por situaciones de supervivencia como
son la guerra, catástrofes y pobreza extrema, creo que una de las tareas
centrales a la hora de migrar es separar el anhelo profundo que uno está
persiguiendo del lugar geográfico al que uno está migrando."
"Esto lo digo -continúa- porque muchas veces se
idealiza el lugar donde se migra como una tierra prometida donde se
solucionarán todos nuestros problemas y saldremos, por ejemplo, de una
situación muy desagradable en la que nos encontramos ahora. Y lo que
normalmente sucede es que nos llevamos la misma mochila de
asuntos pendientes que tenemos en nuestro país de origen, sólo que las tareas a
completar se desarrollan ahora en otro contexto."
Cecilia apunta que puede darse que algunas variables
mejoren, como puede ser la económica. "Pero me interesa acentuar
que nuestros patrones limitantes no se van a resolver
mágicamente con una mudanza de país como a veces se fantasea", destaca.
Luego continúa: "También dentro de esta clarificación
es recomendable valorar del modo más diferenciado y realista posible en sus
aspectos positivos y negativos tanto el lugar que uno está dejando como al que
se está migrando".
Es que, explica, "del mismo modo que muchas veces se
suele idealizar el lugar donde se migra, se suele denigrar y empequeñecer
exageradamente el país que abandonamos en esa lógica de 'dejo todo lo
malo acá' / 'en el nuevo lugar me espera todo lo bueno'".
Y afirma que, lejos de querer desalentar la migración, lo
que quiere poner de relieve "es la conveniencia de darse un espacio
de clarificación interna sobre los propios motivos de migración, para
no realizar proyecciones fantasiosas sobre el lugar de destino que luego
resulten rápidamente frustradas haciendo de este modo aún más difícil nuestra
adaptación a la nueva cultura".
La verdadera tarea antes de migrar
Para la profesional, alcanzar más claridad en estas
cuestiones es clave y nos ayuda a encontrarnos con el verdadero trabajo a
llevar adelante.
"Se trata de una tarea que puede resultar muy
empoderadora ya que me devuelve autonomía y conciencia sobre mi propio
deseo en relación a los próximos pasos que quiero realizar en mi vida más allá
del lugar a donde estoy migrando: ¿En qué lugar tengo las mejores chances de
desarrollarme, dónde quiero y puedo desplegar lo que siento como mi
propósito?"
Y continúa: "En el caso en que en el lugar donde emigre
no esté logrando un desarrollo satisfactorio, puedo evaluar volver a mi
lugar de origen o replantearme mis proyectos y objetivos. Este cambio
de posición interna también claramente me coloca en otro lugar de responsabilidad
en cuanto a qué elijo hacer con mi vida y para ello necesito tener en cuenta
que un contexto o una determinada cultura favorece el despliegue de ciertos
aspectos de nuestra vida, pero también puede llegar a inhibir otros. No existe
el lugar perfecto sino el lugar más posibilitador para aquello que estoy
necesitando desplegar en este momento, y acentúo: este momento".
En primera persona
Cecilia pone el ejemplo de lo que a ella le ocurrió:
En mi caso, por ejemplo, vivir en Alemania durante más de
una década me posibilitó desplegar aspectos de mi personalidad que favorecía
esa cultura mientras que hay otros aspectos de mi personalidad que se
revitalizan y despliegan con más fuerza en el contexto de Argentina.
En este sentido, luego de mi propia experiencia de
acompañar como psicoanalista a personas en su proceso de migración, creo que
considerar a los diferentes contextos como posibilitadores de ciertos
despliegues y quizás menos posibilitadores o hasta inhibidores de otros ordena
mucho nuestras expectativas.
Esto nos hace pensar que aún en contextos económicos tan
difíciles como el de Argentina también hay muchas facetas de nosotros
que continúan abriéndose, desplegándose, creciendo. Sobre todo vemos estas
capacidades resultantes más "argentinas" cuando podemos
revalorizarlas viviendo en el extranjero y se vuelven fortalezas que
autopercibimos y/ o son apreciadas por ejemplo en un contexto laboral.
Decir adiós a la patria
Quienes tenemos personas queridas afuera sabemos lo que
extrañan nuestro país, lo que les duele no estar cerca de tantas situaciones
cotidianas, como rituales y costumbres que identifican nuestro
suelo.
A pesar de ese dolor que parece nunca cerrarse
definitivamente, es necesario hacer un duelo por la migración.
La licenciada nos dice que "animarnos a atravesar el
proceso de duelo implica poder asumir lo que uno de alguna manera
decidió y no está eligiendo en este momento, para poder conectar más
plenamente con el lugar, las personas y las nuevas posibilidades que se
abren".
Y abrevando en la psicología budista y parafraseando el
título de un libro de la psicoanalista junguiana Verena Kast, "se trataría
de ese paso conocido que propone la vida en general: entregarse, brindarse a la
nueva experiencia soltando ese lugar geográfico y psicológico al
que ya no podemos volver porque aún si existiera un retorno al viejo terruño
ello significará un encuentro con un lugar cambiado y nosotros tampoco ya seremos
los mismos".
Martín Reynoso
es psicólogo, director de Train
Your Brain Argentina y autor de "Mindfulness, la
meditación científica".
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