Ya sea por vergüenza o miedo a las consecuencias, nos cuesta admitir nuestros fallos. Pero la ciencia demuestra que, como se suele decir, rectificar es de sabios
Admitir que uno está equivocado no es sencillo. El monstruo
de la inseguridad y de la cara colorada acecha cuando hay que entonar el mea
culpa. Sobre todo, si sucede en el trabajo y, más aún, si quien pide
explicaciones es tu jefe. Pero, en contra de lo que rumorea la cultura popular,
reconocer un error refuerza la credibilidad y es señal de una mente práctica y
realista. Según explican varios expertos, también contribuye a aumentar la
productividad de la empresa: para empezar a solucionar los problemas que han
nacido de un error, lo primero que hay que hacer es admitir que están ahí.
La ciencia es un lugar perfecto para encontrar ejemplos
sobre la importancia de decir en voz alta: “Me equivoqué”. Los científicos
cuentan con tener que rectificar todo el rato. De hecho, el propio método
científico se basa en eso: hipótesis que serán aceptadas o rechazadas a lo
largo de la investigación, teorías válidas hasta que se demuestre lo
contrario... y requiere que los científicos reconozcan cuándo se equivocan. El
aumento de los datos y la mejora de la metodología pueden tirar por tierra un
experimento cuyas conclusiones, ahora erróneas, han sido aceptadas por la
comunidad científica durante mucho tiempo. Y no pasa nada.
En 2017, por ejemplo, hubo matemáticos que tiraron abajo sus
propias investigaciones cuando vieron que los datos no cuadraban y economistas
que se retractaron de su trabajo al darse cuenta de que habían clasificado sus
datos de forma errónea. Lejos de generar desconfianza, esto refuerza su
credibilidad. Como humanos imperfectos, ver a alguien rectificar conecta con
nuestras propias inseguridades: me lo creo porque a mí también me ha pasado.
Esto se traslada también a la forma de funcionar de las
compañías que, con el avance de la tecnología, cada vez tienen que correr más riesgos
al innovar y transformar su actividad. Y correr riesgos implica, con toda
probabilidad, equivocarse. Aceptar esto es un tema pendiente para muchas
compañías que aún asocian error con fracaso. Ante este escenario, los expertos
de la consultora Hays señalan que fomentar una cultura de la equivocación desde
un punto de vista positivo es clave para fortalecer a sus equipos y atraer el
mejor talento. “Las empresas que sepan fomentar esta aceptación de los errores
se posicionarán como las más prestigiosas”, aseguran en Hays.
La cultura empresarial también tiene que entender el
individualismo de los trabajadores y su capacidad de tener pensamiento crítico
y propio. Esto implica dejarles tomar decisiones y, una vez más, asumir la
probabilidad de que se equivoquen. El empleado gana en salud mental y
emocional, al sentirse reforzado y más seguro; y la empresa gana en
productividad, porque dar soporte a sus empleados cuando se equivocan hace más
fácil que estos reconozcan sus errores de forma habitual. La autocrítica es una
tarea que contribuye a mejorar el desempeño laboral. Contar un error en voz
alta es el primer paso para empezar a solucionarlo y evitar que se cronifique.
- Hay que hacerlo más
Si ser capaz de reconocer los errores refuerza la
credibilidad y contribuye a aumentar la productividad, ¿por qué cuesta tanto
hacerlo? Una de las explicaciones es el temor a la humillación y a que las
capacidades de la persona equivocada se vean cuestionadas. En esta situación,
entra en juego la disonancia cognitiva, es decir, el mecanismo mental que
utilizamos para protegernos cuando lo que pensamos y lo que hacemos es
contradictorio. Nos creemos personas racionales e inteligentes, y cuando
encontramos una información que contradice esta idea la rechazamos. Admitir que
estamos equivocados es doloroso para la percepción que tenemos de nosotros
mismos. Cuando nos disculpamos por haber cometido un error, tenemos que aceptar
esa disonancia, aunque no sea placentero.
También hay otro mecanismo mental que contribuye a que alguien
se mantengan en sus trece: el sesgo de confirmación. Se trata del razonamiento
que hacemos cuando estamos defendiendo una postura (la nuestra, la acertada).
Es uno de los más conocidos y estudiados por la psicología. Podría resumirse en
que solo escuchamos lo que respalda nuestra opinión. Oficialmente, consiste en
que aceptamos sin más las pruebas que apoyan nuestras ideas mientras que nos
mostramos escépticos con las que son contrarias, considerándolas parciales o
interesadas. Como explica Michael Shermer en The believing brain,
reaccionamos de forma emocional a datos conflictivos y después racionalizamos
por qué nos gustan o no.
- ¿Cómo solucionarlo?
Tener modelos de referencia que admiten estar equivocados
ayuda a combatir el temor a las consecuencias. También es importante aprender a
identificar las justificaciones habituales. “Si es evidente para todos que has
cometido un error, ser obstinado le muestra a la gente una debilidad de
carácter, en vez de una fortaleza”, explica Tyler Okimoto, profesor asociado de
psicología de la Universidad de Nueva York. “En cierta forma, las disculpas les
dan una sensación de poder a quienes las reciben”.
Con esta afirmación viene un giro inesperado de los
acontecimientos: negarse a pedir disculpas tras cometer un error puede tener
algunos beneficios psicológicos, según confirma la
investigación llevada a cabo por el profesor Okimoto y publicada en la
revista European Journal of Social Psychology. Los resultados de
este estudio demuestran que no reconocer los errores aumenta la sensación de
poder del sujeto y esto puede contribuir a mejorar también su autoestima. Pero
claro, el límite entre esta postura y un comportamiento narcisista es bastante
difuso.
La cultura de negación y la vergüenza asociada a cometer
errores en el ámbito de la medicina impide que los médicos hablen sobre esas
equivocaciones y que las utilicen para aprender y mejorar. Contando historias
de su experiencia, el físico Brian Goldman resalta la importancia de que los
médicos hablen sobre esta situación en este vídeo TED.
- Cursos y talleres
La organización Desarrollo de Aptitudes Personales
ofrece un curso online de orientación de la conducta enfocado
a reforzar la capacidad para reconocer errores. Tiene unas 30 horas de duración
y plantea un ciclo de ejercicios durante 8 días para adquirir esta habilidad.
Es un curso eminentemente práctico que tiene como objetivo detectar patrones,
ser más consciente y reforzar la autoconfianza.
- Caso de éxito
En 2009, el biólogo Daniel Bolnick publicó un artículo con
un hallazgo interesante: los peces con diferentes dietas tienen diferentes
tipos de cuerpos. Fue un descubrimiento muy bien acogido por la comunidad
científica, pero cuando un colega intentó replicar su análisis en 2016
descubrió que una línea de código estaba mal escrita. Todo se fue al traste.
Bolnick lo contó de inmediato e hizo una rectificación pública. Para su
sorpresa, la respuesta fue abrumadora y muy positiva, tanto por parte de sus
colegas como de las redes.
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