Hace unos días llegó a la Argentina una comitiva belga de
150 personas, entre empresarios y funcionarios, en el marco de una misión
económica encabezada por la princesa Astrid, hermana del Rey Felipe.
Uno de los tantos encuentros en que participó la misión
belga fue el seminario "Problemáticas actuales del mundo del
trabajo", co-organizado por la Oficina de País de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) para la Argentina y la Embajada de Bélgica. Allí, el gran tema fue cómo
lograr acuerdos intersectoriales.
Entre los presentes, Lieve Verboven, que tiene el cargo
profesional de Federal Labour Mediator (mediadora federal en el mercado de
trabajo), explicó cómo Bélgica lleva adelante de manera exitosa el diálogo
social, que "se pone a prueba especialmente cuando una crisis lleva a que
se realicen reformas para que el país vuelva a estar encaminado", dijo.
"El diálogo social ayuda a buscar ideales en común en tiempos de reforma,
un camino hacia la estabilidad social".
Mientras que en la Argentina hay un diálogo entre las autoridades,
el empresariado y el sector sindical mayormente, con más o menos resultados, el
sistema belga prácticamente deja de lado lo que sería su ministerio de Trabajo,
para permitir que se pongan de acuerdo sindicatos y empresarios sobre las
mejores políticas para lograr crear y mantener el empleo. "Bélgica y la
Argentina tienen un sistema de diálogo intersectorial en materia de empleo,
pero son dos modalidades diferentes. En Bélgica el ministerio de Trabajo tiene
menos incidencia", dice Lieve.
Según la especialista, justamente Bélgica, Uruguay (un país
al que también visitó la comitiva) y la Argentina tienen en base a estadísticas
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la mayor cantidad de
convenios colectivos. "Como encargada de facilitar el diálogo social, mi
tarea consiste en acercar a gremios y empresarios, una tarea en la que no
participa el ministerio de Trabajo", explica.
Un caso emblemático
"He manejado muchos conflictos de alto perfil, como el
cierre de la fábrica Ford, Genk, en Bélgica. Se trataba de una fábrica
emblemática, que había producido 14 millones de vehículos en los últimos 50
años. La dirección de la empresa había decidido cerrar la fábrica en 2012,
donde trabajaban 4000 personas, y mudar la producción a Valencia, en España en
2014". Según Reuters, y en base a un estudio de la universidad de Hasselt,
esta decisión costó 11.800 empleos, si se tomaban en cuanta también a los
proveedores. Un golpe durísimo para toda una región que vivía de la fábrica. El
acuerdo incluyó el pago de Euros144.000, o US$187,500 a cada uno de los 4000
trabajadores despedidos.
Buenos resultados
"El diálogo social tiene muchos beneficios", dijo
el Viceprimer Ministro y Ministro de Economía y Trabajo, Kris Peeters. "En
2015 un reporte de la Comisión Europea concluyó que los países en donde el
diálogo es importante tienen la mejor performance y la economía más
competitiva. Un informe similar del Banco Mundial mostró resultados similares.
Los países con una tradición importante en un diálogo social intenso tienen
salarios más altos, hay menos huelgas, la productividad es más alta y el
resultado de la economía es mejor".
Según el ministro, Bélgica tiene una larga tradición en
construir puentes para lograr el diálogo social y "con toda modestia
tenemos una de las economías más sólidas de Europa".
Agregó que el diálogo entre sectores empresarios y
sindicales ayuda al bienestar de todas las partes ya que ayuda a mitigar el
impacto de las crisis financieras y shocks económicos externos. "Es una
manera de encontrar un terreno en común en tiempos de reforma".
En común
"Bélgica y la Argentina tienen situaciones en
común", dijo Peeters. "Nuestro país ha atravesado reformas
socioeconómicas en los últimos años. Eran necesarias para bajar los costos
laborales y los impuestos corporativos. Hubo reformas en los planes de retiro y
de prejubilación, y también otras para que exista una mayor flexibilidad en el
mercado de trabajo para ambas partes, empleados y empleadores. Estas reformas
ahora están dando buenos resultados. Los salarios suben, los costos laborales
son competitivos hay creación de empleo y bajo desempleo".
Lo lograron en base a acuerdos entre gremios y federaciones
empresarias en los cuales el gobierno no interviene, aunque sí lo hace cuando
debe legislar al respecto.
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