Las causas del abandono son diversas y pueden ir desde la
mala autogestión de la agenda del alumno hasta, en los casos en los que
hablamos de cursos gratuitos, la falta de compromiso con lo que nada nos
cuesta.
Pero, qué pasa cuando el alumno invierte tiempo y dinero, pero aun así acaba
“cansándose”, la respuesta suele estar normalmente en el concepto sobre el que
voy a escribir hoy: la dinamización.
Por muy bueno que sean los contenidos de una plataforma de
aprendizaje online, el alumno siempre necesitará algo imprescindible para poder
completarlos, motivación. Como ya
sabemos, si es intrínseca mucho mejor. Lo que ocurre es que, en este tipo de
formación, por muchas ganas que traigas de serie, siempre llegará un momento en
el que te surjan preguntas del tipo: ¿Lo
estoy haciendo bien? ¿Cómo lo han hecho otros en mi lugar? ¿Dónde pregunto mis
dudas? ¿Me servirá para algo?…
A este tipo de preguntas, y a alguna más, trata de responder una
práctica que para mí se hace indispensable si no quieres que la motivación
intrínseca agonice por inanición: la dinamización.
Es el alimento que
los alumnos necesitan para que el aprendizaje siga, nunca mejor dicho, su curso.
La ración de motivación extrínseca que les da un plus de implicación. Sí, ya
sé, el mero hecho de aumentar sus conocimientos debería ser un motivo
suficiente para que el alumno esté implicado, pero no pequemos de optimistas,
pongamos las cosas fáciles.
¿Qué podemos hacer para dinamizar? Pues voy a enumerar sólo
algunos ejemplos, que pueden funcionar por separado o todos juntos. También,
por supuesto, me estaré dejando opciones en el tintero. Una de las cosas que me gusta de la dinamización es que, a la hora de
llevarla a cabo, la imaginación es un plus. Siempre podemos inventar algo
nuevo que incentive la participación. Entre lo que ya se ha inventado
tendríamos:
• Interacción directa:
Puede ser una persona, o puede ser un bot, o, ya puestos a usar tecnología, el
propio contenido puede ser interactivo. Mi opción favorita, siempre que el
grupo de alumnos no sea demasiado grande y se pueda dedicar tiempo de calidad a
cada persona, es la interacción con un experto en la materia. A todos nos gusta que nos den una
palmadita en la espalda, que nos digan que vamos por buen camino, cuando esto
te lo dice alguien de referencia… la dosis de motivación extrínseca es de las
buenas.
• Gamificación:
Al aprendizaje online, o de cualquier tipo, se llega mejor si introducimos
algún elemento lúdico o de competición (con uno mismo o con otros). Puede ser
algo sofisticado o puede ser algo sencillo. Gamificación no tiene que ser sinónimo de gran inversión. Se trata de
buscar elementos de enganche. No hay una solución ideal, simplemente hay
que adaptarse al contexto, a la materia y, por supuesto, a las personas.
• Recompensas:
Ligada a la gamificación o por separado, el elemento de motivación extrínseca
por antonomasia es la recompensa. No estoy muy a favor de premios que eclipsen
el propio aprendizaje, sí de aquellos que lo estimulan o, en el caso más ideal,
incitan a continuar con él. Por ejemplo, la recompensa puede ser otro curso de
mayor nivel, un encuentro con algún gurú, un viaje a alguna institución de
prestigio en la materia… Las recompensas
deben trascender lo puramente material para convertirse en un acicate, y no en
una excusa para añadir alumnos no motivados intrínsecamente y con un interés
puramente materialista.
• Comunicación:
Creo que el email como herramienta principal de trabajo tiene sus días
contados, pero mientras siga siendo utilizada por casi todo el mundo, no
podemos dejar de utilizarla. Los mensajes de refuerzo, o de invitación puede
que no tengan mucho impacto en aquellas personas que no tienen interés por un
aprendizaje online determinado, pero sí lo tienen, y mucho, para aquellos que
lo habían dejado en un segundo plano llevados inconscientemente por las tareas
del día a día. En los recordatorios,
como en casi todo en la vida, la virtud está en el punto medio. En ningún caso
debemos hacer spam.
• Acciones offline:
El aprendizaje online no tiene que ser antagonista de lo que suceda offline
sino más bien complementario. Podemos ir desde elementos clásicos como
cartelería hasta innovaciones como gymkanas o cualquier otra idea que nos ayude
a motivar a los alumnos. Sobre todo, hay algo que no podemos perder de la
cabeza:
Lo que se aprende online carece de sentido sino se traslada a
comportamientos en offline.
En definitiva, como hemos visto hay vida en el aprendizaje
online más allá de confiar al 100% en las virtudes de nuestros contenidos, que,
por supuesto, deben ser de la mayor calidad posible. Necesita ofrecer al alumno
incentivos adicionales que le animen a hacerlo mejor y que le aporten el punto
de diversión necesario. Esa emoción que
hace que la formación se recuerde, y por tanto sea efectiva.
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