Transformar la
educación y adecuar las reglas de contratación, entre los temas sobre la mesa.
Los cambios llevan a robotizar un creciente número de tareas
Un sistema educativo que abandone el esquema tradicional de
un instructor que habla parado frente a 30 alumnos que escuchan; una sociedad
que, a través de sus dirigentes de diferentes ámbitos, sepa definir cómo usar
las nuevas tecnologías para disminuir el eventual efecto social negativo y para
promover un desarrollo inclusivo (en lugar de dejarse estar mientras la
robotización absorbe puestos de trabajo); un marco legal para las
contrataciones laborales que diferencie a las pymes de las grandes compañías.
Esas cuestiones, entre otras –que podrían verse como metas deseables–,
sobrevolaron los debates que, sobre la temática de la generación de empleo,
hubo en el XX Encuentro anual de la
Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), que tuvo lugar el
jueves y viernes pasados.
“No es la naturaleza de la Argentina; esto es fruto de un
proceso de construcción social, porque no estuvimos a la altura durante
décadas”, sentenció el sociólogo e investigador Agustín Salvia, primer expositor del encuentro, al hacer una
lectura de los datos de la realidad social del país. Según los resultados de la
encuesta del observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA (centro de
estudios que Salvia dirige), en 2016 sólo el 41,4% de la población
económicamente activa de los centros urbanos contaba con un empleo pleno en el
que se cumplían todos los derechos. Las otras personas quedan atrapadas por la
desocupación o por las situaciones de informalidad, que tienen su expresión más
grave en las subocupaciones precarias. También según esa encuesta, si se
considera al total de quienes tienen una ocupación (asalariados y
cuentapropistas), el 51,3% no cuenta con aportes a la jubilación y a la obra
social. Y además, 12 de cada 100 familias habitan una vivienda precaria, una
condición –entre otras varias– que pone trabas al acceso al empleo.
“Se nos viene un tsunami de cambios tecnológicos y si no
actuamos a tiempo las diferencias sociales se van a agravar”, advirtió Salvia.
El ministro de Trabajo, Jorge
Triaca, que integró el panel sobre “Inclusión a través del trabajo digno y
sustentable”, dijo que el Gobierno “reconoce la realidad”, y apuntó al largo
plazo de la problemática de la pobreza y la desigualdad. “Esto no empezó ayer,
por más que durante mucho tiempo no se daban datos”, afirmó.
Según el funcionario, que exista un aumento de los juicios por
accidentes de trabajo al mismo tiempo que cae el número de siniestros, muestra
que “hay algo en el diseño de las políticas públicas orientado al conflicto y
no a generar la posibilidad de una conciliación”. A los cambios normativos
vinculados a ese tema, Triaca agregó –como una de las forma de buscar
soluciones a los problemas del trabajo– la necesidad de abordar la cuestión de
los costos laborales pero “de una manera muy cuidadosa”, dada la necesidad de
financiar las jubilaciones y otras prestaciones sociales. Y se refirió a la
posibilidad de un esquema progresivo, que prevea un costo más aliviado para las
pymes.
Según datos oficiales, en el primer cuatrimestre del año se
crearon 24.000 puestos en el sector privado y formal. Es un avance casi nulo
del número de empleos. Triaca afirmó que durante la caída y el estancamiento
del PBI hubo “retención de puestos” en las empresas, lo cual explicaría que no
se contrate enseguida “cuando la cosa anda mejor”.
Más allá de esos datos de la coyuntura, una cuestión de la
que se habló en ACDE es de cuánto más que el crecimiento y que las
contrataciones de las empresas hará falta para dar respuesta a las necesidades
de empleo, sobre todo entre la población más vulnerable.
Para Jorge Lawson, director
del Banco Nación, promover el emprendedorismo es clave. “Ser emprendedor es una
forma de ser, de vivir; es levantarse pensando cómo se va a cambiar el mundo”,
afirmó. Y apuntó: “Hoy la educación capacita para ser empleado, pero hay que
animarse a innovar”. Lawson preside
la Fundación Empretec, que de la mano de Naciones Unidas y del Banco Nación,
desarrolla el plan Comunidades con valor, enfocado en crear, desarrollar y
vincular a pymes en el marco de las economías regionales. Para Lawson, un
sector que debe avanzar con un cambio de fondo es el bancario, para que
acompañe a quienes emprenden. Y ese cambio podría graficarse en cuestiones tan
prácticas como la forma de atención: si llega un cliente, sentarse al lado de
él y no enfrente sería una marca de la adaptación necesaria.
Derribar “paredes” y cuestionar convenciones es también un
desafío del sistema educativo. Oscar
Ghillione, director general del Instituto Nacional de Educación Tecnológica
(INET) del Ministerio de Educación, señaló que hoy falta anticiparse al mundo
laboral. “Tenemos grandes paredes, algunas invisibles, que nos impiden lograr
puentes entre el mundo del trabajo y el de la educación, y ahí debemos ser más
inteligentes”, explicó.
En materia de formación, uno de los desafíos es el de
prepararse para tareas específicas en función de los cambios que ya están
llegando: el secretario general del sindicato Smata, Ricardo Pignanelli, se
refirió a cómo se capacita, en la industria automotriz, para trabajar con los vehículos
híbridos.
Pero más allá de eso, hubo quienes marcaron la necesidad de
pensar cómo encarar la educación en tiempos de incertidumbre respecto de cuáles
serán los trabajos que habrá en el futuro. “Hay que educar en capacidades para
crear y colaborar con otras personas”, reflexionó Roberto Cruz, gerente general para la Argentina, Paraguay y Uruguay
de Cognitiva, una empresa basada en Watson, un sistema de inteligencia
artificial. Destacó el desafío de estar atentos y dijo: “Debemos saber qué
queremos construir con la tecnología en nuestra sociedad”.
Al menos dos rasgos de la realidad marcan la magnitud de ese
desafío. Uno es la rapidez del cambio: “La velocidad de hoy es la más lenta que
vamos a ver”, advirtió Gastón Podestá,
director global de Recursos Humanos de Accenture. El otro rasgo es el de la
“Argentina dual”, con el 30% de su población en la pobreza. Según la encuesta
de la UCA, en el 16,5% de los hogares hay un déficit de acceso educativo
(hogares donde hay al menos un menor de entre 4 y 17 años que no asiste a un
establecimiento, o donde ningún integrante de entre 19 y 40 años terminó el
secundario).
“Cuando se habla de cuántas personas salen de la pobreza,
hay que ver que muchos quedan en una situación de alta vulnerabilidad”, observó
Cristina Calvo, directora del
Programa Internacional “Democracia, Sociedad y Nuevas Economías” de la UBA, en
referencia a un fenómeno global. Y compartió una reflexión sobre la llegada de
la inteligencia artificial: “No estoy tan preocupada por el hecho de que los
robots empiecen a pensar como los humanos, como por el riesgo de que nosotros,
los humanos, dejemos de soñar”.
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