Cuando los líderes
poseen suficientes cualidades emocionales, surge de forma natural una sintonía
interpersonal que facilita el trabajo en equipo.
Los trabajadores a las órdenes de líderes más inteligentes emocionalmente son más efectivos y gozan
de mejor salud que los que tienen jefes "mediocres" que, además de
estrés laboral, pueden aumentar el riesgo de que sus empleados padezcan hipertensión
o un ataque al corazón.
El buen líder no debe perder contacto con las corrientes
emocionales que mueven a los equipos, así sabrá detectar la influencia de sus
decisiones y captar los sentimientos inexpresados y articularlos en beneficio
del equipo.
Un jefe de este tipo debe ejercer
el liderazgo se debe buscando obtener el máximo partido de las capacidades
emocionales que poseen los diferentes individuos que integran un determinado
equipo, con objeto de establecer un buena interrelación.
La inteligencia emocional no es
innata. Es cierto que se puede tener cierta predisposición a demostrar alguna
de estas capacidades pero, sin duda, las fortalezas del liderazgo resonante se
adquieren. Ningún líder, no importa cuán sobresaliente, es fuerte en todas las
competencias que integran las áreas fundamentales de la inteligencia emocional.
Si deseas ser un líder capaz de desarrollar completamente todas estas
competencias, son cinco los elementos clave que debes adquirir o potenciar.
1. Autoconciencia
Tener un profundo entendimiento
de nuestras emociones, fortalezas, debilidades, necesidades e impulsos. Las
personas con una fuerte autoconciencia no son demasiado críticas ni tampoco
tienen esperanzas irreales. Más bien, son honestos consigo mismas y con los demás.
Aquellos con un alto grado de autoconciencia reconocen cómo
sus sentimientos los afectan a sí mismos, a otras personas y al desempeño en el
trabajo. Así, una persona autoconsciente que sabe que las fechas límite
despiertan lo peor de sí misma, planea su tiempo cuidadosamente y realiza su
trabajo con anterioridad. Además, será capaz de trabajar junto con un cliente
exigente. Entenderá el impacto de éste en su temperamento y las razones
profundas de sus frustraciones. Una persona así entenderá que "las exigencias
triviales del cliente nos apartan del verdadero trabajo que debe llevarse a
cabo". Irá un paso más adelante y desplazará su furia hacia algo más
constructivo.
La autoconciencia se extiende al entendimiento que cada
persona tiene de sus valores y metas. Una persona altamente autoconsciente sabe
hacia dónde se dirige y por qué, y por ello es capaz de ser firme a la hora de
declinar una oferta de trabajo tentadora en el aspecto financiero que no es
acorde con sus principios y metas de largo plazo. ¿Cómo puede uno reconocer la
autoconciencia? En primer lugar, ésta se presenta como desprevención y
habilidad para evaluarse a sí mismo en forma realista. Las personas con alta
autoconciencia son capaces de hablar en forma abierta y precisa acerca de sus emociones
y del impacto que éstas tienen en su trabajo.
2. Autorregulación
Los impulsos biológicos de la autorregulación manejan
nuestras emociones. No los podemos dejar de lado, pero sí podemos hacer mucho
para manejarlos. La autorregulación, que es como una conversación interna
continua, es el componente de la inteligencia emocional que nos libera de ser
prisioneros de nuestros sentimientos. Quienes están comprometidos con esta
conversación sienten mal humor e impulsos emocionales, pero encuentran la manera
de controlarlos y canalizarlos en forma útil.
Un ejecutivo que posea el don de la autorregulación, ante el
fracaso de su equipo en una presentación a la junta directiva de la empresa, no
reacciona con ira y frustración. Al contrario, es capaz de enfrentar la
situación de manera exitosa.
Un jefe con esta cualidad escogería cuidadosamente sus
palabras, reconociendo el pésimo desempeño del grupo, pero sin adelantarse a
hacer juicios precipitados. Después reflexionaría sobre las razones del
fracaso. Luego, llamaría a todo el equipo, expondría las consecuencias del
incidente y presentaría sus sentimientos frente al hecho, terminando todo con
la presentación de un análisis del problema y una solución conveniente.
3. Motivación
Quienes tienen potencial para ser líderes se motivan por un
deseo profundamente enraizado de tener logros, por el hecho mismo de
alcanzarlos. Si está buscando líderes, ¿cómo puede distinguir aquellos que
están motivados por el impulso del logro y los que están movidos por
recompensas externas? La primera señal es una pasión por el trabajo mismo:
estas personas buscan desafíos creativos, les encanta aprender y se
enorgullecen del trabajo bien hecho. También despliegan una incansable energía
para hacer mejor las cosas.
Personas con este tipo de energía a menudo parecen
impacientes con el statu quo. Son muy persistentes con cuestionamientos acerca
de por qué las cosas se hacen de una forma y no de la otra; y están ansiosas
por explorar nuevos enfoques en su trabajo. Esta historia ilustra otras dos
cualidades comunes de las personas que están orientadas al logro.
Siempre quieren incrementar su nivel de desempeño y siempre
quieren tener registros de ese nivel. Durante las evaluaciones de desempeño,
las personas con alta motivación suelen pedir a sus superiores que les exijan
más. Claro está, un empleado que combine la autoconciencia con la motivación
interna reconocerá sus límites, pero no por ello se transará por objetivos que
son demasiado fáciles de cumplir.
4. Empatía
De todas las dimensiones de la inteligencia emocional, la
empatía es la más fácil de reconocer. Pero cuando se trata de negocios,
raramente se oye que las personas son elogiadas o recompensadas por su empatía.
La palabra misma parece alejada de la vida de los negocios y fuera de lugar
entre las duras realidades del mercado. Pero la empatía no tiene que ver con
aquel sentimentalismo del estilo de "yo estoy bien, tú estás bien".
Para un líder, la empatía no significa adoptar las emociones
de otros como propias y tratar de complacer a todos. Esto sería una pesadilla y
haría la acción imposible. Por el contrario, empatía significa considerar los
sentimientos de los empleados, junto con otros factores, en el proceso de tomar
decisiones inteligentes.
5. Habilidades sociales
Las habilidades sociales no son tan sencillas como parecen.
No es sólo una cuestión de ser amistoso, a pesar de que las personas con altos
niveles de habilidades sociales rara vez no lo sean. Por el contrario, la
habilidad social es amistad con un propósito: conducir a las personas hacia la
dirección que se desee, ya sea un acuerdo para una nueva estrategia de
marketing o entusiasmo frente a un nuevo producto.
Las personas con habilidades sociales tienden a tener un
amplio círculo de conocidos y tienen un don para despertar simpatía. Esto
significa que trabajan conforme a la suposición de que nada importante se puede
hacer solo. Estas personas tienen una red de conocidos lista para ser activada
cuando es necesario.
Algunas veces, la habilidad social se manifiesta en formas
diferentes a como lo hacen los otros componentes de la inteligencia emocional.
Por ejemplo, algunas veces puede pensarse que las personas con habilidades
sociales no hacen nada en su trabajo. Parecen más bien estar charlando en los
pasillos con los colegas, en lugar de estar conectadas con sus verdaderos
trabajos. Estas personas piensan que no tiene sentido limitar arbitrariamente
el alcance de sus relaciones. Tejen amplios lazos, pues saben que en estos
tiempos pueden necesitar la ayuda de personas que empiezan a conocer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario