Ambiciosos, narcisistas,
manipuladores... Los 'trepas' suscitan reacciones negativas, pero hay quien
piensa que su personalidad puede mostrarnos el camino para escalar posiciones
en la organización.
En cualquier
oficina podemos encontrar empleados ambiciosos. Todos hemos coincidido con
compañeros que cumplen este perfil en algún momento. Son personas que tienen la
inexplicable capacidad de escalar posiciones. Pero ¿cómo lo hacen? En principio
no parecen tener más experiencia ni son más inteligentes que el resto, pero es
probable que posean uno de los rasgos de la personalidad que los psicólogos
llaman la "tríada oscura": manipulación, una tendencia a
influir en otros para beneficio propio; narcisismo, que denota una gran
admiración hacia uno mismo; y personalidad antisocial, asociada a una falta de
empatía por los demás.
Estas
características son muy conocidas por las reacciones negativas que pueden
provocar cuando dominan la personalidad de alguien. Sin embargo, a nivel más
moderado, este perfil puede ayudarnos a escalar posiciones. Por ejemplo, las
personas narcisistas que quieren ser el centro de atención, normalmente
proyectan una buena imagen a clientes y superiores, según un estudio realizado
a 140 personas con niveles bajos de rasgos de la "tríada oscura de la
personalidad". También pueden ser convincentes a la hora de imponer sus
propias ideas.
Narcisismo,
manipulación y personalidad antisocial son rasgos del 'trepa' influyente.
Los manipuladores
saben cómo influir en otros en beneficio propio,
recurriendo a halagos o engaños si lo consideran necesario. No obstante, este
tipo de personas de personalidad un tanto maquiavélica pueden ser
líderes carismáticos y convincentes negociadores. Y, aunque los individuos
con personalidad antisocial carecen de empatía y no se preocupan por los demás,
también pueden ser creativos porque suelen disfrutar probando sus límites.
Los investigadores
están cada vez más interesados en el estudio de la "tríada oscura"
porque es una "estructura bien organizada para una gran variedad de
diferencias individuales que son muy poco conocidas, sobre todo en el ámbito
laboral", explica Seth M. Spain, autor del estudio y profesor adjunto de
comportamiento organizativo de la Universidad de Binghamton, que depende de la
Universidad del Estado de Nueva York.
Aprender a
detectar los rasgos de personalidad de los empleados puede ayudar a los empresarios
a mejorar sus carreras a través de la formación y ubicando a los empleados en
el lugar adecuado. Además "todo el mundo podrá entender cómo las personas
narcisistas o manipuladoras utilizan sus dotes más sutiles para ganar
influencia".
Maquiavélicos
En su anterior
trabajo, Renee LeBouef tuvo que sufrir a un jefe de personalidad maquiavélica
que acabó afectando negativamente a sus relaciones en la oficina. El jefe
utilizó los halagos para entablar amistad con LeBouef y otros empleados,
haciendo hincapié en su atractivo y sus talentos; a cambio esperaba que le
facilitaran información personal. Después utilizó esta información hablando de
unos y otros para provocar un enfrentamiento entre compañeros, aumentando su
control sobre el equipo, recuerda LeBouef.
Desde entonces,
LeBouef solo facilita detalles muy superficiales de su vida a sus compañeros.
"No necesitan saber mucho de mi vida privada”, explica. En la actualidad,
tiene un jefe que demuestra interés en sus empleados pero sin entrometerse en
su vida.
Según el
estudio, las personas conflictivas suelen ser candidatos muy atractivos
en las entrevistas de trabajo porque despliegan su atractivo,
asertividad y capacidades de liderazgo. Los investigadores creen que los
narcisistas suelen actuar muy bien en los programas de formación porque quieren
que se les considere los mejores.
Toby Bishop,
asesor de estrategias contra el fraude, cree que "los narcisistas están en
todas partes. Se les da muy bien crear una buena impresión porque son personas
con habilidades sociales, lo que les facilita escalar posiciones en el entorno
laboral".
Los manipuladores
también son expertos en forjar alianzas políticas,
pero su carrera tiende a echarse a perder con el tiempo, en parte porque se
centran en los beneficios a corto plazo en lugar de en los resultados a largo
plazo de las empresas para las que trabajan.
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