Estar en el lugar y en el momento adecuado
puede ayudar a una 'start up' a convertirse en un bombazo. El azar influye,
pero únicamente si el producto es de calidad y gusta a la gente. En cualquier
caso, diversifica; no olvides que los éxitos meteóricos son siempre temporales.
¿Existe
la idea de negocio perfecta? Un emprendedor puede realizar un exhaustivo
análisis de mercado en el que concluya que existe una determinada necesidad.
Puede también organizar multitud de focus groups, encuestas a pie
de calle y pruebas piloto para determinar si los clientes estarían interesados
en su producto. Puede asimismo rodearse de expertos que le ayuden a diseñar su
modelo de negocio, su plan de marketing y sus estados financieros preliminares,
y crear una red de partnerships junto con las empresas de
mayor éxito en su sector. Puede, en definitiva, seguir a rajatabla todas las
reglas del buen emprendedor, y aun así fracasar.
Es evidente que cuanto mejor sea la idea, más
compenetrado esté el equipo humano, mayor sea el acceso a financiación y más
robusto el apoyo de otros agentes del sector, mayores serán las probabilidades
de llegar a lo más alto. Pero existe un último factor del éxito sobre el que no
es posible realizar previsiones: la suerte.
DE
INGENIERO EN NISSAN A VENDER PULSERAS DE PLÁSTICO. El malayo Cheon Choon Ng era
ingeniero jefe en el departamento de pruebas de choque de Nissan, con un
salario de 100.000 dólares al año. En 2010 intentó ayudar a sus hijas a hacer
unas pulseritas, pero sus dedos eran demasiado gordos, y decidió diseñar un
pequeño telar de plástico. Tras más de un año haciendo pruebas y retoques, en
2012 decidió montar Rainbow Loom, una empresa que vende unos kits que incluyen
gomitas de colores y un pequeño utensilio, para que los niños hagan pulseras.
Con una inversión inicial de 10.000 dólares, ya ha facturado más de 100
millones en todo el mundo.
El factor suerte existe
Solía decir el Premio Nobel Paul A. Samuelson,
considerado uno de los gigantes de la ciencia económica del siglo XX, que la
competencia es fundamental, pero que el azar también existe. Otro Premio Nobel
de Economía, el polaco Reinhard Selten, sostiene que "la capacidad de
raciocinio del ser humano es, simplemente, imperfecto". Selten es el autor
de la Teoría de Juegos, que trata precisamente de captar en una
fórmula matemática el modo en que se toman las decisiones empresariales.
Detrás
del éxito de Moleskine está una inteligente estrategia de márketing, que
explota el romántico aunque incierto origen de estas libretas de estilo
clásico, que teóricamente usaban Piccaso y Hemingway, y que el autor Bruce
Chatwin menciona en su libro Songlines. En realidad, la marca Moleskine se
registró en 1997, la empresa es hoy propiedad de la firma de inversión Société
Générale Capital y la fabricación se realiza en China.
Teorías aparte, puede resultar sorprendente cómo,
en muchas ocasiones, es la idea aparentemente más sencilla la que tiene un
mayor éxito. Casos como los de Rainbow Loom, que vende kits para que los niños
creen pulseritas de plástico, las pulseras Pandora, los cuadernos Moleskine o
las chancletas Havaianas son algunos ejemplos de cómo un cierto efecto
moda, por sencillo que sea el producto, puede permitirte subir los precios
y multiplicar los márgenes. Esta estrategia suele ir acompañada de fuertes
inversiones en marketing aunque, también aquí, las normas que se enseñan en las
facultades de Empresariales se han roto en más de una ocasión.
"El azar influye, pero es el último de los
factores. Sin un buen producto, un plan de negocio bien trabajado y el mejor
equipo que puedas pagar, toda la suerte del mundo no te ayudará a
triunfar", opina Ceferí Soler, profesor de la escuela de negocios Esade.
"No es suerte, ni casualidad. A las personas nos gustan las cosas
sencillas, porque son fáciles de entender, de usar y, en su caso, de viralizar",
valora Miguel Vicente, business angel y fundador de LetsBonus
y de Wallapop. "El marketing ayuda, y mucho, pero el producto tiene que
ser bueno y gustar a la gente", agrega Vicente.
En Internet, de hecho, la mayoría
de las puntocom del momento son copias de modelos que ya habían obtenido
resultados en otros mercados.
Sencillo no significa necesariamente lo mismo que
simple. Pandora, por ejemplo, cuenta con un business plan muy
estudiado y una experiencia de más de treinta años en el sector de la joyería.
Desde 2008 es propiedad del fondo de inversión Axcel, desde 2010 cotiza en
Bolsa y ya en 2011 era la tercera mayor empresa de joyería del mundo, sólo por
detrás de Cartier y Tiffany & Co.
"Tan bueno que parece simple"
En el mundo tecnológico ocurre algo similar. El
difunto fundador de Apple, Steve Jobs, solía decir que la mejor tecnología era
aquella que era tan intuitiva que acababa siendo "invisible" para el
usuario. "Es tan bueno que parece fácil lo que hace", solemos
comentar de los mejores deportistas.
Por supuesto, cuanto mayor sea la planificación,
menor será el peso que represente la suerte. "Cuando te llegue ese momento
de suerte, habrá de pillarte con los deberes bien hechos", comenta Soler.
Igual que Moleskine, Havaianas explota sus
supuestos orígenes, que en este caso se remontan a 1962, sobre una inspiración
en las sandalias japonesas Zori. Lo cierto es que Alpargatas SA (empresa madre
de Havaianas) empezó posicionando sus chancletas de plástico como un producto
para pobres. A partir de 1993, deciden reconvertir la marca como un objeto de
deseo, con 300 colores disponibles y opciones de personalización.
Diversifica
En cualquier caso, todo éxito meteórico corre el
riesgo de desinflarse igual de rápido. La clave está en la diversificación.
Havaianas ha sacado ya líneas de alpargatas, botas de agua, toallas de playa o
llaveros, amén de las colecciones exclusivas de cada temporada. Moleskine vende
bolsos y plumas. Pandora, por su parte, hace también anillos, pendientes y
collares. Y King.com, creadores del juego Candy Crush, ha puesto en
marcha una millonaria campaña publicitaria para anunciar otros juegos de
su catálogo, y depender así en menor medida de un solo producto.
Pandora
era un negocio joyero creado en Dinamarca en el año 1982. Ya en 2000 lanzaron
al mercado las pulseras de amuletos que popularizaron la marca. La idea es la
siguiente: sobre un cordón estándar, se van añadiendo amuletos la mayoría
hechos a mano, de forma que cada pulsera se convierte en algo personal y único
en el mundo. El cordón más barato cuesta 35 euros y los amuletos, a partir de
20 euros cada uno.
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