Las
palabras más peligrosas que hay en cualquier idioma son las etiquetas que
gustan a todo el mundo y que cada cual utiliza para describir cosas bastante
distintas. Una palabra como «innovación», por ejemplo, carece de críticos, pero
dispone de ejércitos de intérpretes que muchas veces ni siquiera se dan cuenta
de que persiguen objetivos distintos. En concreto, hay muchas personas que
confunden innovar con inventar: un error muy caro. Para mantener sus negocios
en pie, es fundamental que los empresarios tengan clara la diferencia entre
ambas palabras.
«Se
confunde innovar con inventar: un error muy
caro; es fundamental que los empresarios tengan clara la diferencia»
El
difunto Peter Drucker solía ajustar las etiquetas demasiado generosas en la
jerga de las empresas: nos ofreció la impagable reflexión de que la innovación
«es un término económico, no tecnológico». A menudo vemos que una empresa
recibe el calificativo de innovadora por haber creado un producto nuevo, pero muchas
innovaciones persiguen en realidad mejorar procesos o crear necesidades nuevas.
*La
innovación de productos llevó a IBM
a ofrecer al público el ordenador personal, que se lanzó al mercado con una
arquitectura abierta que abría la puerta a un ecosistema de accesorios gigante.
*La
innovación de procesos permitió que Dell
tomara los pedidos personalizados de clientes que querían un «PC con el
estándar IBM», creara y enviara el pedido, y recibiera el pago por el ordenador
antes de que Dell siquiera hubiera pagado por los componentes.
*La
innovación en necesidades ofrece a los clientes hoy un ordenador menos capaz
(como Chromebook), con un precio
mucho menor, haciendo gran parte del trabajo «en la nube» a través de otros
sistemas conectados a internet.
Los
clientes no pidieron la nube, pero la quisieron cuando la vieron: de todos los
ordenadores vendidos en Estados Unidos en 2013, las máquinas del tipo
Chromebook se llevaron un 10% de cuota de mercado. No se trataba de tecnología
nueva, sino de interpretar de forma diferente cómo les gustaría a los clientes
hacer tareas habituales, de forma más sencilla y cómoda. Hace diez años estaba
de moda que los proveedores de tecnologías de la información de grandes
empresas desestimaran la nube como algo de interés para empresas pequeñas y
particulares solamente; hoy, claramente, es el modelo dominante para crear
nuevas formas de colaboración corporativa e interactuar con clientes.
Mirar
más allá de la forma obvia de innovar (hacer las cosas de siempre «mejor, más
rápido y más barato») es el eterno reto de los empresarios, concebir cosas que
prácticamente nunca se han hecho antes, e incluso cosas que los clientes quizá
nunca hayan pedido. Las innovaciones más convincentes son aquellas que
catalizan el deseo (cuando el cliente las ve) y son posibles gracias a un nuevo
entorno, como el mundo ampliamente conectado de hoy día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario