“Cuando te comprometes con el éxito de los
demás tu éxito está garantizado”.
Si hay algo que ha marcado mi
futuro profesional esto ha sido el convencimiento personal de que la mejor
manera de lograr el éxito en todo lo que emprendía era hacer posible el éxito
compartido. Este es, en mi opinión, el compromiso más importante de
un líder con sus seguidores, el compromiso con su desarrollo personal y con su
éxito profesional.
En la reflexión de hoy
quisiera profundizar la vinculación del éxito con el compromiso con los demás
de la mano de Adam Grant, una autoridad de la psicología positiva. Su obra
“Give and Take”, basada en más de diez años de investigación sobre las
relaciones humanas, rompe el mito de que la avaricia es el camino al
éxito y nos da ejemplos concretos de porqué en la Era de la Colaboración el
éxito sostenible en nuestras vidas pasa necesariamente por el éxito de los que
nos rodean. Su visión, sin duda alguna, tiene profundas implicaciones en
la forma en que nos relacionamos con nuestros familiares y amigos, gestionamos
nuestras carreras, criamos a nuestros hijos y diseñamos nuestras
organizaciones.
¿De qué
depende el éxito en nuestras vidas?
Normalmente asociamos el logro en
la vida, personal y profesional con factores como el esfuerzo, el talento, la
constancia, perseverancia, disciplina, el atrevimiento o incluso la suerte.
Grant nos propone una perspectiva nueva y refrescante sobre el arte y la
ciencia del éxito.
Su investigación, llena de
ejemplos convincentes, nos muestra que el éxito depende en gran medida de la
forma en que nos aproximamos en nuestras interacciones con otras personas. Cada
vez que nos relacionamos con otra persona en el trabajo o en nuestra esfera
particular tenemos que hacer una elección: “Dar o Tomar”. Es decir aportamos
valor a la otra persona sin preocuparnos por lo que recibimos a cambio o
tratamos de obtener tanto valor como sea posible de la relación sin
preocuparnos por los demás. De la respuesta que damos a esta pregunta depende
en gran medida, según la investigación de Grant, nuestro éxito tanto en la vida
familiar como en la profesional.
Tres
formas distintas de relacionarnos con los demás.
En su estudio Grant identifica
tres patrones de comportamientos básicos en las personas según nuestra forma
natural de relacionarse con los demás:
Dadores – Aquellos que ” normalmente dan
más de lo que reciben “. Son Generosos en sus relaciones y les gusta ayudar a
los demás sin condiciones . Comparten de forma natural sus conocimientos y
resuelven problemas a los demás sin buscar nada a cambio.
Tomadores - Aquellos a los que les
gusta ” recibir más de lo que dan “. Son personas, por contraste,
generalmente competitivas, que tratan de obtener la mayor cantidad
posible de nosotros, sin dar nada a cambio. Operan bajo la premisa de que si no
hacen nada por si mismo nadie lo hará. Son maestros en acaparar el crédito y la
auto- promoción y su objetivo final es asegurarse que están solos en la cima.
Comparadores – Son personas que se esfuerzan
por ”mantener un equilibrio entre dar y recibir”. Son equitativos y tienden a
buscar reciprocidad en sus relaciones. Cuando hacen un favor a alguien esperan
que se lo devuelvan en otra ocasión.
Si se nos preguntará directamente
con que estilo de comportamiento nos identificamos personalmente, la mayor
parte de nosotros diría que somos “dadores” en nuestras relaciones familiares y
“comparadores” en nuestra vida profesional. Es decir que somos generosos con
los “nuestros, contribuyendo cada vez que podemos sin llevar la cuenta y
en nuestra vida profesional tratamos de lograr un equilibrio entre dar y
recibir. Buscamos la reciprocidad en nuestras relaciones, evitando los daños a
nuestra reputación de una actitud excesivamente “tomadora” y al mismo tiempo
nos protegemos contra la explotación y agotamiento que sufren los “dadores”.
¿Quién es
más exitoso el egoísta o el generoso?
Para responder a esta pregunta de
una forma objetiva, Grant llevo a cabo un extenso estudio en tres ámbitos muy
diferentes: la ingeniería, la medicina y las ventas. En cada una de las
empresas, los investigadores recopilaron datos sobre si los empleados tienden a
operar como dadores, tomadores o comparadores y cuzaron estos resultados con
datos objetivos sobre su desempeño profesional, la productividad y las tasas de
error en la ingeniería, las calificaciones en la escuela de medicina y
los ingresos de las ventas.
En las tres opciones, los
“dadores” fueron los de peor desempeño . Los ingenieros con la productividad
más baja y mayor número de errores fueron aquellos cuyos colegas les
calificaban como los que hacían muchos más a favores de lo que recibían a
cambio. Del mismo modo, los estudiantes de medicina con las calificaciones más
pobres y comerciales con el número de ventas anuales más bajas, fueron los que
se identificaron más frecuentemente con frases como ” Me encanta ayudar a los
demás”. Estos “dadores” se quedaban sin tiempo y energía para completar su
trabajo de manera eficaz porque ponen a los demás por delante de ellos.
Sin embargo, las personas con
mayor éxito resultaron ser también “dadores”. En los tres contextos,
ingeniería, medicina y ventas los mayores triunfadores fueron las personas más
impulsadas a ayudar a los demás.
¿Que diferencia a los “dadores
exitosos” de los “dadores fallidos”? La clave está en la
capacidad para dar y apoyar a los demás en formas que no solo no están en
conflicto con sus intereses personales, sino que les ayudan a ser mas exitosos.
Son personas capaces de ayudar a los demás con un coste personal muy
bajo, se preocupan por beneficiar a los demás, pero también tienen metas
ambiciosas para la promoción de sus propios intereses. Su generosidad tiende a
forjar relaciones más profundas; al abrir las puertas a nuevas redes su
reputación crece, por lo que se convierten en colaboradores de confianza y
ganan la lealtad de sus compañeros. Todo lo contrario ocurre con los
“dadores fallidos” que tienen el problema de ser demasiado empáticos y
altruistas, por lo que acaban sacrificando su éxito personal a favor de los
demás.
Equipado con estas estrategias de
auto preservación, los dadores exitosos logran generalmente mejores resultados
que sus colegas “tomadores” o “comparadores”. Pero es que además su éxito tiene
una cualidad diferente. Y es que logran su metas personales de manera con
estrategias “gana-gana”. Es decir que hacen amigos, no enemigos en el camino,
por lo que no están nunca solos en la cima, como es el caso de muchos
“tomadores” cuyo éxito se basa en la explotación de los demás o en la
atribución personal de un éxito colectivo.
¿Quieres
conocer tu estilo?.
Adam Grant ha puesto en marcha el
portal Give and Take donde si
dedicas unos minutos a completar el test de evaluación puedes conocer tu estilo
personal. Necesitas darte de alta con tu mail para recibir los resultados.
Os comparto mis resultados: 53
% Dador, 20 % Tomador y 27 % Comparador. Como es de esperar todos tenemos
una mezcla. En mi caso el estilo dominante es dador, lo que no te sorprenderá
si eres un lector asiduo del blog.
Una
diferencia fundamental: Compartir crea valor.
La realidad es que aunque podemos
lograr el éxito de ambas maneras, como dadores y tomadores hay una diferencia
fundamental. Cuando gana un tomador normalmente hay alguien que pierde a su
alrededor. En contraste cuando gana un dador su éxito crea valor y se propaga
en cascada a las personas a su alrededor. Esta diferencia es fundamental en la
cultura y en la productividad de las organizaciones. Alentar a los empleados
tanto a buscar como al proporcionar ayuda, reconocer a los “dadores, y
descartar los comportamientos individualistas de “tomadores”, las empresas
pueden obtener beneficios significativos y sostenible.
Nuestros programas de
innovación colaborativa en grandes organizaciones nos muestran, una y otra
vez, como creando los contextos adecuados, las organizaciones obtienen
grandes beneficios y mejoran su productividad cuando los empleados comparten
libremente sus conocimientos y habilidades con los demás. Una cultura
organizativa “gana-gana” mejora la coherencia y la coordinación de los equipos,
acelera la innovación colectiva, asegura que la experiencia se transfiere a los
nuevos empleados, y crea un entorno donde los clientes sienten que sus
necesidades son la prioridad principal de todas las personas de la
organización.
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