Esto va por ti amiga, porque no hay pequeños ni
grandes.
Tener un equipo no es un regalo que va con un
gran lazo rojo... A muchos, cuando se les ofrece la posibilidad de tener
personas a su cargo aceptan pensando en que es fácil, algo
que aumentará su status dentro de la empresa y dará un sentido completo al
puesto con el que han soñado ver en su tarjeta. En lo que no piensan, en
algunas ocasiones, es lo que eso representa... Y es que no todo el mundo
está capacitado (ni de lejos) para llevarlo a cabo.
Tener un equipo supone una alta responsabilidad; y
un nivel de implicación con las personas elevado y exigente. Solo así se
logra avanzar, crecer y conseguir que las cosas avancen; de lo
contrario, la frivolidad y la falta de conciencia convierten a nuestros
colaboradores en verdaderos soldados de plomo que permanecen inertes y
fríos ante la situación que les toca vivir bajo este mandato que ni
reconocen, ni entienden y, que menos, comparten...
Acciones que te llevarán a un fracaso estrepitoso:
- Aceptar llevar un equipo sin experiencia previa ni formación específica.
- Infravalorar y olvidarte de que probablemente entre las personas que están bajo tu nuevo mando las habrá más brillantes y más inteligentes que tú.
- Dejarte influir (previamente a conocerles en profundidad) por otras personas u opiniones vertidas sobre ellos; o por un histórico específico que quizás los haya marcado.
- Hacer de tu posición de superioridad un poder.
- Pensar que eres mejor que el resto.
- Adueñarte de sus éxitos y del resultado de su trabajo colgándote la medalla delante del resto de la empresa.
- Pensar que el respeto vendrá solo, porque eres el jefe... El respeto personal y profesional es algo que se gana demostrándolo cada día.
Acciones que te llevarán al éxito:
- Fórmate en la gestión de equipos antes de aceptar este nuevo reto.
- Escucha la trayectoria de tus colaboradores por su propia voz.
- Interésate realmente por quiénes son y hacia dónde quieren ir.
- Muéstrate cercano. Practica la política de puertas abiertas en tu despacho.
- Si te preguntan, no emplaces la respuesta en el tiempo, lo que para ti puede ser insignificantepara ellos puede ser un mundo.
- Sé un ejemplo, un referente, alguien en quien confiar y a quien seguir por que enriqueces y aportas.
- Ofrece proyecto, objetivos y una ruta de trabajo clara.
- Explícales lo que esperas de cada uno de ellos a corto, medio y largo plazo.
- Comunica, explica, comparte, colabora, interésate por la totalidad del procesos y no tan sólo por el resultado, sólo así conseguirás ser justo y ecuánime
- Confía, delega, apuesta por ellos, defiéndelos y aliéntalos siempre y más si cabe en los momentos difíciles y de tensión.
- Pluraliza. No acuses nunca de forma individual. En público practica algo tan sencillo como: “nos hemos equivocado” o “qué buenos somos”.
- Sé flexible, asertivo y comprensivo. Solo así lograrás el nivel óptimo de comunicación y conexión necesario para poder ser exigente con el resultado final.
- Y, sobre todo, cuando la ocasión lo merezca: agradece. Da las gracias... No hay salario que se equipare al sentirse reconocido y valorado.
En definitiva, trata a tu gente como te gusta
que te traten a ti y no olvides nunca que no hay primero mejor que un buen
segundo de a bordo; que es tu responsabilidad, y solo tuya, el que tus
colaboradores brillen; que parte de su éxito, felicidad en el trabajo y
progresión profesional está en tus manos; y que, probablemente, entre ellos
está naciendo la persona que algún día te sustituirá.
Y a ti, si te sientes un soldado de
plomo es momento de romper filas dando un paso adelante desde el trabajo
bien hecho, es momento de demostrar contra viento y marea tus
capacidades y no olvides nunca que fuiste contratado precisamente para
eso.
No hay nada como trabajar en equipo y ser equipo.
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