Hoy más que nunca es muy corriente afirmar, que la finalidad de las
empresas, es el beneficio económico, esta filosofía va tan lejos que la
política misma se concibe frecuentemente para ello, todavía más, los propios
ministros de Educación de la Comunidad Europea, en su última reunión han
decidido que hay que mejorar la calidad de la enseñanza con el fin de
fomentar el crecimiento económico, aunque antes se pensaba, que la finalidad
principal de la educación era la mejora de las personas y la de la
sociedad.
La insistencia en el beneficio encierra un equívoco. ¿Qué sentido tiene
hacer algo que no suponga algún beneficio? Desde este punto de vista, no cabe
duda alguna. Pero que el beneficio se conciba –como sucede con mucha
frecuencia- como mero aumento del capital, no es solo erróneo, sino que es
imposible en condiciones normales, todo el que quiera tener más capital es para
algo, dado que el capital, por su propia esencia es un medio, convertido en un
fin es una patología y no podemos ni debemos pensar que la mayoría de la
sociedad y en especial la política se encuentra tan mal de salud.
Esto significa ante todo que un directivo ha de conocer suficientemente
el entramado de las finalidades humanas, lo cual implica una formación seria en
lo relativo a la persona y la sociedad. En ello reside la clave del humanismo.
Una formación humanistas no consiste –como podría pensarse- en un desarrollo
estético de la personalidad, para adquirir una excelencia superficial; consiste
en el arraigo teórico y práctico de los aprendizajes acerca de las grandes
cuestiones que nos afectan y sin cuyo conocimiento el que realiza la función
directiva y de gobierno, en vez de contribuir a la construcción, mina el
sistema de relaciones e incluso los fundamentos del sistema social, sin él,
todo presunto enriquecimiento es frágil y pasajero.
Uno de los rasgos fundamentales de nuestros días, es el conocimiento
progresivo, el saber como trabajo y como emprendo. El trabajo aparece en esta
perspectiva como parte decisiva de la vida humana. El humanismo que se pretende
no es esteticista ni estetizante, está fundado en el método socrático, que une
el amor a la realidad con la valentía de enfrentarse a la realidad pura y dura.
La memoria se relaciona directamente con el amor, el trabajo es conquistador,
ya que se enfrenta a la dificultad. El nuevo humanismo es más amplio y más
completo que los que están actualmente de moda; no es un patronazgo, unas
humanidades compartidas ni una ética supuestamente empresarial, ni
gubernamental.
LIMITACIONES
DEL DIRECTIVO
Para el Profesor Alejandro Llano de la Universidad de Navarra, en alguno
de sus estudios hace referencia a las limitaciones del directivo no humanista y
explica que el directivo y/o empresario de tales características sencillamente
no aprecia la humanidad de su entidad ni de las pernas que la componen. En
realidad, aunque se le quiere hacer pasar por una realidad pura y dura, el
antihumanismo es una ficción, que causa contestación, desesperanza y
agostamiento, se trata de una alienación, de ocultar una cosa con otra.
Su efecto es la reificación, es decir, el tratar a las personas como si
fueran cosas y que la realidad desborda los procedimientos, que solo generan
regulaciones de carácter retroactivo e inadecuadas que obstaculizan la correcta
y necesaria previsión
José María Cardona, afirma que el humanismo de un directivo se advierte,
cuando sus colaboradores son productivos, cuando los conoce y sabe apreciar ,
valorar y potenciar sus auténticas capacidades, teniendo en cuenta los factores
temperamentales que no recoge la gestión por competencias. El directivo
humanista tiene un planteamiento esencialmente espiritual, puede comprometer y
responsabilizar al colaborador y eso solo se consigue con un conocimiento
profundo de si mismo.
Para el antiguo directivo del Corte Inglés, Rafael Potti en una de sus
escritos afirma que la burocratización y el procedentalismo suprimen la
iniciativa de las personas suprimen la iniciativa de las personas y sustituyen
la libertad individual por una administración cara e ineficaz. La liberad
política se reduce a las convocatorias electorales; en las organizaciones
sindicales y en las patronales se prioriza la estructura sobre los
representados, la empresa por su parte hoy por hoy no quiere complicarse con
problemas con su gente pese a los momentos de crisis que atravesamos. Hay que
dar, por el contrario un margen a la innovación, empezando por la propia
empresa, otorgando mayor participación a la gente, que tiene sus propias ideas
y las quiere llevar adelante.
En algunos países europeos, las transformaciones se están dando en las
pequeñas y medianas empresas, se negocian acuerdos con los trabajadores con
independencia de los sindicatos, éste parece ser el único modo de competir con
chinos, hindúes o rusos; la clave radica en formas flexibles y adaptables a la
negociación con estilos éticamente modernos de dirección. El cambio parece
estar dándose también en España, donde la ética es cada vez más sinónimo de
dirección. Para el Profesor Santiago García Echeverría, de la Universidad de
Alcalá de Henares, en este sentido puede verse un déficit en la Universidad
española, que no parece otorgar mayores márgenes y libertad para actuar e
innovar, además de recortar por parte del Estado ayudas no solo económicas.
No hay, en honor a la verdad empresarios y/o directivos humanistas
y no humanistas, sino buenos y malos empresarios y/o directivos. La persona se
forma en un sistema integrado de educación y lo que observa es un déficit
importante de virtudes, de valores, tanto en la empresa como en la sociedad.
Sobra técnica, faltan virtudes y valores.
El Profesor Rafael Alvira de la Universidad de Navarra, cree que es
posible formar humanísticamente al directivo, para ello recuerda la afirmación
del Maestro Millán Puelles en torno a la dificultad específica de la
antropología, puesto que el hombre es, en cierto sentido, un ser infinito, es
preciso generar una sensibilidad propia del directivo humanista. Su función
propia es crear ambiente, un buen ambiente y conseguir vigencias sociales, el
instrumento educativo por excelencia es el ambiente y explica que “los
intangibles” son la totalidad a la que un directivo tiene que ser
sensible. Estos intangibles están usualmente contenidos en la historia de cada
empresa. Para un directivo es fundamental el conocimiento y el empleo de la
historia y de la retórica; para abrir caminos estos caminos, previamente
hay que conocerlos y que la comunicación es la base de la adaptación y la
innovación.
El Profesor de la Universidad de Navarra, Alejandro Llano, cree que es
preciso desarrollar la capacidad de aprender, tanto de los éxitos como de los
fracasos, de comunicar lo aprendido y de compartir el aprendizaje. Todos en una
organización deben aprender a investigar, todos enseñan y aprenden a su nivel.
Esto da como resultado la corresponsabilidad en la dirección.
ALTERNATIVAS
DE LA PERSPECTIVA EMPRESARIAL
Enrique de Sendagorta Presidente de Honor del Instituto Empresa y
Humanismo piensa, que la perspectiva empresarial, debate entre dos alternativas
: tratar de articular los conceptos de beneficios y humanismo, ya que se trata
de dos realidades fundamentales e imprescindibles para toda actividad
empresarial, advirtiendo que en nuestros días, se presentan las dificultades la
creciente complejidad a través de loe procesos de tercerización,
deslocalización y descentalización que obstaculizan la clara imputación de
responsabilidades en la dirección de personas. En las áreas de dirección,
pueden encontrarse contenidos y formas humanistas, lo que en los escalones
inferiores es más difícil y complicado y es aquí, donde el ejemplo un papel de
importancia estratégica. Para Sendagorta, la fuente del humanismo es la
formación que se recibe en la familia y en la escuela y no debía de
contraponerse la técnica al humanismo, ya que las técnicas, por el contrario,
también encierran potencialidades de despliegue humanista. En nuestros días, no
tiene tiempo para si mismo ni para las personas que le rodean, no se conoce a
si mismo ni a los demás, por ello “los desafíos no son tecnológicos, sino
culturales”.
En mi modesto entender me permito indicar que la literatura de negocios
es sustancialmente falsa, porque no explica por qué motivos las soluciones que
se predica son buenas y pecan de teoría y carecen de prácticas reales y que por
ello se debe construir un núcleo invariable de ideas, reducido pero firmísimo e
inmodificable y para ello sostengo que hacer las cosas bien es el único camino
para trabajar a medio y largo plazo, ahora más que nunca, para después
atravesar la crisis que nos agobia en estos tiempos y así poder cambiar los
modelos actuales de management, que intentan resolver complejidad con complejidad,
se trataría de buscar formas simples en las que la coherencia sea evidente y
palpable.
Para Ángel Cano, Consejero Delegado del Grupo BBVA, los procesos de
expansión, complejización y diversificación de las empresas exigen una
capacidad cada vez mayor de generar un feedback de abajo hacia arriba. La
cultura corporativa debe erigirse en columna vertebral de las organizaciones,
evitando de esta manera posibles incoherencias. Esto lleva mucho tiempo y
esfuerzo, ya que es lento, difícil de asimilar y armonizar. Es preciso saber
quien es directivo y quien no, definir y poner en práctica reglas claras,
sencillas, transparentes y sencillas.
Los Profesores Alvira y López Echeverría, tienen el convencimiento, de
que el directivo tiene que generar una idea muy importante, que las personas
que trabajan que trabajan con él van a llevarse algo positivo, van a aprender;
el directivo no humanista posiblemente no lo conseguirá, porque estará dando de
verdad poco o nada a los otros miembros de la organización, que esperan una
mayor implicación. Dirigir es servir, es este sentido, parece necesario
desvincular los estilos de dirección de la remuneración. Por otra parte, se
impone una concepción de la competitividad y la productividad en tanto que las
magnitudes culturales y no estrictamente económicas.
RESUMEN
FINAL
La perspectiva humanista aparece cuando, justificadamente o no, se
aprecia una crisis de lo propiamente humano en la sociedad, la política, la
cultura… Los estudiosos del humanismo y los que pretendemos serlo, observamos
la necesidad de mejorar sustancialmente la comprensión del hombre, de definir
una concepción antropológica integral que recoja todos los aspectos de la
persona como tal.
El empeño del humanismo es de carácter sintético, procura reconocer la
complejidad de lo humano, que se ha visto sometida a fragmentaciones,
reduccionismos de la época actual, ante lo humano degradado, se erige la
perspectiva humanista.
El humanismo recompone una concepción de la persona en la que se
integran sus facultades intelectivas, volitivas y afectivas, su pasado y sus
planes de futuro, sus expectativas individuales, familiares y sociales.
En virtud de su carácter sintético, el humanismo es particularmente apto
para las tareas de dirección y gobierno. Quien posee responsabilidades de
gobierno y/o dirección debe sintetizar sus ideas en decisiones y acciones
prácticas en orden a la consecución de un fin. En el plano de la dirección de
las empresas, la perspectiva humanista supone un verdadero cambio de paradigma.
De acuerdo con este punto de vista, el crecimiento y el desarrollo de las
empresas no se concibe en oposición al crecimiento y desarrollo de las
personas, sino que ambos tienden a integrarse en un solo objetivo común, la de
alcanzar la misma meta.
No es casual que los departamentos o las direcciones generales, que han
experimentado un espectacular crecimiento en estos últimos años sean
precisamente los de Recursos Humanos, ahora, en estos días, bien llamados de
Gestión de Personas y que los principales desafíos para bien o para mal vengan
por estas áreas.
Sin embargo, con todas las ventajas que podrían enumerarse, es evidente
que el humanismo es una concepción complicada y compleja de adquirir y la mayor
dificultad, consiste en ponerla en práctica. Acuciado por la falta de tiempo y
de reposo, el directivo se ve, casi siempre obligado a tomar el camino más
corto y aparentemente más eficaz, en lugar de sintetizar, reduce; en lugar de
integrar, descarta o elimina.
Por otra parte el humanismo no es solo una concepción teórica de lo
humano, en sí mismo, ya que constituye un hábito, un modo de ser. De este modo,
no es humanista quien solo se empeña en poner en práctica el humanismo o en
saber de él, sino que vive y disfruta como tal.
Para todo humanista es fundamental la reflexión, la consideración
reposada de lo que es fundamental, de los objetivos a alcanzar, del camino a
seguir de forma práctica. Estos hábitos, parecen muy alejados del empresario o
directivo actual y no parece justo achacarlo a una actitud negligente. En cualquier
caso, solo la perspectiva humanista prevé una racionalidad proporcional a la
realidad compleja y multiforme de las empresas en nuestros días y de acuerdo a
la realidad que nos toca vivir.
Guillermo Garrón Montero
Griker Orgemer – Training & Development Digest
Topten Business Experts
Griker Orgemer – Training & Development Digest
Topten Business Experts
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