Experiencias

Rodolfo Salas: Facilitador y potenciador sobre conocimientos de liderazgo, estrategia, marketing y gestión de los negocios.

Fortalezas: Dirigir, inspirar e integrar a otros con una gran energía, Aceptar cambios de forma positiva, Desarrollar relaciones con otros, Ser más visible y Tener un alto grado de compromiso.

sábado, mayo 04, 2013

La necesidad urgente de la formación humanista de los directivos

Desde la antigüedad, se ha considerado que el arte de dirigir es arquitectónico. El que gobierna o dirige, ha de conocer bien los principios y fundamentos desde los que dirige y al mismo tiempo, ha de tener una visión de conjunto, tanto del edificio que quiere construir, como del contexto en el que lo va a colocar.
Hoy más que nunca es muy corriente afirmar, que la finalidad de las empresas, es el beneficio económico, esta filosofía va tan lejos que la política misma se concibe frecuentemente para ello, todavía más, los propios ministros de Educación de la Comunidad Europea, en su última reunión han decidido  que hay que mejorar la calidad de la enseñanza con el fin de fomentar el crecimiento económico, aunque antes se pensaba, que la finalidad principal de la educación  era la mejora de las personas y la de la sociedad.
La insistencia en el beneficio encierra un equívoco. ¿Qué sentido tiene hacer algo que no suponga algún beneficio? Desde este punto de vista, no cabe duda alguna. Pero que el beneficio se conciba –como sucede  con mucha frecuencia- como mero aumento del capital, no es solo erróneo, sino que es imposible en condiciones normales, todo el que quiera tener más capital es para algo, dado que el capital, por su propia esencia es un medio, convertido en un fin es una patología y no podemos ni debemos pensar que la mayoría de la sociedad y en especial la política se encuentra tan mal de salud.
Esto significa ante todo que un directivo ha de conocer suficientemente el entramado de las finalidades humanas, lo cual implica una formación seria en lo relativo a la persona y la sociedad. En ello reside la clave del humanismo. Una formación humanistas no consiste –como podría pensarse- en un desarrollo estético de la personalidad, para adquirir una excelencia superficial; consiste en el arraigo teórico y práctico de los aprendizajes acerca de las grandes cuestiones que nos afectan y sin cuyo conocimiento el que realiza la función directiva y de gobierno, en vez de contribuir a la construcción, mina el sistema de relaciones e incluso los fundamentos del sistema social, sin él, todo presunto enriquecimiento es frágil y pasajero.
Uno de los rasgos fundamentales de nuestros días, es el conocimiento progresivo, el saber como trabajo y como emprendo. El trabajo aparece en esta perspectiva como parte decisiva de la vida humana. El humanismo que se pretende no es esteticista ni estetizante, está fundado en el método socrático, que une el amor a la realidad con la valentía de enfrentarse a la realidad pura y dura. La memoria se relaciona directamente con el amor, el trabajo es conquistador, ya que se enfrenta a la dificultad. El nuevo humanismo es más amplio y más completo que los que están actualmente de moda; no es un patronazgo, unas humanidades compartidas ni una ética supuestamente empresarial, ni gubernamental.
LIMITACIONES DEL DIRECTIVO
Para el Profesor Alejandro Llano de la Universidad de Navarra, en alguno de sus estudios hace referencia a las limitaciones del directivo no humanista y explica que el directivo y/o empresario de tales características sencillamente no aprecia la humanidad de su entidad ni de las pernas que la componen. En realidad, aunque se le quiere hacer pasar por una realidad pura y dura, el antihumanismo es una ficción, que causa contestación, desesperanza y agostamiento, se trata de una alienación, de ocultar una cosa con otra.
Su efecto es la reificación, es decir, el tratar a las personas como si fueran cosas y que la realidad desborda los procedimientos, que solo generan regulaciones de carácter retroactivo e inadecuadas que obstaculizan la correcta y necesaria previsión
José María Cardona, afirma que el humanismo de un directivo se advierte, cuando sus colaboradores son productivos, cuando los conoce y sabe apreciar , valorar y potenciar sus auténticas capacidades, teniendo en cuenta los factores temperamentales que no recoge la gestión por competencias. El directivo humanista tiene un planteamiento esencialmente espiritual, puede comprometer y responsabilizar al colaborador y eso solo se consigue con un conocimiento profundo de si mismo.
Para el antiguo directivo del Corte Inglés, Rafael Potti en una de sus escritos afirma que la burocratización y el procedentalismo suprimen la iniciativa de las personas suprimen la iniciativa de las personas y sustituyen la libertad individual por una administración cara e ineficaz. La liberad política se reduce a las convocatorias electorales; en las organizaciones sindicales y en las patronales se prioriza la estructura sobre los representados, la empresa por su parte hoy por hoy no quiere complicarse con problemas con su gente pese a los momentos de crisis que atravesamos. Hay que dar, por el contrario un margen a la innovación, empezando por la propia empresa, otorgando mayor participación a la gente, que tiene sus propias ideas y las quiere llevar adelante.
En algunos países europeos, las transformaciones se están dando en las pequeñas y medianas empresas, se negocian acuerdos con los trabajadores con independencia de los sindicatos, éste parece ser el único modo de competir con chinos, hindúes o rusos; la clave radica en formas flexibles y adaptables a la negociación con estilos éticamente modernos de dirección. El cambio parece estar dándose también en España, donde la ética es cada vez más sinónimo de dirección. Para el Profesor Santiago García Echeverría, de la Universidad de Alcalá de Henares, en este sentido puede verse un déficit en la Universidad española, que no parece otorgar mayores márgenes y libertad para actuar e innovar, además de recortar por parte del Estado ayudas no solo económicas.
No hay, en honor a la verdad empresarios  y/o directivos humanistas y no humanistas, sino buenos y malos empresarios y/o directivos. La persona se forma en un sistema integrado de educación y lo que observa es un déficit importante de virtudes, de valores, tanto en la empresa como en la sociedad. Sobra técnica, faltan virtudes y valores.
El Profesor Rafael Alvira de la Universidad de Navarra, cree que es posible formar humanísticamente al directivo, para ello recuerda la afirmación del Maestro Millán Puelles en torno a la dificultad específica de la antropología, puesto que el hombre es, en cierto sentido, un ser infinito, es preciso generar una sensibilidad propia del directivo humanista. Su función propia es crear ambiente, un buen ambiente y conseguir vigencias sociales, el instrumento educativo por excelencia es el ambiente y explica que “los intangibles” son la totalidad  a la que un directivo tiene que ser sensible. Estos intangibles están usualmente contenidos en la historia de cada empresa. Para un directivo es fundamental el conocimiento y el empleo de la historia y de la retórica;  para abrir caminos estos caminos, previamente hay que conocerlos y que la comunicación es la base de la adaptación y la innovación.
El Profesor de la Universidad de Navarra, Alejandro Llano, cree que es preciso desarrollar la capacidad de aprender, tanto de los éxitos como de los fracasos, de comunicar lo aprendido y de compartir el aprendizaje. Todos en una organización deben aprender a investigar, todos enseñan y aprenden a su nivel. Esto da como resultado la corresponsabilidad en la dirección.
ALTERNATIVAS DE LA PERSPECTIVA EMPRESARIAL
Enrique de Sendagorta Presidente de Honor del Instituto Empresa y Humanismo piensa, que la perspectiva empresarial, debate entre dos alternativas : tratar de articular los conceptos de beneficios y humanismo, ya que se trata de dos realidades fundamentales e imprescindibles para toda actividad empresarial, advirtiendo que en nuestros días, se presentan las dificultades la creciente complejidad a través de loe procesos de tercerización, deslocalización y descentalización que obstaculizan la clara imputación de responsabilidades en la dirección de personas. En las áreas de dirección, pueden encontrarse contenidos y formas humanistas, lo que en los escalones inferiores es más difícil y complicado y es aquí, donde el ejemplo un papel de importancia estratégica. Para Sendagorta, la fuente del humanismo es la formación que se recibe en la familia y en la escuela y no debía de contraponerse la técnica al humanismo, ya que las técnicas, por el contrario, también encierran potencialidades de despliegue humanista. En nuestros días, no tiene tiempo para si mismo ni para las personas que le rodean, no se conoce a si mismo ni a los demás, por ello “los desafíos no son tecnológicos, sino culturales”.
En mi modesto entender me permito indicar que la literatura de negocios es sustancialmente falsa, porque no explica por qué motivos las soluciones que se predica son buenas y pecan de teoría y carecen de prácticas reales y que por ello se debe construir un núcleo invariable de ideas, reducido pero firmísimo e inmodificable y para ello sostengo que hacer las cosas bien es el único camino para trabajar a medio y largo plazo, ahora más que nunca, para después atravesar la crisis que nos agobia en estos tiempos y así poder cambiar los modelos actuales de management, que intentan resolver complejidad con complejidad, se trataría de buscar formas simples en las que la coherencia sea evidente y palpable.
Para Ángel Cano, Consejero Delegado del Grupo BBVA, los procesos de expansión, complejización y diversificación de las empresas exigen  una capacidad cada vez mayor de generar un feedback de abajo hacia arriba. La cultura corporativa debe erigirse en columna vertebral de las organizaciones, evitando de esta manera posibles incoherencias. Esto lleva mucho tiempo y esfuerzo, ya que es lento, difícil de asimilar y armonizar. Es preciso saber quien es directivo y quien no, definir y poner en práctica reglas claras, sencillas, transparentes y sencillas.
Los Profesores Alvira y López Echeverría, tienen el convencimiento, de que el directivo tiene que generar una idea muy importante, que las personas que trabajan que trabajan con él van a llevarse algo positivo, van a aprender; el directivo no humanista posiblemente no lo conseguirá, porque estará dando de verdad poco o nada a los otros miembros de la organización, que esperan una mayor implicación. Dirigir es servir, es este sentido, parece necesario desvincular los estilos de dirección de la remuneración. Por otra parte, se impone una concepción de la competitividad y la productividad en tanto que las magnitudes culturales y no estrictamente económicas.
RESUMEN FINAL
La perspectiva humanista aparece cuando, justificadamente o no, se aprecia una crisis de lo propiamente humano en la sociedad, la política, la cultura… Los estudiosos del humanismo y los que pretendemos serlo, observamos la necesidad de mejorar sustancialmente la comprensión del hombre, de definir una concepción antropológica integral que recoja todos los aspectos de la persona como tal.
El empeño del humanismo es de carácter sintético, procura reconocer la complejidad de lo humano, que se ha visto sometida a fragmentaciones, reduccionismos de la época actual, ante lo humano degradado, se erige la perspectiva humanista.
El humanismo recompone una concepción de la persona en la que se integran sus facultades intelectivas, volitivas y afectivas, su pasado y sus planes de futuro, sus expectativas individuales, familiares y sociales.
En virtud de su carácter sintético, el humanismo es particularmente apto para las tareas de dirección y gobierno. Quien posee responsabilidades de gobierno y/o dirección debe sintetizar sus ideas en decisiones y acciones prácticas en orden a la consecución de un fin. En el plano de la dirección de las empresas, la perspectiva humanista supone un verdadero cambio de paradigma. De acuerdo con este punto de vista, el crecimiento y el desarrollo de las empresas no se concibe en oposición al crecimiento y desarrollo de las personas, sino que ambos tienden a integrarse en un solo objetivo común, la de alcanzar la misma meta.
No es casual que los departamentos o las direcciones generales, que han experimentado un espectacular crecimiento en estos últimos años sean precisamente los de Recursos Humanos, ahora, en estos días, bien llamados de Gestión de Personas y que los principales desafíos para bien o para mal vengan por estas áreas.
Sin embargo, con todas las ventajas que podrían enumerarse, es evidente que el humanismo es una concepción complicada y compleja de adquirir y la mayor dificultad, consiste en ponerla en práctica. Acuciado por la falta de tiempo y de reposo, el directivo se ve, casi siempre obligado a tomar el camino más corto y aparentemente más eficaz, en lugar de sintetizar, reduce; en lugar de integrar, descarta o elimina.
Por otra parte el humanismo no es solo una concepción teórica de lo humano, en sí mismo, ya que constituye un hábito, un modo de ser. De este modo, no es humanista quien solo se empeña en poner en práctica el humanismo o en saber de él, sino que vive y disfruta como tal.
Para todo humanista es fundamental la reflexión, la consideración reposada de lo que es fundamental, de los objetivos a alcanzar, del camino a seguir de forma práctica. Estos hábitos, parecen muy alejados del empresario o directivo actual y no parece justo achacarlo a una actitud negligente. En cualquier caso, solo la perspectiva humanista prevé una racionalidad proporcional a la realidad compleja y multiforme de las empresas en nuestros días y de acuerdo a la realidad que nos toca vivir.
Guillermo Garrón Montero
Griker Orgemer – Training & Development Digest
Topten Business Experts

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